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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

3 de junio de 2019

MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO (03 DE JUNIO DE 1770 - 20 DE JUNIO DE 1820 ).

General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
En el libro parroquial de bautismos de la Iglesia Catedral de Buenos Aires, iniciado en el año de 1769 y concluido en el de 1775, se lee al final de la página 43:
  • "En 4 de junio de 1770, el señor doctor don Juan Baltasar Maciel canónigo magistral de esa santa iglesia Catedral, provisor y vicario general de este obispado, y abogado de las reales audiencias del Perú y Chile, bautizó, puso óleo y crisma a Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús, que nació ayer 3 del corriente: es hijo legítimo de don Domingo Belgrano Pérez y de doña Josefa González: fue padrino D. Julián Gregorio de Espinosa".
Nació nuestro héroe, cuarenta años antes de la gran revolución que lo inmortalizó y a la que sirviera con abnegación ejemplar.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Quebrantos financieros en los últimos años de su vida -murió en 1795- motivados por un proceso en el cual se vio implicado sin razón, le crearon situaciones difíciles. Los hijos se hicieron cargo de las obligaciones pendientes, al abrirse la sucesión. Y la gloria de su cuarto vástago arrancó para siempre del anónimo a este esforzado comerciante ligur que tuvo confianza en la generosa tierra del Plata.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Manuel Belgrano fue el cuarto hijo de un matrimonio que tuvo ocho varones y tres mujeres. El padre, Domingo Belgrano y Peri, había llegado al Plata en 1751. Era genovés. En Buenos Aires prosperó; obtuvo la naturalización; integró el núcleo de comerciantes importantes; se casó en 1757 con doña María Josefa González Casero -de antiguo arraigo en la ciudad-, y dio a su numerosa familia, educación esmerada y vida cómoda. Los hijos correspondieron a la solicitud de los padres: sirvieron al Estado en la milicia, en la administración o el sacerdocio, con dedicación y brillo.

General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Belgrano cursó las primeras letras en Buenos Aires. En el Colegio San Carlos, bajo la dirección del Dr. Luís Chorroarín, estudió latín y filosofía, acordándosele el diploma de licenciado en esta última disciplina el 8 de junio de 1787, cuando ya se encontraba en España adonde lo había enviado su padre para instruirse en el comercio.
Manuel Belgrano
Manuel Belgrano
Manuel Belgrano durante su estadía en Londres; obra al óleo sobre tela de François Casimir Carbonnier, la imagen del fondo reproduce el primer izado de la Bandera Argentina

PredecesorJuan Martín de Pueyrredón
SucesorJosé de San Martín

7 de agosto de 1816-11 de diciembre de 1819
PredecesorJosé Rondeau
SucesorFrancisco Fernández de la Cruz

1811-1814
PredecesorCornelio Saavedra
SucesorGregorio Perdriel

Datos personales

Nacimiento
3 de junio de 1770
Bandera del Imperio Español Buenos AiresVirreinato del Perú

Fallecimiento
20 de junio de 1820 (50 años)
Bandera de Argentina Buenos AiresProvincias Unidas del Río de la Plata

Cónyuge
María Josefa Ezcurra
María Dolores Helguero y Liendo

Hijos
Manuela Mónica, Pedro Rosas

Ocupación
abogadoperiodistapolítico,
economista y militar

Alma máter
Universidad de Valladolid

Religión
Catolicismo
Firma

Firma de Manuel Belgrano
Sin embargo, fue en la Universidad de Salamanca, donde se matriculó, graduándose de abogado en Valladolid en 1793. Poco ha contado Belgrano de su paso por las aulas peninsulares. Más le interesaron las nuevas ideas económicas, las noticias de Francia y su revolución - filtradas a pesar de la rigurosa censura -, las discusiones de los cenáculos madrileños donde se hablaba de los fisiócratas - mágica palabra - y hacían adeptos Campomanes, Jovellanos, Alcalá GaIiano.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Conoció la vida de la Corte , viajó por la Península , leyó a sus autores predilectos en francés, italiano e inglés; cultivó, en fin, su espíritu.
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Cercana la hora del regreso recibió a fines de 1793 una comunicación oficial en Ia que se le anunciaba haber sido nombrado Secretario perpetuo del Consulado que se iba a crear en Buenos Aires. En febrero de 1794 se embarcó para el Plata. Iniciaba, así, a los veinticuatro años de edad, su actuación pública. Hasta su hora postrera, estaría consagrado a servir a sus compatriotas.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Apoyó la creación de establecimientos de enseñanza, como las Escuelas de Dibujo y de Náutica. Redactó sus reglamentos, pronunció discursos, alentó las vocaciones nacientes y trató de dar solidez a estas escuelas, prontamente anuladas por la incomprensión peninsular.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Halló todavía tiempo para traducir un libro de Economía Política, redactar un opúsculo sobre el tema, contribuir a la fundación del "Telégrafo Mercantil", e interesar a un grupo de jóvenes que como él deseaba lo mejor para su patria, en los principios fundamentales de la economía política.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
No descuidó, sin embargo, su tarea específica de secretario del Consulado, donde, detallada y cuidadosamente, redactaba las actas. Durante una década - agitada ya por fermentos e inquietudes -- se preparó para manejar a los hombres y encauzar los acontecimientos. El primer cañonazo del invasor inglés - que precipitó los hechos- alejará a Belgrano de su bufete, para lanzarlo a la acción.

