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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

10 de agosto de 2018

COLEGIO MILITAR DE LA NACIÓN ARGENTINA. SU HISTORIA.

Historia del Colegio Militar de la Nación 
Colegio Militar de la Nación
Ejercito Argentino Escudo.png

PaísFlag of Argentina.svg Argentina
RamaEjército Argentino
El Torreón que conforma el emblema del Colegio Militar de la Nacion, fue elegido como el símbolo de la fortaleza, no sólo física, sino especialmente moral, que debe caracterizar al militar argentino.
Enmarcando el torreón, los laureles, símbolo del honor y de la gloria.
Honor que nace en las virtudes sanmartinianas, ejemplo preclaro de nuestra historia.
Gloria, que legó a través de su pasado y que compromete su pensamiento en el tiempo.
El Colegio Militar de la Nación Argentina es una institución educativa militar dependiente del Ejército Argentino que tiene como misión educar a los futuros oficiales del Cuerpo Comando y del Cuerpo Profesional, capacitándolos para ejercer el mando de la fracción básica de su arma, especialidad o servicio. Se encuentra en El Palomar, Buenos Aires.
Además, como Unidad Académica integrante del Instituto de Enseñanza Superior del Ejército (IESE), proporcionará los conocimientos de especialidades militares, carreras de grado y de pre grado establecidos por dicho instituto. El Colegio pertenece a la Dirección de Educación Operacional y Doctrina del Comando de Educación y Doctrina Tte. Gral. D. Pablo Riccheri del Ejército Argentino.
MISIÓN DEL COLEGIO MILITAR DE LA NACIÓN ARGENTINA
El Colegio Militar de la Nación tiene como misión seleccionar, educar e instruir a los futuros Oficiales de Cuerpo Comando y del Cuerpo Profesional, capacitándolos para ejercer el mando de la fracción básica de su Arma, Especialidad o Servicio.
La formación básica del oficial debe estar inspirada en la necesidad de educar un ciudadano que entiende la profesión como un servicio a la nación, consciente de sus deberes y derechos constitucionales y un profesional militar con las responsabilidades de un funcionario público.
Como unidad académica integrante de la Facultad del Ejército, proporcionará los conocimientos de especialidades militares, carreras de grado y de pregrado establecidos por este órgano rector.
Colegio Militar de la Nación 
RESEÑA HISTÓRICA HASTA NUESTROS DÍAS
En 1869, siendo Presidente de la Nación Domingo Faustino Sarmiento, surgió la inquietud de organizar un instituto de formación de oficiales para el Ejército. La idea no era nueva, pues varios ensayos se habían hecho en ese sentido desde mayo de 1810, sin embargo todos ellos tuvieron corta existencia.
 San Benito de Palermo
El 9 de agosto de 1869 cuando aún no había cumplido el primer año de su mandato constitucional, Sarmiento envió un mensaje a la Cámara de Diputados adjuntando un proyecto para la creación de una escuela castrense que proveyera de oficiales altamente capacitados para mandar al Ejército.
Así el Congreso se abocó al estudio del mismo y tras algunos debates fue aprobada la Ley por ambas cámaras con el número 357 que autorizó al Poder Ejecutivo para la formación de una escuela militar.
Promulgada el 11 de octubre de ese mismo año esa Ley 357 se convirtió en la piedra fundamental del Colegio Militar de la Nación.
 San Benito de Palermo
De inmediato el gobierno designó una comisión militar especial a efectos de proponer el reglamento y plan de estudios de la nueva escuela. Se recurrió para esta tarea a un selecto grupo de oficiales, veteranos de muchas campañas y que habían acreditado destacadas condiciones intelectuales; eran ellos el Brigadier General D. Emilio Mitre, el General D. Indalecio Chenaut, el Coronel D. Mariano Moreno, el Coronel D. Juan F. Czetz y el Sargento Mayor V. L. Peslouan.
Cerca de dos meses llevó a la comisión completar la tarea, que permitió al P.E. dictar un decreto el 22 de junio de 1870, oficializando lo propuesto. Dicho documento, firmado por el presidente Sarmiento y refrendado por el Ministro de Guerra General Martín de Gainza, designó como cuartel del Colegio Militar al edificio que sirviera de residencia a Juan Manuel de Rosas y al mismo tiempo nombra Director del Colegio Militar al Coronel de origen húngaro D. Juan F. Czetz y a los primeros oficiales.
Primer Director Cnl Juan Czetz y el primer cadete Ramón Falcón
El edificio se erguía al N.O. de la ciudad, distante de ella cerca de una legua, en los terrenos limitados por el arroyo Maldonado y el Río de la Plata. Su construcción databa de 1838.
La primera tarea del flamante director fue la adaptación de las instalaciones para la nueva función. Meses más tarde, el 19 de julio de 1870, ingresaban los primeros alumnos.
Este edificio de estilo colonial y de grandes proporciones para la época, que había sido construido para albergar a una familia y al personal de servicio, llegó a cobijar en 1892 a 118 cadetes a los que había que agregar el cuadro de oficiales, el claustro de profesores y el personal de tropa y servicio.
Oficiales del Colegio Militar (foto de 1880)
En sus aulas y recintos se mantenían aún, muebles, estufas, alfombras, arañas y espejos que ornamentaron el lugar en tiempos de su original propietario. Algunos de ellos, como un conjunto de rojos sillones de jacarandá, un escritorio de caoba, una cómoda y una caja de caudales, actualmente forman parte del museo del Instituto.
Por espacio de 22 años, funciono en este caserón de Palermo de San Benito el Colegio Militar alcanzado un alto prestigio académico, formando a los cadetes en un riguroso secundario que, por la época, se consideraba de excelencia y se ubicaba entre las mejores academias militares del mundo. Fueron 17 las promociones de oficiales que egresaron de las aulas de este predio, antes de ser abandonado en 1892 en búsqueda de mayor espacio.
Aspirantes en Avenida de las Palmeras (foto de 1890)
La nueva sede se fijó en la localidad de San Martín, donde hoy se encuentra el Liceo Militar General San Martín. Ese ámbito, al igual que el primero, no fue construido al efecto sino que se aprovechó una edificación ya existente destinada anteriormente a un Colegio de Artes y Oficios. El reacondicionamiento se efectuó con sendas partidas presupuestarias otorgadas por el Congreso.
Más allá de la importancia de la nueva sede en San Martín, pronto las limitaciones de la construcción evidenciaron la necesidad de buscar un espacio especialmente diseñado como academia militar. Así surgió el proyecto para construir la sede definitiva del Colegio que se hará realidad en el año 1937.
El lugar elegido esta vez fue la antigua propiedad de Don Diego Casero, que junto a su conocido Palomar, daban nombre a la zona y sus aledaños. Estos campos por su amplitud y cercanía a la Ciudad de Buenos Aires fueron considerados ideales para el nuevo proyecto.
San Martín, entrada y portón (foto de 1928)
La piedra fundamental del nuevo edificio fue colocada por el General Pablo Ricchieri en 1904. Sin embargo, recién en 1921 bajo la presidencia de Hipólito Irigoyen, comenzaron efectivamente los trabajos de construcción.
Se adjudicaron las obras del pabellón "Dirección" a la empresa Bonnen Ibero, Parodi y Figini, iniciándose los trabajos el 19 de julio, con asistencia del entonces Ministro de Guerra Dr. Julio Moreno. Se descubrió en dicha oportunidad una placa adosada al "Palomar" histórico, que más tarde fue colocada al pie del busto del General de División Domingo Faustino Sarmiento, en inmediaciones del arco de entrada del Instituto.
