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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

24 de enero de 2017

EL PONCHO DE SAN MARTÍN QUE LO PROTEGIÓ DURANTE EL CRUCE DE LA CORDILLERA DE LOS ANDES

1. Poncho del General José de San Martín. Pelo de camélido, faz de urdimbre, lana. Col. Museo Histórico Nacional, Bs. As.
2. Poncho del General Lucio V. Mansilla. Lana de oveja, faz de urdimbre, pelo de camélidos. (Col. Museo Histórico Nacional, Bs. As). 
3. Poncho del Cacique Calfucurá, Lana de oveja, faz de urdimbre. (Col. Museo Gauchesco "Ricardo Guiraldes", San Antonio de Areco, Pcia. Bs. As).
Relatos del Padre Furlong: "Cruce de los Andes"
"EN VEINTICUATRO DIAS HEMOS HECHO LA CAMPAÑA, PASAMOS LAS CORDILLERAS MAS ELEVADAS DEL GLOBO, CONCLUIMOS CON LOS TIRANOS Y DIMOS LA LIBERTAD A CHILE..."
Palabras del general San Martín en el parte detallado de la batalla de Chacabuco. Santiago e Chile, febrero 22 de 1817.
Para la inmensa mayoría de los que estudian y enseñan la historia patria, el paso de los Andes es un hecho de gran realce, una empresa difícil, penosa y peligrosa, pero están muy lejos de imaginar lo arduo y sobrehumano que fue aquel cruce, único en los anales de la historia argentina y universal. 
Sable corvo del General San martín
Si exceptuamos a los cuyanos que contemplan, día tras día, ese imponente muro de proporciones gigantescas, y oyen a la continua las infinitas peripecias y mortales accidentes que allí tienen lugar, bien pocos han de ser los argentinos que tengan una idea, ni siquiera aproximada de lo que debió costar a San Martín cruzar la Cordillera.
El mismo lo escribía así a Tomás Guido, en carta del 14 de junio de 1816: 
"lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes".

Poncho del General José de San Martín - Pelo de camélido, faz de urdimbre, lana. - Col. Museo Histórico Nacional, Bs. As.
ABRIGOS HASTA PARA LAS BESTIAS
Es indecible lo que debió sufrir la tropa, sobre todo los hombres no acostumbrados a climas fríos. 
Digamos que también se proveyó de protección a las bestias, contra las inclemencias andinas. 
Granaderos a Caballo del General San Martín
Proveyó a caballos, mulas y vacas de la llamada enjalina chilena o abrigo forrado en pieles.
Desechó los forrados de paja, por el peligro de que las bestias los comieran, por falta de otra alimentación. 
Como puede colegirse de todo lo dicho, aquellas veinte o más noches cordilleranas debieron ser atrozmente terribles, y es posible que más de un soldado hubiera desertado, si la soledad, la distancia y el desamparo del yermo, no le hubiera impedido.
General José de San Martín
El fenómeno, a haberse realizado, no nos habría de extrañar, ya que aquella vida era humanamente intolerable y el que lo tolerara un ejército de 5.000 héroes, fue un fenómeno inaudito. 
Caminar con suma fatiga, durante todo el día y pasar veinte o más noches sin cuarteles, sin carpas, sin techo alguno, hasta sin la más rudimentaria comodidad, en zonas frigidísimas, bajo todas las inclemencias más bravías de los Andes, y todo ello sin una queja, sin una deserción y sin una señal de descontento, es por cierto un hecho único.
Granaderos a Caballo del General San Martín
EL PONCHO
El poncho, simple y elegante, es una prenda masculina realizada por la mano de la mujer. Capaz de cubrir la necesidad de abrigo y posibilitar, al mismo tiempo, libertad de movimientos, es el permanente y fiel acompañante del habitante de las pampas. Existen notables testimonios de viajeros que describen el poncho. Dom Pernetty, en 1760, relata: "En cuanto al vestir de la gente del pueblo [...] llevan en vez de capa una especie de género rayado, con bandas (listas) de diferentes colores, abierta solamente al medio para pasar la cabeza. 
Este abrigo cae sobre los hombros y cubre hasta los puños, descendiendo hacia atrás y adelante hasta más abajo de la rodilla, teniendo, además, flecos a su alrededor; se le da el nombre de poncho". Este testimonio nos habla de ponchos de importante tamaño y de rayas, como fueron los primeros que utilizó el gaucho. El pintor y viajero E. E. Vidal (1820) escribe que en el Perú y en Salta “es famosa la manufactura de ponchos y son hechos de algodón, de gran belleza y alto precio; pero los ejecutados por los humildes indios de las pampas son de lana, tupidos y fuertes como para resistir una lluvia grande, los decorados son curiosos y originales, los colores son sobrios, pero duraderos; aunque tienen tinturas de los colores más brillantes, que emplean para otros fines”.
General José de San Martín
“A comienzos del siglo XIX, el poncho estuvo presente en la preparación de las campañas libertadoras. Durante la época de la independencia, los ejércitos expedicionarios de Ortiz de Ocampo al Alto Perú, Belgrano al Paraguay (y al norte después), y el de los Andes, a su paso por las poblaciones del interior, reciben donaciones consistentes en reales, caballos, mulas, frazadas, cordobanes y principalmente ponchos”, consigna Ruth Corcuera en Herencia textil andina.
Granaderos a Caballo del General San Martín
Inglaterra era el gran productor textil de la época y exportaba hilados de algodón, lana y variadas telas para la confección de trajes y vestidos. El poncho inglés era una prenda codiciada, sobre todo por los indios, quienes podían cambiar varios ponchos tejidos a mano, de gran valor artesanal, por solo una de estas piezas industriales, cuyo uso fue muy difundido. 
Si bien algunos de estos ponchos reproducen diseños florales propios de la época victoriana, la mayor parte presenta motivos ajenos a la tradición inglesa. Fabricados para el mercado local, incluyen una enorme gama de tonos marrones o azules, asociados a los colores de la tierra y de los cielos nocturnos: representaciones estilizadas de plumas de ñandú, mantos de gato montés, soles, estrellas, lunas, rayos, motivos llamados ojo de perdiz, grecas y guardas.
El poncho patria, también confeccionado en Inglaterra, tenía cuello y una abertura que se cerraba con botones en el pecho. Posible adaptación de las capas militares españolas, las autoridades criollas los regalaban a los caciques. Su uso también fue muy popular.
General José de San Martín
"La mujer tiene la obligación imprescindible de hilar y tejer para vestir al marido, a más de proveer de estas telas a sus hijos", describe Federico Bárbara en Usos y costumbres de los indios pampas (1856).

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