General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Su actuación durante las Invasiones Inglesas (1806-1807) El 27 de junio de 1806 fue un día de luto para Buenos Aires. Bajo un copioso aguacero desfilaron hacia el Fuerte los 1.500 hombres de Beresford, que abatieron la enseña real, mientras el virrey Sobremonte marchaba, apresurado, hacia Córdoba.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Belgrano - capitán honorario de milicias urbanas - había estado en el Fuerte para incorporarse a alguna de las compañías que se organizaron y que nada hicieron, luego, para oponerse al invasor.
  • "Confieso que me indigné; me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra dominación y sobre todo en tal estado de degradación que hubiera sido subyugada por una empresa aventurera, cual era la del bravo y honrado Beresford, cuyo valor admiro y admiraré siempre en esta peligrosa empresa".
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Días más tarde los miembros del Consulado prestaron juramento de reconocimiento a la dominación británica. Belgrano se negó a hacerlo, y como fugado, pasó a la Banda Oriental , de donde regresó, ya reconquistada la ciudad, aunque habían sido sus propósitos participar en la lucha popular.
Manuel Belgrano
Al organizarse las tropas para una nueva contingencia, Belgrano fue elegido sargento mayor del Regimiento de Patricios. Celoso del cargo, estudió rudimentos de milicia y manejo de armas, y asiduamente cumplió con sus deberes de instructor.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Cuando quedó relevado de estas funciones fue adscripto a la plana mayor del coronel César Balbiani, cuartel maestre general y segundo jefe de Buenos Aires. Como ayudante de éste, actuó Belgrano en la defensa de Buenos .Aires. Fue Jefe del RI1 Patricios drutante 1811 y desde 1813 hasta 1814.
El monárquico
Antes de la declaración de la Independencia (9 de julio de 1816), declama ante los congresistas e insta a declarar cuanto antes la independencia. Propone una idea que contaba con el apoyo de San Martín: la consagración de una monarquía: "Ya nuestros padres del congreso han resuelto revivir y reivindicar la sangre de nuestros Incas para que nos gobierne.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Yo, yo mismo he oído a los padres de nuestra patria reunidos, hablar y resolver rebosando de alegría, que pondrían de nuestro rey a los hijos de nuestros Incas." No obstante, la propuesta monárquica de Belgrano no prospera, dado que habían corrido rumores de que incluía la cesión de la corona a la casa de Portugal.
Fotografía/Imagen: Retrato de Manuel Belgrano realizado en Londres (1815) por el artista francés Francois Casimir Carbonnier, para quien posó Belgrano durante su misión diplomática en la capital inglesa. El cuadro actualmente se conserva en el Museo Municipal de Artes Plásticas Dámaso Arce de Olavarría
El educador
En este sentido, Belgrano que fue el promotor de la enseñanza obligatoria que el virrey Cisneros decretó en 1810. Se destaca también su labor como periodista; después de su actuación en el Telégrafo Mercantil, creó el Correo de Comercio, que se publicó entre 1810 y 1811, y en el cual se promovió la mejora de la producción, la industria y el comercio. Fundador de la Escuela de Matemáticas en 1810, costeada por el Consulado, y de la Academia de Matemáticas del Tucumán, que en 1812 instauró para la educación de los cadetes del ejército.
La casa de Manuel Belgrano, demolida a inicios del siglo XX.
Dona sus sueldos y premios del ejercito para construir 40 escuelas publicas y hasta dicto el reglamento con que debían funcionar. La historia oficial no lo cuenta, o lo disimula, tal vez para no quitarle el mérito a Sarmiento, que por otra parte no fue éste el que hizo las escuelas, sino su Ministro de economía, Nicolás Avellaneda, que luego se lo reprocha con amargura; en un “Apunte” de 1874, (que se editó en 1910) en sus Escritos y discursos. Nicolás Avellaneda se atribuyó el mérito único, pero reconociendo que el presidente facilitaba su nombre de educador:

Escudo de armas de la familia Belgrano.
"Bajo mi ministerio – dice Avellaneda – se dobló en número de los colegios, se fundaron las bibliotecas populares, los grandes establecimientos científicos como el Observatorio, se dio plan y organización a los sistemas escolares, y provincias que encontré como La Rioja sin una escuela pública llevaron tres mil o cuatro mil alumnos... Es la página de honor de mi vida pública y la única a cuyo pie quiero consignar mi nombre. ¿Cuál fue la intervención del señor Sarmiento en estos trabajos, que absorbieron mi vida por entero durante cinco años? 
El nombre del señor Sarmiento al frente del gobierno era por sí solo una dirección dada a las ideas y ala opinión en favor de la educación popular; su firma al pie de los decretos era una autoridad que daba prestigio a mis actos. Su intervención se redujo, sin embargo, a esta acción moral. Supo el señor Sarmiento que había bibliotecas populares y una ley nacional que las fundaba cuando habían aparecido los primeros volúmenes del Boletín de las Bibliotecas, y éstas convertídose en una pasión pública.
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
El señor Sarmiento no se dio cuenta de la ley de subvenciones y de su mecanismo sino en los últimos meses de su gobierno. Esto es todo y es la verdad". ( Nicolás Avellaneda, Escritos y discursos, VIII, 397. )(El “Apunte” de Avellaneda no estaba destinado a la publicidad; es un desahogo íntimo de quien ve a otro atribuirse un mérito propio) 
Economista
Belgrano tuvo unas claras ideas sobre economía, entre otros:
“la exportación de lo superfluo es la ganancia mas clara que pueda hacer una Nación”. …”el modo mas ventajoso de exportar las producciones superfluas de la tierra es ponerlas antes en obra o manufacturadas”…..”la importación de las materias extranjeras para emplearse en manufacturas, en lugar de sacarlas manufacturadas de sus países, ahorra mucho dinero y proporciona la ventaja que produce a las manos nativas que se emplean en darles una nueva forma”…… “La importación de las cosas de absoluta necesidad, no puede estimarse un mal, pero no deja de ser un motivo real de empobrecimiento de una nación”…..” es un comercio ventajoso dar sus bajeles a flete a las otras naciones”…..” la importación de mercancías extranjeras para volverlas a exportar enseguida procura un beneficio real”.
Belgrano desobediente
Por suerte, para nosotros, Belgrano también tuvo su faceta “desobediente”
La tarde del 25 de Mayo, Belgrano hace jurar la bandera en Jujuy, pero la Junta (Rivadavia) le reprocha “…la reparación de tamaño desorden (la jura de la Bandera) …” (ya se lo habían reprochado en Rosario).
En el Norte, el ejército de Belgrano, ante el avance de los Españoles, inicia el éxodo del pueblo Jujeño hacia Tucumán, donde decide resistir apoyado por el entusiasmo de la gente ”Sin mas armas que unas lanzas improvisadas, sin uniforme, ni otra montura que la silla y los guardamontes. No tenían disciplina ni tiempo de aprender al voces de mando, pero les sobraba entusiasmo...”
Rivadavia lo increpa para que se retire a Córdoba pero Belgrano le escribe “ Algo es preciso aventurar y ésta es la ocasión de hacerlo; voy a presentar batalla fuera del pueblo y en caso desagraciado me encerraré en la plaza hasta concluir con honor...” .
La Revolución francesa fue un importante tema de discusión enEuropa durante la permanencia de Manuel Belgrano.
Todavía el 29 insistía Rivadavia en la Retirada: “ Así lo ordena y manda este Gobierno por última vez...la falta de cumplimiento de ella le deberá a V.S. los mas graves cargos de responsabilidad” (Historia Argentina de J.M. Rosa). 
Por suerte Belgrano, desobediente, finalmente hace frente y derrota a los realistas que deberán retirarse con grandes perdidas de hombres y equipos militares, derrotados con los valientes gauchos que los ilustrados porteños rebautizarían con el mas decente denominativo de “valientes campesinos a caballo” . (...que patriota Rivadavia ¡¡¡¡, estaría pensando en el negociado de las minas de Famatina o en el empréstito Baring? Menos mal que tuvimos algunos patriotas “desobedientes”) 
Muerte en el olvido
Belgrano no se casó, pero tuvo varios hijos. De sus amores con una joven tucumana nació su hija, Manuela Mónica, que fuera enviada por su pedido a Buenos Aires, para instruirse y establecerse.
Tuvo otro hijo con la hermana de Encarnación Escurra, mujer de Rosas. Este lo crió y cuando cumplió 18 años le contó quien era su ilustre padre: "De ahora en más puede llamarse Pedro Rosas y Belgrano" – le dijo.