El Ministro de Guerra que seguía de cerca los trabajos, ordenó suspenderlos en 1922 con el objeto de ampliar la capacidad del edificio para 1500 cadetes. Se encontraba ya construida para ese entonces parte de la Plaza de Armas, pavimentada con adoquinado de granito de Tandil, circundando con trazo elíptico al Palomar de Caseros.
Formación en Plaza de Mayo (foto de 1919)
Como consecuencia de la ampliación resultante del Plan de Obras, fue necesario abarcar la totalidad del terreno circundante, que incluía la antigua Escuela de Caballería.
A mediados de 1923 el Poder Ejecutivo aprobó el nuevo Plan de Obras, con una inversión superior a $ 13.500.000 moneda nacional que contemplaba prácticamente el actual Colegio Militar de El Palomar.
Hasta el año 1929 se asignó una partida de $ 500.000 Moneda Nacional anuales para la continuación de la obra, en cumplimiento del nuevo contrato celebrado con la "Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones".
En 1930, la crisis económica, obligó a paralizar las obras por total falta de recursos. Llegando así al año 1935, en el cual se reinician por parte del Presidente Justo, ex director del Colegio, quien destinó los fondos necesarios para terminar en dos años de intensa actividad la obra.
 Desfile del 9 de julio de 1928
El actual edificio, menos el pabellón C de dormitorios, las tribunas laterales del Campo de Deportes, el Casino de Oficiales y la primera Capilla, fueron inaugurados finalmente el 23 de diciembre de 1937 en ocasión del egreso anual de oficiales.
Con los años esas instalaciones se fueron ampliando, hoy los cadetes cuentan con numerosos espacios para su uso, se destacan una biblioteca informatizada en permanente expansión de más de 23.000 volúmenes, aulas interactivas, aulas tácticas, laboratorios de idiomas, física, química, polígono de tiro, capilla, salas de conferencias, cine y un importante campo de deportes con gimnasio cubierto, salón de complementos, esgrima y pileta olímpica climatizada.
Además el Colegio Militar tiene el privilegio de contar con un patrimonio histórico único, ya que alberga dos sitios declarados Monumentos Históricos Nacionales: el Palomar y la Casa de Caseros, testigos mudos de importantes hechos del pasado como la Batalla de Caseros, antesala de la Constitución Nacional o las conversaciones preliminares del Pacto de San José de Flores, que consolidó la unión definitiva del país.
Instalaciones de El Palomar (foto del año 1937)
La historia reciente encuentra al Colegio Militar en una etapa de grandes cambios. A partir del año 1994 pasó a ser un Instituto Universitario, otorgando a los Subtenientes un título de grado reconocido oficialmente y con validez nacional por el Ministerio de Educación. Actualmente se puede optar por dos carreras universitarias: Licenciatura en Conducción y Gestión Operativa o la Licenciatura en Enfermería.
Asimismo, en el ámbito del Instituto se desarrollan cursos de formación para todos aquellos profesionales que deseen formar parte del Ejército Argentino como médicos, bioquímicos, farmacéuticos, odontólogos, veterinarios, abogados, profesores de educación física, pilotos, informáticos, enfermeros profesionales o directores de banda.
De esta manera, se centraliza en un solo Instituto la formación de la totalidad de los Oficiales del Ejército Argentino.
Ejercicios Finales en Pampa de Olaen, Córdoba (1939)
Otro hito importante en este proceso de cambio ha sido la incorporación de la mujer a partir del año 1997. Ellas hoy ingresan al Colegio Militar en una total igualdad de condiciones que sus pares varones, de acuerdo a las normas establecidas por la Fuerza.
Así llegamos al presente, que encuentra a este Instituto transitando el camino del afianzamiento y consolidación de esos cambios sin dejar de lado su finalidad esencial que es la de educación y formación de los futuros conductores del Ejército Argentino.
Cadetes en clase
EL UNIFORME
El diccionario nos dice que el uniforme es "el vestido peculiar y distintivo que usan los militares por concesión o por ley". No siempre fue un traje, sólo bastaba en ocasiones un penacho, un símbolo o un emblema, que uniformara a un grupo de hombres.
Recibir el uniforme supone una predisposición intelectual y espiritual. Intelectual porque se debe tomar conciencia de significado de estos paños y que cosas se deben defender como valores inmutables y permanentes. Espiritual porque se necesita estar en gracia de Dios, libre de espíritu y tranquilidad de conciencia.
Este uniforme ha variado en su forma pero no en su fondo, representando valores que han sido defendidos por hombres de la talla de Saavedra, quién fue uno de los forjadores de la Patria, Belgrano, quien dio los colores a la bandera. San Martín, quien dio la gloria a nuestras armas. Las Heras, ejemplo de subordinación y valentía, Savio y Mosconi, contemporáneos forjadores de un Ejército Argentino más pujante.
El significado del Uniforme
Más de un siglo ha transcurrido desde el uso de aquel viejo uniforme compuesto de "blusa de paño azul oscuro con reverso de terciopelo, chaleco y pantalón del mismo paño con franja punzó, botines a la Crimea y kepi" y muchos años más han pasado desde las solemnes entregas de armas e investiduras de aquellos guerreros que encontraban en la milicia su modo de santificación.
El paso del tiempo no pudo variar la esencia de los hombres de armas que permanecen fijas, inmóviles, idénticas. Más allá de los cambio, de los gustos y las modas circunstanciales.
Antaño el distintivo exterior del soldado fue su uniforme. Pero ese no era (ni es) más que la exteriorización de una uniformidad interior que a esos bravos que lo llevaban unían y reunían. Así llegaban a ser un sólo sentimiento, un solo corazón, una sola voluntad, una sola idea y un solo cuerpo frente al enemigo.
Los uniformes son pues, la manifestación de una comunión espiritual verdadera y aunque en su confección no haya habido una intención deliberada, los uniformados siempre han buscado un significado en esas prendas. Una respetable tradición de ya muchos años, que ha transmitido para el uniforme de los cadetes, los detalles que a continuación se señalan.
Predomina el azul llamado horizonte, que recuerda la búsqueda constante de lo permanente, el llamado a lo trascendente.
Los vivos rojos simbolizan la abnegación y su modo supremo, el sacrificio, representa la sangre derramada por la multitud de muertos por la Patria y nuestra disposición perenne de ofrendar la vida, entendiendo en ello el acto más sublime del servicio.
El color blanco presente en la gorra y en los guantes, indica en la cabeza y en las manos, la pureza de pensamientos y la nobleza de los ideales en el primer caso y la integridad de proceder en el segundo. Es también emblema de firmeza, vigilancia, integridad y obediencia.
El color dorado de los botones es alegoría de la dignidad, lealtad y constancia en nuestro obrar. Asimismo más allá de reconocer que el Ejército adhirió al ejercicio de la libertad religiosa desde el acatamiento a las resoluciones de la Asambleas de 1813, cuenta la tradición que el espíritu mariano de nuestros próceres inspiró para que sean siete los botones delanteros simbolizando los sacramentos y cuatro en la parte posterior representando las virtudes cardinales, que se deberían practicar para un mejor servir en la milicia.
El cinturón muestra al Cadete ceñido, envuelto en un compromiso de obediencia y subordinación para la defensa de la Patria.
Los símbolos de la Escarapela y el Escudo Nacional presiden desde lo alto todo el uniforme y ocupan por privilegio el centro de la gorra.
El distintivo del CMN, usado desde los primeros días de su fundación, consta de un castillo rodeado de un palmar de laureles. Su castillo significa la fortaleza, el valor, el dominio del temor y la tristeza, la entereza y la presencia de ánimo. Los laureles representan la gloria obtenida con heroísmo y nobleza siendo, además, signo visible del cumplimiento de la misión.
El sable es una réplica del corvo usado por el Grl SAN MARTIN en las campañas, símbolo del mando para el uso de la fuerza en el ejemplo de las virtudes sanmartinianas. En este tipo de armas, la empuñadura y la hoja significa la prudencia. El pomo la fortaleza y la cruz, la templanza.