Bendición de la Bandera por el Saerdote Gorriti
Después de todo lo que hizo por la patria y las donaciones que hizo de su patrimonio para la educación muere en la pobreza y el olvido. Aquejado por una grave enfermedad (hidropesía) que lo minó durante más de cuatro años, y todavía en su plenitud, el prócer murió en Buenos Aires el 20 de junio de 1820, empobrecido y lejos de su familia. Sólo un diario, "El Despertador Teofilantrópico" se ocupó de la muerte de Belgrano, para los demás no fue noticia. Culminaba así una vida dedicada a la libertad de la Patria y a su crecimiento cultural y económico 
Años mas tarde, con motivo del traslado de sus restos a la iglesia de Santo Domingo (en la actual Av. Belgrano), durante el gobierno de Roca, los ministros Pablo Ricchieri (de Guerra) y Joaquín V. González se quedaron con los dientes de Belgrano. Los llevaron “de recuerdo”, dijeron. Conocido el hecho y ante la evidencia, explicaron que lo hicieron para evitar que “los robaran”.
Juan José Castelli, primo de Manuel Belgrano, ambos compartieron las labores en elConsulado de Buenos Aires y en el periodismo.
El episodio aparece citado en el libro de Jorge B. Rivera: Territorio Borges y otros ensayos breves - Buenos Aires (2000).
En una parte dice:
  • “La exhumación del cadáver de Belgrano, en el atrio del Convento de Santo Domingo dio lugar en 1902 a un episodio curioso: Joaquín V. González y el general Pablo Ricchieri habrían intentado apoderarse durante la ceremonia de algunos dientes de Belgrano”.
Buenos Aires. El Prior de Santo Domingo sosteniendo los restos de Manuel Belgrano, extraídos de la bóveda en el atrio del Convento de Santo Domingo, 1902.
Rivera acota en la página 157 de su libro: 
  • “Por ese motivo la revista Caras y Caretas del 13 de septiembre de 1902 publicó una caricatura en la que el espíritu de Belgrano increpa a sus depredadores: “¡Hasta los dientes me llevan! ¿No tendrán bastante con los propios para comer del presupuesto?”.
También hay una interesante y pormenorizada narración sobre este tema en la revista Todo es Historia, Nº 38, Junio de 1970. El artículo es de Jimena Sáenz.
Virgen de Caacupé una de las advocaciones a santa María que Manuel Belgrano tuvo por referencia.
Pacho O’Donell en su libro “El grito sagrado” relata:
  • “….Ochenta y tres años después de su muerte podía leerse en el matutino La Prensa a raíz de la exhumación de sus restos para ser trasladados al mausoleo donde hoy yacen, en la iglesia de Santo Domingo: "Llama la atención que el escribano del Gobierno de la Nación no haya precisado en este documento los huesos que fueron encontrados en el sepulcro; pero no es ésta la mayor irregularidad que he podido observar en este acto. Entre los restos del glorioso Be1grano que no habían sido transformados en polvo por la acción del tiempo, se encontraron varios dientes en buen estado de conservación y ¡admírese el público! ¡esos despojos sagrados se los repartieron buena, criollamente, el ministro del Interior y el ministro de Guerra! (...) Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación y que el escribano labre un acta con el detalle que todos deseamos y que debe tener todo documento histórico..."
“El escándalo fue tal que los susodichos ministros, el doctor Joaquín V. González y el coronel Ricchieri, tuvieron que devolver los dientes del prócer”.
La bandera de nacional.
Belgrano es el creador de la bandera “Azul y blanca” y no la “celeste y blanca” que impusieron Sarmiento y Mitre. La bandera, creada en Rosario el 27 de febrero de 1812 por Belgrano inspirada en la escarapela azul-celeste del Triunvirato, debido al color de la heráldica, que no es azul-turquí ni celeste sino el que conocemos como azul. Nada tuvo que ver el color del cielo con que nos quisieron convencer. 
Manuel Belgrano a caballo.
Tampoco fueron “celestes y blancas” las cintas que distinguieron a los patriotas del 22 de mayo, sino que eran solamente blancas o “argentino” que en la heráldica simboliza “la plata”. Fueron solamente blancas. La cinta azul se agregó como distintivo del Regimiento de Patricios. Pero tampoco era celeste, sino tomados del azul y blanco del escudo de Buenos Aires.
Azul y blanca fue la bandera que flameó en el fuerte de Buenos Aires, en Ituzaingo durante la guerra con brasil, y en la guerra del Paraguay. En 1813, Artigas le agregaría una franja colorada (punzó) cruzada para distinguirse de Buenos Aires sin desplazar la “azul y blanca”. La bandera cruzada fue usada en Entre Ríos y Corrientes.