Cadetes en preparación física
EL SABLE símbolo de mando del Oficial
El sable de un oficial del Ejército Argentino carecería de valor en sí mismo, si no fuera por su significado intrínseco y por el cual se constituye en su símbolo de mando.
No es un simple aditamento de sus galas e insignias, ni es por formulismo que jura sobre su empuñadura.
Cada novel oficial entenderá, a poco de conocer la traducción simbólica de las partes constitutivas de su sable, que éste le recuerda que es heredero responsable de la tradición y gloria del Ejército Argentino porque:
  • El Puño que simboliza "La Verdad", lleva acuñado en su Pomo el "Escudo Nacional". 
  • El Guardamanos ofrece la misma curvatura, de origen morisco, escogida por el Gral. San Martín y representa: "Equilibrio, Justicia y Paz". Hasta Cuzco llegaron las armas argentinas libertadoras y por ello es la efigie del Cuzco la que en él aparece tallada simbolizando una de nuestras más caras tradiciones.
  • En el nacimiento de la Hoja están: "Marte'; Dios de la Guerra en el reverso y "La Libertad'; en el anverso.
  • La Hoja, de acuerdo con los propósitos de nuestro Himno Nacional, lleva inscripta con caracteres indelebles "Sean eternos los laureles". 
  • La Dragona tiene una cinta con lazo corredizo, a los efectos de que el oficial lo ciña a su muñeca al desenvainar, cinta dentro de la cual una vez extendida, cabe la cabeza de un hombre. 
La traducción simbólica de estos elementos del sable, sólo compete a aquel que, único depositario de su legado, deberá un día empuñarlo en cumplimiento de su deber, y es:
"Siempre que desenvaines tu sable, empuñando la Verdad y teniendo al Escudo Nacional como divisa, en defensa de nuestra Libertad, aunque te empeñes en la Guerra, las más caras y gloriosas tradiciones nacionales te protegerán la mano.Tuya será la victoria y eternos serán los laureles pero piensa que atado a tu muñeca llevas un juramento prendido que te recuerda:¡Más vale morir ahorcado, que traicionar a la Patria!"


Las partes del Sable
1. Puño.
2. Pomo, con el Escudo Nacional acuñado.
3. Guardamanos, con las más caras tradiciones nacionales talladas.
4. Hoja grabada.
5. Dragona y su cinta con lazo corredizo.
ORGANIZACIÓN
Director
El Director ejercerá la conducción integral del Instituto. Será responsable del comando, educación, instrucción, administración y gobierno, correspondiéndole las funciones y responsabilidades que determinen los respectivos reglamentos.
Consejo Académico
El Consejo Académico constituirá el órgano superior de asesoramiento del Director del Colegio Militar de la Nación, en aquellos asuntos académicos de trascendencia para el cumplimiento de la misión del Instituto.
Subdirector
Será el colaborador y asesor principal del Director del Colegio Militar de la Nación y lo reemplazará en caso de ausencia.
Secretaría Académica
Entender en el planeamiento y programación anual de la educación en el Instituto, dirigiendo la formación académica para cadetes y los cursos de formación.
Secretaría de Evaluación
Elaborar la programación de la evaluación, su ejecución, procesamiento y elevación de los datos obtenidos a la dirección del Instituto, para proporcionar bases sólidas que coadyuven a la adopción de resoluciones, a fin de mejorar la calidad Educativa del Colegio Militar de la Nación.
Secretaría de Investigación
Desarrollar proyectos que posibiliten generar conocimiento, formar recursos humanos y lograr una producción y transferencia tal, que permitan satisfacer necesidades propias y favorecer la vinculación con otros organismos militares y civiles.
Secretaría de Extensión
Elaborar y proponer políticas, planificar, programar, conducir y ejecutar las acciones necesarias para incrementar la vinculación con las organizaciones estatales y privadas del ámbito de la educación y la cultura de la comunidad nacional e internacional.
Cuerpo de Cadetes
Planificar, programar, conducir, ejecutar y supervisar los aspectos relacionados con el Área de Instrucción Militar de cadetes y cadetes cursantes del Colegio Militar de la Nación.
Agrupación Apoyo
Constituirá la unidad de tropa del Colegio Militar de la Nación y como tal tendrá la misión de brindar el apoyo logístico (personal y material) para las actividades funcionales y de seguridad del Instituto.
Departamento Educación Física
Programar, asesorar, ejecutar y coordinar todas las actividades curriculares del Área de Educación Física y para cumplir con las exigencias impuestas.
Agrupación Sinfónica
Entender y actuar como elemento representativo del Colegio Militar de la Nación y del Ejército Argentino, al más alto nivel artístico musical, como exponente de la cultura nacional.
Estado Mayor
Será el órgano de trabajo que cumplirá la misión de planear, coordinar y asesorar en las actividades referidas a los campos de personal, operaciones, material, informática, presupuesto y finanzas.
El Estado Mayor se encuentra conformado por:
División Personal.
División Operaciones.
División Material.
División Presupuesto y Control de Gestión.
División Informática.
Servicio Administrativo Financiero.

FORMACIÓN
Hoy en día es fuente de formación de los oficiales del cuerpo de comando:
InfanteríaCaballeríaArtilleríaIngenieros y Comunicaciones
de las especialidades
ArsenalesIntendenciaservicio de Sanidad (enfermeras profesionales).
También ha pasado a ser un Instituto Universitario de donde uno reside como «cadete», con opciones de estudio entre las que se encuentran las carreras de licenciatura en Conducción y Gestión Operativa (Cpo Cdo) y Enfermería Profesional. Pero el principal Título con el cual uno egresa es el de Subteniente del Ejército Argentino.
Actualmente cuenta con 2500 cadetes pero puede albergar a más de 3000 de ellos. No todos pueden soportar la dura instrucción militar y el régimen de internado, por lo que terminan pidiendo retirarse del instituto. Los cadetes cuentan con variadas instalaciones para el estudio, como Aulas de Computación, Aulas de Cartografía, Laboratorios de Idiomas y Química/Física, una Biblioteca con más de 20000 volúmenes y otros servicios.
HISTORIA
Domingo Faustino Sarmiento
En 1869, aún no acallados los ecos de la Guerra del Paraguay, siendo Presidente de la Nación Domingo Faustino Sarmiento, surgió la inquietud de organizar un instituto de formación de oficiales para el Ejército. La idea no era nueva, pues varios ensayos se habían hecho en ese sentido desde los días de mayo de 1810, sin embargo todos ellos tuvieron corta existencia.
Unos años antes, en 1860, en un mensaje que Derqui leyera ante el Congreso de Paraná como Presidente de la Confederación, hizo una serie de consideraciones sobre la necesidad de crear una escuela militar, si bien lamentó los inconvenientes e imposibilidad de organizarla en ese momento.
El 9 de agosto de 1869 cuando aún no había cumplido el primer año de su mandato constitucional, Sarmiento envió un mensaje a la Cámara de Diputados adjuntando un proyecto para la creación de una escuela castrense que proveyera de oficiales altamente capacitados para mandar al Ejército.
Así el Congreso se abocó al estudio del mismo y tras algunos debates fue aprobada la Ley por ambas cámaras con el número 357 que autorizó al Poder Ejecutivo para la formación de una escuela militar.
Promulgada el 10 de octubre de ese mismo año esa Ley 357 se convirtió en la piedra fundamental del Colegio Militar de la Nación.
De inmediato el gobierno designó una comisión militar especial a efectos de proponer el reglamento y plan de estudios de la nueva escuela. Se recurrió para esta tarea a un selecto grupo de oficiales, veteranos de muchas campañas y que habían acreditado destacadas condiciones intelectuales; eran ellos el Brigadier General D. Emilio Mitre, el General D. Indalecio Chenaut, el Coronel D. Mariano Moreno, el Coronel D. Juan F. Czetz y el Sargento Mayor V. L. Peslouan.
Coronel D. Juan F. Czetz
Juan Czetz, primer director
Cerca de dos meses llevó a la comisión completar la tarea, que permitió al P.E. dictar un decreto el 22 de junio de 1870, oficializando lo propuesto. Dicho documento, firmado por el presidente Sarmiento y refrendado por el Ministro de Guerra General Martín de Gainza, designó como cuartel del Colegio Militar al edificio que sirviera de residencia a Juan Manuel de Rosas y al mismo tiempo nombra Director del Colegio Militar al Coronel de origen húngaro D. Juan F. Czetz y a los primeros oficiales.
Ramón L. Falcón, primer alumno del Colegio, que luego destacaría por su represión del movimiento obrero.
El edificio, que desde Caseros había sido destinado a distintos menesteres en forma temporaria, era de estilo colonial y de grandes proporciones para la época. En sus aulas y recintos se mantenían aún, muebles, estufas, alfombras, arañas y espejos que ornamentaron el lugar en tiempos de su primitivo propietario. Algunos de ellos, como un conjunto de rojos sillones de jacarandá, un escritorio de caoba, una cómoda y una caja de caudales, forman hoy el mobiliario del museo que funciona en la casa histórica de Caseros, dentro del predio del Colegio Militar en El Palomar.
El edificio se erguía al N.O. de la ciudad, distante de ella cerca de una legua, en los terrenos limitados por el arroyo Maldonado y el Río de la Plata. Su construcción databa de 1838.
La primera tarea del flamante director, el Coronel Juan F. Czetz, fue la adaptación de las instalaciones para la nueva función. Meses más tarde, el 19 de julio de 1870, ingresaba el primer alumno del Colegio, Ramón L. Falcón.
Este edificio, que había sido construido para albergar a una familia y al personal de servicio, llegó a cobijar en 1892 a 118 cadetes a los que había que agregar el cuadro de oficiales, el claustro de profesores y el personal de tropa y servicio.
Por espacio de 22 años, el caserón de Palermo de San Benito sirvió como cuartel del Colegio Militar y 17 promociones de oficiales egresaron de sus aulas, antes de ser abandonado en 1892 en búsqueda de mayor espacio.
Para entonces, el Colegio habría alcanzado un alto prestigio académico, formando a los cadetes en un riguroso secundario que, por la época, se consideraba de excelencia y se ubicaba entre las mejores academias militares del mundo
SEDE EN SAN MARTÍN
La nueva sede se fijó en la localidad de San Martín, donde hoy se encuentra el Liceo Militar General San Martín. Ese ámbito, al igual que el primero, no fue construido al efecto sino que se aprovechó una edificación ya existente destinada anteriormente a un Colegio de Artes y Oficios. El reacondicionamiento se efectuó con sendas partidas presupuestarias otorgadas a ese efecto por el Congreso.
Más allá de la importancia de la nueva sede en San Martín, pronto las limitaciones de la construcción evidenciaron la necesidad de buscar un espacio especialmente diseñado. Así surgió el proyecto para construir la sede definitiva del Colegio que se hará realidad en el año 1937. Los viejos campos del Palomar de Caseros fueron los elegidos, considerados un espacio ideal por su amplitud y cercanía a la Capital Federal.
NUEVAS INSTALACIONES EN EL PALOMAR
Pablo Riccheri
La piedra fundamental del nuevo edificio fue colocada por el General Pablo Ricchieri en 1904. Sin embargo, recién en 1921 bajo la presidencia de Hipólito Irigoyen, comenzaron efectivamente los trabajos de construcción.
Se adjudicaron las obras del pabellón «Dirección» a la empresa Bonnen Ibero, Parodi y Figini, iniciándose los trabajos el 19 de julio, con asistencia del entonces Ministro de Guerra Dr. Julio Moreno. Se descubrió en dicha oportunidad una placa adosada al «Palomar» histórico, que más tarde fue colocada al pie del busto del General de División Domingo Faustino Sarmiento, en inmediaciones del arco de entrada del Instituto.
El Ministro de Guerra que seguía de cerca los trabajos, ordenó suspenderlos en 1922 con el objeto de ampliar la capacidad del edificio para 1500 cadetes. Se encontraba ya construida para ese entonces parte de la Plaza de Armas, pavimentada con adoquinado de granito de Tandil, circundando con trazo elíptico al Palomar de Caseros.
Como consecuencia de la ampliación resultante del Plan de Obras, fue necesario abarcar la totalidad del terreno circundante, que incluía la antigua Escuela de Caballería.
A mediados de 1923 el Poder Ejecutivo aprobó el nuevo Plan de Obras, con una inversión superior a $ 13.500.000 moneda nacional que contemplaba prácticamente el actual Colegio Militar de El Palomar.
Hasta el año 1929 se asignó una partida de $ 500.000 Moneda nacional anuales para la continuación de la obra, en cumplimiento del nuevo contrato celebrado con la «Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones».
En 1930, la crisis económica, obligó a paralizar las obras por total falta de recursos. Llegando así al año 1935, en el cual se reinician por parte del Presidente Justo, ex director del Colegio, quien destinó los fondos necesarios para terminar en dos años de intensa actividad la obra.
El actual edificio, menos el pabellón C de dormitorios, las tribunas laterales del Campo de Deportes, el Casino de Oficiales y la primera Capilla, fueron inaugurados finalmente el 23 de diciembre de 1937 en ocasión del egreso anual de oficiales.
Con los años esas instalaciones se fueron ampliando, hoy los cadetes cuentan con numerosos espacios para su uso, se destacan una biblioteca informatizada en permanente expansión de más de 16.000 volúmenes, aulas interactivas, aulas tácticas, laboratorios de idiomas, física, química, polígono de tiro, capilla, salas de conferencias, cine, casino y un importante campo de deportes con gimnasio cubierto, salón de complementos, esgrima y pileta olímpica climatizada.
Además el Colegio Militar tiene el privilegio de contar con un patrimonio histórico único, ya que alberga dos sitios declarados Monumentos Históricos Nacionales: el Palomar y la Casa de Caseros, testigos mudos de importantes hechos del pasado como la Batalla de Caseros, antesala de la Constitución Nacional o las conversaciones preliminares del Pacto de San José de Flores, que consolidó la unión definitiva del país.
HISTORIA RECIENTE
La historia reciente encuentra al Colegio Militar en una etapa de grandes cambios, en los últimos años el Colegio Militar ha pasado a ser un Instituto Universitario que también otorga a los Subtenientes un título de grado que cuentan con el aval del Ministerio de Cultura y Educación. Así los cadetes pueden optar entre las Licenciaturas en Administración, en Enfermería Profesional o Contadores Públicos.
Otro hito importante en este proceso de cambio ha sido la incorporación de la mujer. Ellas hoy ingresan al Colegio Militar en una total igualdad de condiciones que sus pares varones, experiencia que ubica a esta institución como una de las más abiertas del mundo en su tipo.
Así llegamos al presente, que encuentra a este Instituto transitando el camino del afianzamiento y consolidación de esos cambios sin dejar de lado su finalidad esencial que es la de educación y formación de los futuros conductores del Ejército Argentino.
En 1869, aún no acallados los ecos de la Guerra del Paraguay, siendo Presidente de la Nación Domingo Faustino Sarmiento, surgió la inquietud de organizar un instituto de formación de oficiales para el Ejército. La idea no era nueva, pues varios ensayos se habían hecho en ese sentido desde los días de mayo de 1810, sin embargo todos ellos tuvieron corta existencia.