La estatua ecuestre de Manuel Belgrano que lo homenajea en la Plaza de Mayo, Buenos Aires, desde 1873.
La cinta punzó fue adoptada por los Federales, mientras los Unitarios, para distinguirse, usaron una cinta celeste, y no el azul de la bandera. Cuando Lavalle inició la invasión “libertadora” contra su patria (apoyado y financiado por Francia) también uso la bandera “celeste y blanca” para distinguirla de la nacional... “ni siquiera enarbolaron (los libertadores) el pabellón nacional azul y blanco, sino el estandarte de la rebelión y la anarquía celeste y blanco para que fuese más ominosa su invasión en alianza con el enemigo” (Coronel salteño Miguel Otero en carta Rufino Guido, hermano de Tomas Guido, el 22 de octubre de 1872. Memorias. ed. 1946, pág. 165). 
El 23 de marzo de 1846 Rosas le escribió al encargado de la Guardia del Monte, diciéndole que se le remitiría una bandera para los días de fiesta, agregando que "...Sus colores son blanco y azul oscuro con un sol colorado en el centro y en los extremos el gorro punzo de la libertad. Esta es la bandera Nacional por la ley vigente. El color celeste ha sido arbitrariamente y sin ninguna fuerza de Ley Nacional, introducido por las maldades de los unitarios. Se le ha agregado el letrero de ¡Viva la Federación! ¡Vivan los Federales Mueran los Unitarios!". La misma bandera se izó en el Fuerte de Bs.As. el 13 de abril de 1836 al celebrarse el segundo aniversario del regreso de Rosas al poder. La misma bandera que Urquiza le regala a Andrés Lamas y que hoy se conserva en el Museo Histórico Nacional de Montevideo. 
Jura de la Bandera en las Barrancas del Paraná
Rosas, quiso que las provincias usaran la misma bandera y evitaran el celeste, y con ese propósito mantuvo correspondencia, entre otros, con Felipe Ibarra, gobernador de Santiago del Estero, entre abril y julio de 1836. "Por este motivo debo decir a V. que tampoco hay ley ni disposición alguna que prescriba el color celeste para la bandera nacional como aun se cree en ciertos pueblos." (José Luis Busaniche) "El color verdadero de ella porque está ordenado y en vigencia hasta la promulgación del código nacional que determinará el que ha de ser permanente es el azul turquí y blanco, muy distinto del celeste." Y le recordó que las enseñas nacionales que llevó a las pampas y la del Fuerte, tenían los mismos colores, y que las mismas banderas para las tropas fueron bendecidas y juradas en Buenos Aires.
Rosas uso la azul y blanco y le adicionó cuatro gorros frigios en sus extremos, según Pedro de Angelis, en honor a los cuatro acontecimientos que dieron nacimiento a la Confederación Argentina: el tratado del Pilar del 23 de febrero de 1820)(que adoptó el sistema Federal), el Tratado del Cuadrilátero (de amistad y unión entre Bs.As y las provincias) la Ley Fundamental de 23 de enero de 1825 (que encargo a Bs.As. las relaciones exteriores y la guerra) ), y el Pacto Federal del 4 de enero de 1831 ( creación de la Confederación, a la que se adherían las provincias) (ver Las banderas de Rosas)
General MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO
Expulsado Rosas en Caseros, Sarmiento adopta el celeste unitario en vez del azul de la bandera nacional. En su “Discurso a la Bandera” al inaugurar el monumento a Belgrano el 24 de septiembre de 1873 señaló a la enseña de la Confederación como un invento de bárbaros, tiranos y traidores, y en su Oración a la Bandera de 1870, denigra la “blanca y negra” de la Vuelta de Obligado diciendo además que ” la bandera blanca y celeste ¡Dios sea loado! no fue atada jamás al carro triunfal de ningún vencedor de la tierra”. Y si alguna vez fue atada al carro de algún triunfador, se lo debemos a Sarmiento y no al Restaurador. Tampoco la celeste y banca de Sarmiento recibió saludo de desagravio de ninguna potencia imperial. Mucho menos la de Mitre.
Litografía de Manuel Belgrano. 
Mitre se basa en el “celeste” basándose entre otros argumentos en un óleo se San Martín hecho en 1828, como si el color adoptado por un artista fuera argumento suficiente. El general Espejo, compañero de San Martín, en 1878 publicaba sus Memorias del y recordaba como azul el color original de la bandera de los Andes conservada desteñida en Mendoza. Pero Mitre, que siempre interpretó las cosas como le convino, lo atribuyó a una “disminuida memoria del veterano”.