Unos años antes, en 1860, en un mensaje que Derqui leyera ante el Congreso de Paraná como Presidente de la Confederación, hizo una serie de consideraciones sobre la necesidad de crear una escuela militar, si bien lamentó los inconvenientes e imposibilidad de organizarla en ese momento.
El 9 de agosto de 1869 cuando aún no había cumplido el primer año de su mandato constitucional, Sarmiento envió un mensaje a la Cámara de Diputados adjuntando un proyecto para la creación de una escuela castrense que proveyera de oficiales altamente capacitados para mandar al Ejército.
Así el Congreso se abocó al estudio del mismo y tras algunos debates fue aprobada la Ley por ambas cámaras con el número 357 que autorizó al Poder Ejecutivo para la formación de una escuela militar.
Promulgada el 11 de octubre del mismo año, esa Ley 357 se convirtió en la piedra fundamental del Colegio Militar de la Nación.
De inmediato el gobierno designó una comisión militar especial a efectos de proponer el reglamento y plan de estudios de la nueva escuela. Se recurrió para esta tarea a un selecto grupo de oficiales, veteranos de muchas campañas y que habían acreditado destacadas condiciones intelectuales; eran ellos el Brigadier General D. Emilio Mitre, el General D. Indalecio Chenaut, el Coronel D. Mariano Moreno, el Coronel D. Juan F. Czetz y el Sargento Mayor V. L. Peslouan.
Cerca de dos meses llevó a la comisión completar la tarea, que permitió al P.E. dictar un decreto el 22 de junio de 1870, oficializando lo propuesto. Dicho documento, firmado por el presidente Sarmiento y refrendado por el Ministro de Guerra General Martín de Gainza, designó como cuartel del Colegio Militar al edificio que sirviera de residencia a Juan Manuel de Rosas y al mismo tiempo nombra Director del Colegio Militar al Coronel de origen húngaro D. Juan F. Czetz y a los primeros oficiales.
El edificio, que desde Caseros había sido destinado a distintos menesteres en forma temporaria, era de estilo colonial y de grandes proporciones para la época. En sus aulas y recintos se mantenían aún muebles, estufas, alfombras, arañas y espejos que ornamentaron el lugar en tiempos de su primitivo propietario. Algunos de ellos, como un conjunto de rojos sillones de jacarandá, un escritorio de caoba, una cómoda y una caja de caudales, forman hoy el mobiliario del museo que funciona en la casa histórica de Caseros, dentro del predio del Colegio Militar en El Palomar.
El edificio se erguía al noroeste de la ciudad, distante de ella cerca de una legua, en los terrenos limitados por el arroyo Maldonado y el Río de la Plata. Su construcción databa de 1838.
La primera tarea del flamante director, el Coronel Juan F. Czetz, fue la adaptación de las instalaciones para la nueva función. Meses más tarde, el 19 de julio de 1870, ingresaba el primer alumno del Colegio, Ramón L. Falcón.
Este edificio, que había sido construido para albergar a una familia y al personal de servicio, llegó a cobijar en 1892 a 118 cadetes a los que había que agregar el cuadro de oficiales, el claustro de profesores y el personal de tropa y servicio.
Por espacio de 22 años, el caserón de Palermo de San Benito sirvió como cuartel del Colegio Militar y 17 promociones de oficiales egresaron de sus aulas, antes de ser abandonado en 1892 en búsqueda de mayor espacio.
Para entonces, el Colegio habría alcanzado un alto prestigio académico, formando a los cadetes en un riguroso secundario que, por la época, se consideraba de excelencia y se ubicaba entre las mejores academias militares del mundo
La nueva sede se fijó en la localidad de San Martín, donde hoy se encuentra el Liceo Militar General San Martín. Ese ámbito, al igual que el primero, no fue construido al efecto sino que se aprovechó una edificación ya existente destinada anteriormente a un Colegio de Artes y Oficios. El reacondicionamiento se efectuó con sendas partidas presupuestarias otorgadas a ese efecto por el Congreso.
Más allá de la importancia de la nueva sede en San Martín, pronto las limitaciones de la construcción evidenciaron la necesidad de buscar un espacio especialmente diseñado. Así surgió el proyecto para construir la sede definitiva del Colegio que se hará realidad en el año 1937. Los viejos campos del Palomar de Caseros fueron los elegidos, considerados un espacio ideal por su amplitud y cercanía a la Capital Federal.
LA PIEDRA FUNDAMENTAL DEL NUEVO EDIFICIO FUE COLOCADA POR EL GENERAL PABLO RICCHIERI EN 1904.
Sin embargo, recién en 1921 bajo la presidencia de Hipólito Irigoyen, comenzaron efectivamente los trabajos de construcción.
Se adjudicaron las obras del pabellón "Dirección" a la empresa Bonnen Ibero, Parodi y Figini, iniciándose los trabajos el 19 de julio, con asistencia del entonces Ministro de Guerra Dr. Julio Moreno. Se descubrió en dicha oportunidad una placa adosada al "Palomar" histórico, que más tarde fue colocada al pie del busto del General de División Domingo Faustino Sarmiento, en inmediaciones del arco de entrada del Instituto.
El Ministro de Guerra que seguía de cerca los trabajos, ordenó suspenderlos en 1922 con el objeto de ampliar la capacidad del edificio para 1500 cadetes. Se encontraba ya construida para ese entonces parte de la Plaza de Armas, pavimentada con adoquinado de granito de Tandil, circundando con trazo elíptico al Palomar de Caseros.
Como consecuencia de la ampliación resultante del Plan de Obras, fue necesario abarcar la totalidad del terreno circundante, que incluía la antigua Escuela de Caballería.
A mediados de 1923 el Poder Ejecutivo aprobó el nuevo Plan de Obras, con una inversión superior a $13.500.000 Moneda Nacional, que contemplaba prácticamente el actual Colegio Militar de El Palomar.
Hasta el año 1929 se asignó una partida de $ 500.000 Moneda Nacional anuales para la continuación de la obra, en cumplimiento del nuevo contrato celebrado con la "Compañía Nacional de Pavimentación y Construcciones".
En 1930, la crisis económica, obligó a paralizar las obras por total falta de recursos. Llegando así al año 1935, en el cual se reinician por parte del Presidente Justo, ex director del Colegio, quien destinó los fondos necesarios para terminar , en dos años de intensa actividad, la obra.
Subtenientes egresados del CMN realizan prácticas de enfermería de combate
El actual edificio, menos el pabellón C de dormitorios, las tribunas laterales del Campo de Deportes, el Casino de Oficiales y la primera Capilla, fueron inaugurados finalmente el 23 de diciembre de 1937 en ocasión del egreso anual de oficiales.
Con los años esas instalaciones se fueron ampliando y hoy los cadetes cuentan con numerosos espacios para su uso. Se destacan una biblioteca informatizada en permanente expansión de más de 16.000 volúmenes, aulas interactivas, aulas tácticas, laboratorios de idiomas, física, química, polígono de tiro, capilla, salas de conferencias, cine, casino y un importante campo de deportes con gimnasio cubierto, salón de complementos, esgrima y pileta olímpica climatizada.
Además el Colegio Militar tiene el privilegio de contar con un patrimonio histórico único, ya que alberga dos sitios declarados Monumentos Históricos Nacionales: el Palomar y la Casa de Caseros, testigos mudos de importantes hechos del pasado como la Batalla de Caseros, antesala de la Constitución Nacional o las conversaciones preliminares del Pacto de San José de Flores, que consolidó la unión definitiva del país.
En la actualidad el Colegio Militar adecuó sus planes de estudio al nivel universitario y hoy los subtenientes egresan con el título de Licenciados en Conducción y Gestión Operativa, con orientación en Armas, Contable y Logística de Material.

Cadetes del CMN utilizan desde este año la pista de combate urbano, el polígono de tiro y los terrenos de la Base de Infantería de Marina Baterías
El Objetivo Educativo de la carrera consiste en formar graduados universitarios capaces de adecuar teorías, doctrinas y métodos de empleo de organizaciones militares, aplicadas a la conducción y gestión de funciones operativas derivadas de la Defensa Nacional.
Otro hito importante en este proceso de cambio ha sido la incorporación de la mujer. Ellas hoy ingresan al Colegio Militar en una total igualdad de condiciones que sus pares varones, experiencia que ubica a esta institución como una de las más abiertas del mundo en su tipo.
Así llegamos al presente, que encuentra a este Instituto transitando el camino del afianzamiento y consolidación de esos cambios sin dejar de lado su finalidad esencial que es la de educación y formación de los futuros conductores del Ejército Argentino.
CANCIÓN DEL COLEGIO MILITAR DE LA NACIÓN
Compuesta por el Mayor de Banda Domingo de Ruvo, publicado en boletín oficial del 11 de octubre de 1941.
I
Corazones de patrio sentir,
vibre un canto de honda emoción
a la Patria, de acento viril,
en los pechos que anidan acción.
II
Marcharán con empuje y vigor,
los cadetes del Gran Capitán,
con denuedo, con místico ardor,
conduciendo la enseña inmortal.
Coro
Cuerpo de Cadetes,
del Colegio Militar,
brillará con su sol tu bandera
¡oh, divina mejestad!
Cuerpo de valientes,
brazo armado nacional,
con sus armas y el temple de acero,
¡Cadetes a triunfar!
III
¡Comunica el mensaje a la lid...
Ingenieros e Infantes, a la acción...
Artilleros, el punto a batir...
a la carga, jinetes, valor!!
Intendencia apoya a la par,
enfermeras de temple tenáz,
Arsenales mi fé en vos está,
cuida mi arma no puede fallar.

UN RECORRIDO POR LA HISTORIA EN EL COLEGIO MILITAR DE LA NACION.

http://jovenesrevisionistas.org/un-recorrido-por-la-historia-en-el-colegio-militar-de-la-nacion/

El predio que contiene la monumental estructura del Colegio Militar de la Nación (CMN) en el Partido de Caseros, Provincia de Buenos Aires, no es un sitio al que se pueda acceder cuando uno quisiera. Sin embargo, y gracias a una invitación de nuestro amigo, el My Diego Gonzalo Cejas, un fin de semana de no hace mucho, mi padre y yo, en representación de Jóvenes Revisionistas y Patricios de Vuelta de Obligado, respectivamente, tuvimos el inmenso honor de entrar en él para apreciar la belleza de sus monumentos, las huellas históricas de sus instalaciones y la pulcritud y el orden de la vida militar que allí impera.
Fue el My Cejas quien nos ofreció una explicación histórico-didáctica de las partes más salientes y significativas del lugar. Y, cabe agregar, que su palabra infunde respeto por tratarse de un Magister en Historia quien, en breve, obtendrá su Doctorado en la materia. Infiero con esto, que estábamos en un lugar maravilloso y ante quien supo explicárnoslo.
Nuestra visita se inició ni bien traspusimos el arco de la entrada principal del CMN. Una vez dentro, se contempla la belleza del parque diseñado por el paisajista Carlos Thays, cubierto por la gramilla impecablemente cortada y los monumentos que van apareciendo a medida que se avanza por las calles internas. Luego de andar algunos cientos de metros, nos topamos con la entrada del edificio donde tiene su despacho el Director del Instituto, ocupado por un Oficial Superior Jefe del Ejército oficial con jerarquía de general. Allí nos detuvimos durante algunos minutos, ocasión en que se nos describió aspectos edilicios y paisajísticos del CMN:
“Estamos en el Colegio Militar de la Nación, sean bienvenidos ambos. Me da mucho agrado tenerlos por aquí. Ustedes saben que éste es el sitio histórico de la batalla de Caseros. Ahora vamos a ver la monumentalidad de los edificios, la elección del sitio. Sitio elevado, un monte que fue llamado “Monte Caseros”. Observen allá, la Cañada de Morón. Allá, al final, a la altura de los árboles, está el arroyo Morón. Y aquí, desde donde estamos nosotros, observamos la vista que tuvieron los defensores de aquél 3 de febrero de 1852.
“Por ser escenario de una Batalla, la de Caseros, todo el predio es un Sitio Histórico. Ahora, estamos en edificios que se inauguraron en diciembre de 1937. Mucho tiempo antes, se había concretado la adquisición de los terrenos. El primer Colegio Militar estuvo en el Caserón de Rosas en Palermo. El segundo estuvo donde hoy funciona el actual Liceo San Martín, y, el tercero aquí.
“Hubo un detalle tenido en cuenta: el hacerlo lejos de la ciudad de Buenos Aires, obedeció a conceptos rectores del siglo pasado que afirmaban que los cuarteles o lugares de educación, de instrucción, había que alejarlos de los vicios urbanos. San Martín ya empleó este concepto en 1817 al hacer su Cuartel del Plumerillo alejado de la ciudad. O de elegir el Cuartel del Retiro, en 1812, alejado de la ciudad. ¡El mismo Campo de Mayo! Había que tomarse todo un tren y 30 kilómetros de expedición para llegar al lugar.
“Estos edificios tienen una monumentalidad que, además, es conferida por el paisaje. El paisaje tiene especies arbóreas y antiguamente tenía especies animales de todas las regiones del país, de las 14 provincias de entonces. El parque fue encargado a Carlos Thays, quien también diseñó los bosques de Palermo. El Colegio Militar de la Nación, que hoy disfrutamos a pesar de que es un día de lluvia, también tiene un pequeño lago y hacia allí nos dirigimos.
“En los edificios hay muchos elementos simbólicos. Por ejemplo, fíjense el arco de entrada que tiene una simbología militar, es una transmutación. O sea, es diferente cuando se atraviesa este arco, uno se convierte en soldado al atravesarlo.”
Esta apasionante descripción que, con total gentileza, nos ofreció a modo de introducción el My Cejas, ya avizoraba el encanto del CMN y de todo lo que lucían sus grandes instalaciones. A cada paso que dábamos, un nuevo relato se abría, diáfano, ante la expectativa curiosa de nosotros.
LA CAPILLA Y LOS MONUMENTOS
Apenas habíamos avanzado algunos tramos, cuando nos cruzamos con una hermosa estatua que representaba a Pedro Ríos, el legendario “Tamborcito de Tacuarí”, heroico niño servidor de la patria que, a los 12 años de edad, murió en la campaña del general Manuel Belgrano en territorio paraguayo el 9 de marzo de 1811. Justamente, la estatua de Pedro Ríos corresponde al eximio escultor Luis Perlotti, la que “fue fundida en el Arsenal de Guerra. Está montada sobre un pedestal de mampostería y tiene una placa homenaje del Círculo Militar, con la siguiente inscripción: “El Círculo Militar al Tambor Pedro Ríos, Muerto en el Combate de Tacuarí-9 de marzo de 1811”. [1]
Bajamos del automóvil para contemplar de cerca esta obra escultórica, mientras el My Cejas nos explicaba acerca de los elementos que inspiraron a Perlotti para realizarla: “La postura de Pedro Ríos significa que está batiendo “a la carga”. Y cuando se bate a la carga, dicen las ordenanzas, hay que tomar la caja con la mano izquierda, hay que tomar ambas baquetas con la mano derecha y, ¡prum, prum, prum, prum!, es decir, marcar el paso para que avance la tropa. Perlotti realizó esta obra para la inauguración del CMN”. De esta misma figura, existen 4 estatuas más, pero la original es la que estábamos viendo ahí, en medio de una llovizna que hacía más solemne el paisaje.