En 1908, ante la confusión existente y a pedido de la Comisión del Centenario, se estableció el color azul de la ley 1818 para la confección de banderas. Sin embargo, siguió empleándose el celeste y blanco, en lugar del la gloriosa “azul y blanca” La misma bandera que acompaño a San Martín en su gloriosa gesta Libertadora y la misma que acompaño los restos del propio Rosas en Southampton.
Mausoleo del General Belgrano en la iglesia de Santo Domingo en Buenos Aires - Argentina
Un día como hoy, pero de 1812...
Belgrano enarbola en las Barrancas del río Paraná, por primera vez la Bandera Nacional.
Rosario. Febrero 27 de 1812.
Excelentísimo Señor
En este momento que son las 6 y 40 de la tarde se ha hecho la salva en la Batería de la Independencia, y queda con la dotación competente para los tres cañones que se han colocado, las municiones y la guarnición.
He dispuesto para entusiasmar a las tropas, y estos habitantes que se formasen todos aquellos, y les habló en los términos de la copia que acompaño.
Siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional y espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia.
Dios guarde Vuestra Excelencia muchos años. Rosario, 27 de febrero de 1812.
Excelentísimo Señor.
Manuel Belgrano [Rubricado]
Excelentísimo Gobierno Superior de las Provincias del Río de la Plata.
Réplica del Sable del General Manuel Belgrano. Pieza donada por el Brigadier (R) D Ivar D. Cotelo.
Sobre MANUEL BELGRANO. Por Rolando Hanglin | Para el Diario 
LA NACION
La palabra "tano" es una apócope de "napolitano", pero se emplea -en el habla familiar de Buenos Aires- para designar a cualquier italiano, de la región que fuese, y a los italianos en general. Del mismo modo que se ha establecido el "gallego" o "yoyega" o "gaita" para todos los españoles, sin distinción de provincias o autonomías.
Pero no se llama "tano" a cualquier persona de apellido italiano, porque en ese caso el apodo valdría casi para la mitad de los argentinos. Sólo se emplea para los nacidos en Italia, o para los hijos de un notorio italiano. Suele hablarse del "tano" Fulano y su hijo, "el tanito" Mengano. Cuando el hijo crece y se hace adulto, ya merece el apodo de "tano".
Este término coloquial es exclusivo de Buenos Aires, ya que en otras provincias de fuerte composición italiana se usa el "Gringo". Específicamente, en Santa Fe y Entre Ríos, para los "Gringos de las Chacras", que componen las tradicionales colonias agrícolas del Litoral, y son de origen italiano, suizo o alemán.
La palabra "Gringo" se utiliza en Cuba, Puerto Rico, Méjico y en la Florida para designar a los americanos de habla inglesa y sus costumbres. En Brasil, los "gringos" somos nosotros, los argentinos, en general. Y en España, donde el idioma se emplea con mayor propiedad, no se dice "gringo" sino "guiri", en referencia a los extranjeros del Norte. Por ejemplo: un italiano, un griego, un argentino, no son "guiris" pero sí cualquier alemán, inglés o sueco. En cambio, un francés sería corrientemente un "gabacho", que es como para nosotros decir "franchute".
La inmigración italiana en la Argentina es tan torrencial que apenas puede compararse con la del Uruguay, los Estados Unidos o Australia. Numerosos personajes, conocidos en todo el mundo y argentinos por excelencia, tienen origen italiano. Algunos: Ernesto Sábato, Arturo Frondizi, Lionel Messi, Juan Manuel Fangio, Roberto De Vicenzo, René Favaloro, Alfredo Di Stefano, Enrique Omar Sívori, Claudio Caniggia, Héctor Alterio, Valeria Mazza, los plásticos Berni, Castagnino y Soldi, Carlos Pellegrini, Alejandro Sabella, Carlos Bianchi, Martín De Michelis, Javier Pastore, Javier Mascherano...en fin. La lista sería interminable.
Conviene recordar que la presencia italiana en América es muy antigua. Empezando por Cristóforo Colombo, quien -hasta que se demuestre otra cosa- era genovés. Hubo también un virrey Bucarelli, pero también otros de origen no español como los virreyes don Ambrosio O´Higgins (padre irlandés del prócer chileno) y don Santiago de Liniers, militar francés que sirvió fielmente a España.
Durante aquellos tiempos de soltería, Manuel contrajo la sífilis. Esta enfermedad minaría su salud y lo llevaría a la muerte antes de cumplir 50