Proseguimos camino, y entramos a la Capilla del CMN, la cual tenía sus puertas abiertas. Es de un estilo arquitectónico mucho más moderno que el conjunto que la rodea, lo que queda constatado en un documento que está en la antesala del sitio sagrado. Allí, se lee que la capilla fue erigida “a los veintiséis días del mes de marzo de mil novecientos sesenta y nueve (Año del centenario del Instituto)”. También existe en dicha antesala, un mármol que rinde tributo a quien fuera el primer Director del CMN, el coronel Juan F. Czetz, de nacionalidad húngara, país en donde fue general y comandante en Jefe de Transilvania.
La capilla consta de tres espacios, ubicándose en su centro el altar mayor. Murales con relieves y luces en su base, iluminan figuras tales como la de la Virgen María, “a cuyos pies tiene la medialuna porque es vencedora de los infieles en la reconquista de España. Esa medialuna la tiene abajo también la Virgen de Luján. La Virgen fue la vencedora de los moros infieles”, expresó el My Cejas, mientras seguimos observando y contemplando el lugar. También pude verse a Santa Catalina de Alejandría, “la patrona de los abogados, en razón de que intercede por nosotros ante Dios. Si observan bien, fíjense la torrecita, que bien puede representar a Alejandría, de donde era ella”, continuó diciendo nuestro amigo y guía.
Una vez vueltos al exterior, nos dirigimos hacia un espacio para observar otras estatuas y monumentos más, como el que recuerda a los cadetes que, egresados del CMN en la Promoción 109 del año 1978, murieron en la Guerra de Malvinas. Uno de ellos, fue el teniente Roberto Néstor Estévez, caído valientemente en acción el 28 de mayo de 1982. Los otros héroes caídos en el conflicto del Atlántico Sur, fueron los tenientes Marcos Antonio Fassio, Alejandro Dachary, Luis Carlos Martella y Julio César Auvieux. Todos ellos, lo mismo que Estévez, fueron ascendidos post mortem al grado de Tenientes Primeros. El monumento que los recuerda los muestra a los cinco de ¾ de frente con las islas Malvinas de fondo, todo en relieve. En el centro, y de forma ovalada, una leyenda que circunda la efigie del general José de San Martín dice: “PROMOCION 109 – 1978”. Antes de que continuáramos reconociendo las instalaciones del CMN, recuerdo lo que dijo el My Cejas sobre las muertes sublimes –pues, han muerto defendiendo la patria- de los inmortalizados en la escultura: “Ellos murieron siendo una bella esperanza de la patria”. Y era verdad.
La siguiente escultura que vimos en detalle, correspondía a un busto dedicado al general de Brigada Enrique Miguel Luzuriaga, el cual tuvo el privilegio de ser el primer Jefe del Cuerpo de Cadetes del CMN entre 1870 y 1872, sugiere una placa colocada debajo de la figura broncínea que la memora. Este oficial Luzuriaga era veterano de la Guerra del Paraguay, por eso las múltiples condecoraciones que ostenta en la escultura.
Raudamente, nos quedamos conversando sobre algunos vehículos que estaban apostados en diferentes sitios del predio, como ser un tanque norteamericano empleado en la Segunda Guerra Mundial; tres estatuas con altos pedestales que alzaban a soldados del arma de Infantería, Comunicaciones e Ingenieros, todos ellos en posición de ataque; un cañón Krupp de 75 mmm y otro sin retroceso empleado durante la Guerra de Malvinas en 1982. Más allá se exhibe un vehículo Bren Carrier para 6 soldados más el conductor del ejército inglés empleado en las batallas de El Alamein (1942) contra las tropas del Afrika Korps de Rommel.
Frente al Casino de Cadetes, vi una de las cosas que más me impactó del recorrido. Se trataba de 2 impecables cañones “Krupp” de 1866 y 1867 que, traídos que fueron a nuestro país por Bartolomé Mitre, fueron de los primeros Krupp que tuvo la República Argentina en su arsenal. Los ejemplares ya venían con sus cañones estriados, teniendo las siguientes características: el primer Tubo Cañón que miré, era un Cal. 85 mm L 22 – Modelo 1867; el otro Tubo Cañón era Modelo 1866 y muy similar al anterior. Ambas piezas estaban montadas en sus respectivas cureñas.
MONUMENTO A LOS CADETES
Cercanos a donde se hallaban el famoso Palomar y Casa de don Diego Caseros, edificios históricos donde se desarrolló la decisiva batalla de Caseros en febrero de 1852, detuvimos la marcha del vehículo ante un monumento que recuerda a los cadetes muertos en cumplimiento del deber. La nómina de los caídos tiene como inicio la Revolución del 6 de septiembre de 1930 [2], en donde perdieron la vida “algunos cadetes” del CMN, detalló el My Cejas, quien agregó que “hay que recordar que fueron los cadetes del Colegios Militar de la Nación quienes marcharon desde San Martín, entonces sede de su Colegio Militar, para contribuir con el derrocamiento de Yrigoyen. Ninguna de las unidades de Campo de Mayo quería golpear contra el presidente, que era muy popular en el Ejército. A los cadetes del CMN se les disparó desde las inmediaciones del Congreso, y desde el edificio de la Confitería Del Molino Algunos cadetes murieron y sus nombres se recuerdan aquí”.
El monumento es solemne, lleno de placas con relieves art nouveau, muchas de las cuales llevan las firmas de Gotuzzo, Rossi, Piana y De la Cárcova. Y si tomamos como referencia el relato ofrecido, veremos que las estatuas de tamaño natural de los 2 cadetes que custodian a la de la República están “en posición a la funerala, con la mirada recogida y de uniforme completo”. Estos detalles son de enorme valía para entender hasta los más mínimos símbolos que guarda el predio del CMN.
PALOMAR Y CASA DE CASEROS
Para el final, dejamos lo más antiguo del CMN: el Palomar y la Casa de Diego Caseros, sitios de altísimo interés para quienes nos dedicamos al estudio y la revisión de la historia argentina. Mi padre y yo quedamos, una vez más, envueltos en el relato de nuestro amigo Cejas:
“El arroyo Morón está a unos 2 mil metros más allá, siendo un obstáculo natural. Las fuerzas de Urquiza lo fueron a pasar por un puente –un único puente- y se presentaron detrás de los árboles que vemos, donde ahora está la pista de la base aérea de Morón. Aquí, las fuerzas contendientes distaban más o menos a unos 1500 metros, distancia suficiente para hacer jugar su artillería. De inmediato, avanzó el ejército de Urquiza, y la artillería defensora estaba toda en este lugar.”
En ese momento de la explicación, pudimos imaginar –porque lo estábamos viendo con nuestros propios ojos- el sitio donde se apostó el coronel Martiniano Chilavert para hacer fuego de artillería contra las fuerzas enemigas. Se trata de un espacio agreste que, situado a la derecha del Palomar, si nos situamos mirando de frente a las fuerzas de Urquiza que se venían desde Morón, tiene hoy como única referencia unos árboles frondosos que pasan casi inadvertidos. Los cañones de Chilavert “tenían un alcance de 600 metros. Pero primero les dispara con balas lisas y luego con metralla a los 300 metros”, añadió Cejas. O sea, la munición variaba de acuerdo a la distancia en que se encontraba Urquiza con su ejército.
Urquiza, los brasileños y los mercenarios alemanes tuvieron dos obstáculos antes de presentarse en el sitio donde nos hallábamos, pues primero debieron cruzar el río Reconquista a través del puente de Márquez, y luego el arroyo Morón por otro puente que quedaba, como se ha dicho, a escasos 2000 o 1500 metros del Palomar.