Pero puede considerarse que el primer "Tano" de estas tierras fue Domenico Belgrano Peri, nacido en Oneglia, en el golfo de Génova, que perteneció en sus tiempos al reino de Cerdeña. Domenico emigró a los 19 años, hacia 1749, y se radicó en Cádiz, ciudad española muy vinculada a las Indias (es decir, América española) que tenía 50 mil habitantes a mediados del siglo XVIII. Abundaban entre ellos los súbditos italianos y franceses, vinculados con el comercio atlántico. Funcionaban la Real Compañía de Guardiamarinas y el Real Colegio de Cirugía de la Armada. Estos detalles le daban un toque joven y estudiantil. La Casa de Contratación de Indias fue trasladada de Sevilla a Cádiz en 1717, con lo cual toda la ciudad -puerto de partida de las naves que iban o venían de América- adquirió un aire cosmopolita y americano. En los jardines -de base andaluza- se veían árboles de América como el ombú, el jacarandá, el drago, el ficus.
Allí ejerció el comercio el Sr. Belgrano Peri. En 1751, se embarcó hacia Buenos Aires (a bordo del navío El Poloni) junto a su primo don Angelo Castelli. Los dos tendrían hijos varones que pasarían a la historia como revolucionarios argentinos.
Belgrano salió de aquella Cádiz alegre y próspera, pero desembarcó en una Buenos Aires más bien pobretona. La ciudad, la famosa ciudad-puerto de la historia...¡No tenía puerto! Los barcos anclaban en pleno río de la Plata. De la nave se pasaba a unos botes de remo, y luego los pasajeros debían montar a caballo, para llegar hasta la orilla empapados, o amontonarse en unas carretas de ruedas altas. A veces, recorrían el tramo final arremangándose los pantalones y chapoteando en el agua barrosa, con los zapatos en la mano.
El caso es que, en aquella ciudad colonial, Doménico hizo una gran carrera, tanto en el comercio como en la milicia. Exportaba cueros, tejidos y lana, cerraba negocios con ciudades del Alto Perú, Chile, la propia Córdoba, Cádiz y puertos de Inglaterra y Brasil. Belgrano padre participó también del tráfico de esclavos africanos.
Tal vez habría cumplido ya los 35 años cuando se casó con una distinguida niña santiagueña: María Josefa González y Casero, de sólo quince años. Era la edad casadera de las mujeres de aquel tiempo. Aquella muchachita tuvo quince hijos, de los cuales sobrevivieron doce. Uno fue Manuel Belgrano, que murió soltero, aunque dejó descendencia.
Este número alucinante de hijos era de rigor: la hermana de Manuel, llamada María Josefa como su madre, se casó con el sevillano José María Calderón de la Barca, y tuvieron diez.
BELGRANO FUE DE ESTUDIOS DESORDENADOS Y DE GRAN INQUIETUD
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació el 3 de junio de 1770, mientras su padre proseguía su exitosa gestión en los negocios y la milicia, bajo la protección del Virrey Pedro de Cevallos.
Belgrano fue al Nacional Buenos Aires, como solemos repetir con orgullo (un poco pavote, ya lo sabemos) los ex alumnos. En realidad, cursó una especie de secundario en el Real Colegio de San Carlos (predecesor del CNBA) que era una institución fundada por el Virrey Vértiz en 1783, sobre la base del Colegio de San Ignacio, que habían conducido los jesuitas, hasta su expulsión en 1767. Se regía por los planes de estudios ya vigentes en el Colegio de Montserrat de Córdoba, que si no me equivoco todavía existe.
Requisitos para ser admitido en el San Carlos: "Ser de primera clase, hijo legítimo, saber leer y escribir. Los padres debían ser cristianos viejos, limpios de toda mancha de sangre de judíos, moros, indios o penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición". Reglamentos del mismo tipo imperaban en España para cursar estudios, civiles o militares. Belgrano entró a los 14 años, en 1784, y vistió el uniforme obligatorio de los colegiales de entonces: una loba (especie de sotana de paño negro) con sobretodo color musgo, un sombrero negro de tres picos y cuello rojo con las armas reales bordadas en plata. Nada que ver con el atuendo actual de los alumnos del colegio. ¿Verdad?