El edificio del Palomar “es del año 1788. Esto era una finca de producción, la finca productiva de Diego Caseros. Atrás estaba la casa de Caseros y acá el palomar. Él tenía árboles frutales, vacunos y porcinos. El Palomar era también un corral cubierto. El palomar tenía palomas (un plato muy apreciado en aquellos tiempos) y en este sitio –me indica la planta baja del palomar- iban los porcinos”.
Le pregunté a Diego Cejas si el dueño del palomar adhería al rosismo, dado que había cedido su propiedad para emplazar en ella al Estado Mayor de las fuerzas federales, respondiéndome lo siguiente: “Caseros se instaló en 1780, por lo que para 1850 ya no existía. No tengo idea si el Palomar no era entonces una de las propiedades de Rosas, o de alguien cercano a Rosas”. Después, cotejando archivos, di con el dato de que para la época del combate, la casa y el palomar pertenecían a don Simón Pereyra. La construcción incluye tres pisos concéntricos, galerías, interiores y depósitos. Inclusive, existe la creencia de que en algún pasaje de la batalla de Caseros, el Restaurador Rosas se subió a la parte más alta del Palomar para dirigir desde allí el dispositivo de sus fuerzas.
Mirando el paisaje adyacente, puede notarse la elevación del monte y, por ende, la estratégica elección del lugar por parte de Juan Manuel de Rosas para defender la soberanía en 1852. La observación del enemigo era total. De nuestra parte, entrar al palomar motivó el despliegue de algunas banderas, entre ellas la de la Federación y la de Jóvenes Revisionistas.
En la parte superior de la entrada principal, una placa de mármol blanco colocada por el Museo de Luján, reza: “EN ESTOS HISTORICOS CAMPOS DE MONTE CASEROS, EL Gral. URQUIZA AL FRNTE DEL EJERCITO ALIADO LIBRO LA GRAN BATALLA QUE DERROCO A LA DICTADURA DE ROSAS EL 3 DE FEBRERO DE 1852”. Rosas, es cierto, había sido un dictador pero a la usanza romana, o sea, un dirigente que en épocas de crisis imponía el orden hasta lograr que todo regrese a sus cauces. Se puede concluir, entonces, en que de no haber existido la dictadura de Rosas la patria no tendría la extensión que hoy posee. Que media docena de republiquetas se habrían repartido el botín y dejado a su pueblo en la más absoluta de las ruinas. Lógicamente, esto es un pensamiento que se me vino a la mente mientras contemplaba aquel mármol blanco lleno de terminología triunfante y liberal.
Distante unos 500 metros del Palomar se encuentra la Casa de Diego Caseros, construcción muy similar a la que está en Bernal, provincia de Buenos Aires, y que es conocida como Finca de Santa Coloma, construida que fue en 1805. La de Caseros fue declarada Monumento Histórico Nacional por Decreto Nº 1868 del 26 de julio de 1983, y, como dato de color, la veleta de su mirador aún tiene magullones y marcas de proyectiles.
Al igual que el Palomar, la casa fue construida en 1788 y donada al Ejército Argentino en 1912 por intermedio de las señoras Luisa y María Antonia Pereyra Iraola. Allí, no solamente tuvo lugar la batalla de Caseros sino que, también, fue escenario de la reunión preliminar que permitió la firma del Pacto de San José de Flores en 1859, por el cual la provincia de Buenos Aires entraba a formar parte de la Confederación Argentina tras la batalla de Cepeda.
El frente del solar tiene una galería de neto corte colonial y un techo sostenido por 5 columnas de madera. Todo lo que compone el mobiliario, como ser las puertas, ventanas, faroles, rejas y paredes, están en muy buen estado de conservación, funcionando en su interior un museo que guarda objetos originales de la época de la batalla de Caseros, constituyéndose en uno de los más importantes de su tipo en nuestro país.
La pared del fondo daba hacia el sector por donde avanzaba la infantería y la artillería urquicista, por ende, fue la que recibió mayor cantidad de impactos durante la refriega de 1852. Sobre el costado izquierdo de la propiedad –mirándola de frente- un añoso ombú es el único testigo que queda de aquel combate. Sólo él sabe el drama que hubo allí. En esa pelea entre hermanos hubo, como en todo acto de guerra, sufrimientos por doquier e injusticias nunca resueltas. Y puede que siempre haya en el ambiente un motivo metafísico para rehabilitar viejas disputas o reyertas que jamás podrán subsanarse.
Sobre esa misma pared trasera existen, además de unas cuantas ventanas enrejadas, una puerta y un portón. Por uno de estos dos “fue que entró el comandante León de Pallejas [3] y mató sin mediar palabra al doctor Claudio Mamerto Cuenca”, esboza el My Cejas, para quien no es probable que ese crimen haya ocurrido en el Palomar, como es de común creencia, puesto que nunca el hospital de campaña puede desplegarse en un lugar donde se criaban cerdos y palomas en razón de lo insalubre del mismo. [4]
Pared trasera del solar de Diego Caseros. Fue la que recibió los disparos del ejército urquicista. Al fondo, se contempla el mirador de la casa.
Estábamos en el epílogo de este tour por el CMN. Atrás dejamos la casa histórica de Caseros y a aquel caballo moro que, apacible, se acercó hacia donde estábamos para luego ponerse a pastar muy cerca de nosotros. Sobre su lomo tenía la marca “R 68”. Después supimos que se trataba de un flete que había escapado de la Veterinaria del lugar. Lo recuerdo como un animal que quiso endulzar aquella dulce estampa de patria vieja junto al campo del honor.
Antes de despedirnos, el My Cejas expresó: “Hoy ustedes conocieron solamente el exterior de las instalaciones. La próxima vez, los invito a conocer el Museo de Armas y algunos interiores, en los cuales apreciarán la valía arquitectónica e histórica que aquí existe”. Le tomamos la palabra, querido amigo. Y gracias por todo. Por Gabriel O. Turone
[1] Nota “Campaña del Paraguay (1810-1811)”, portal de de historia Revisionistas. Ver: http://www.revisionistas.com.ar/?p=6660
[2] El término “Revolución” para referir lo sucedido en el año 1930 es, por cierto, arbitrario, pues formalmente se trató de un golpe de Estado. Está en la opinión de unos y otros el describir al hecho como una “revolución” o como un “golpe de Estado”, ello en virtud de las interpretaciones subjetivas de los que estuvieron a favor o en contra. Así se interpreta también lo de 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976.
[3] León de Pallejas nació en Sevilla, España, en el año 1816. Venido al Plata, juró pelear por el general Fructuoso Rivera. Halló la muerte en la batalla del Boquerón durante la guerra del Paraguay (julio de 1866).
[4] No existen datos que señalen, con precisión, si para el año del encuentro de armas aún funcionaba la cría de palomas y de porcinos en la estructura del Palomar.
Fuente:
http://fdra.blogspot.com.ar/2017/04/ejercito-argentino-colegio-militar-de.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Colegio_Militar_de_la_Naci%C3%B3n_(Argentina)
http://www.colegiomilitar.mil.ar/esp/el-colegio-militar_mision.html

2 comentarios:

  1. Muy BIen. Debo destacar que los caños crup fueron colocados en Martin Garcia y en Zarate por el Coronel Carlos Domingo Sarmiento (sanjuanino)
    Un abrazo. Rafael Sarmiento.

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  2. Excelente material histórico, muy bien presentado. Al comentario anterior debo corregirle: Cañones Krupp.
    Consulta; Dado que mi esposa da. Susana Nebuloni Bernasconi es nieta del Tte.Cnl. Raul J. Bernasconi como puedo saber cuando egresó del CMN, y si efectivamente fue profesor de dicho Instituto. El único dato que poseo es que fue jefe del Distrito Militar 17 (Junin) allá por los años 20. Muchas gracias.
    Gerardo Doyle

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