Allí cursó tres años y luego viajó a España, con intención de estudiar en Salamanca, junto a su hermano Francisco José María. Pero, a pesar del apoyo de su padre, los certificados eran insuficientes. En su accidentado paso por las universidades, según afirma Miguel Angel de Marco en su notable biografía "Belgrano- Artífice de la Nación- Soldado de la Libertad", Belgrano presentó ante la Universidad de Valladolid un papel fraguado, atestiguando (con fecha 21 de junio de 1788) que Manuel estaba matriculado desde 1782, habiendo cursado, en doble turno, dos años de Filosofía y cuatro de Instituciones Civiles en la Universidad de Oviedo. Al parecer -dice De Marco- la práctica de la falsificación de estudios era frecuente, y hasta la había empleado un prócer de la Ilustración, don Gaspar Melchor de Jovellanos. En este certificado se omitían por completo sus estudios en Salamanca: dos años desprolijos.
El caso es que Belgrano obtuvo su certificado de bachiller en Leyes. Por aquel entonces, su padre Domenico había sido encarcelado, a causa de un negociado, en el Río de la Plata, que tardó en aclararse. Manuel, por su parte, solicitaba dispensa papal para leer libros prohibidos de la época: Malebranche, Adam Smith, Condillac.
Llegaron los años difíciles. Manuel vivía, con su hermano también estudiante, de a ratos en casa de su hermana y su cuñado Calderón de la Barca, en Madrid. Durante aquellos tiempos de soltería, Manuel contrajo la sífilis. Esta enfermedad minaría su salud y lo llevaría a la muerte antes de cumplir 50 años.
El litigio en defensa de su padre absorbió las energías de Manuel. Los papeles reunidos (explica a su madre en carta del 11 de agosto de 1790) "formaban un verdadero promontorio que iba y venía por las oficinas". Doña María Josefa González, a todo esto, se hacía cargo de sostener a su familia en Buenos Aires, asistir a su marido preso y ayudar a los dos hijos que vivían en España.
Belgrano fue de estudios desordenados y de gran inquietud: "Confieso que mi aplicación no la contraje tanto a la carrera que había ido a emprender, como al estudio de los idiomas vivos, de la economía política y el derecho público" (Autobiografía). Su madre ansiaba verlo con título de doctor en Leyes. Pero Manuel le respondió en una carta concluyente: "Definitivamente, renuncio a graduarme de doctor. Lo contemplo como una cosa inútil y un gasto superfluo. Además que, para ser abogado, me basta el grado que tengo, y la práctica que llevo adquirida". Y en carta a su padre, afirma en diciembre de 1790 que lo de doctor es "una patarata". (¿Un mamarracho?)
En 1790, Belgrano estaba en San Lorenzo del Escorial, litigando ante la corte para lograr el total desembargo de los bienes de su padre, que ya estaba en libertad y había vuelto a casa. Pero sin un peso. Manuel le escribe, feliz, que ha recibido autorización del papa Pío VI para leer libros prohibidos: "...la facultad de leer y conservar durante su vida todos y cualquiera libros de autores condenados, aunque sean heréticos, y en cualquier forma que estuviesen publicados, con tal de que los guarde para que no pasen a otras manos..." (14 de septiembre de 1790).
En enero de 1793, finalmente, Belgrano concurre a la Real Cancillería de Valladolid para demostrar que estaba en condiciones de realizar actividades forenses. Lo examinaron como abogado y lo aprobaron. Belgrano estaba en condiciones de poner bufete, cosa que nunca hizo. Pero volvió a Buenos Aires.
Un retrato espiritual de Belgrano: "Su inteligencia, su espíritu inquieto e impresionable, lo desanimaban con respecto a la asistencia sistemática a las aulas". (De Marco)
Viajó por España e Italia, cuya lengua hablaba a la perfección. Soñó con ocupar alguna secretaría de Embajada, pero no pudo ser. El certificado presentado a la Universidad de Valladolid lo describe, en 1789, como "natural de la ciudad de Buenos Aires, de 19 años de edad, poco más o menos pelo rojo y ojos castaños". Se distinguía por su porte extranjero, de maneras cultas y refinadas, que le permitían frecuentar los principales salones.
Evidentemente, era un hijo de padres ricos. Vivió su juventud como un torbellino y se guió por las ideas de su generación: "Como en la época de 1789 me hallaba en España y la Revolución de Francia hiciese también la variación de ideas, sobre todo en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos que impedían al hombre disfrutar de sus derechos". Un liberal revolucionario.
Aquel muchacho vuelve a Buenos Aires en marzo de 1794. Así lo describe Bartolomé Mitre: "Joven, rico y de buena presencia, todas las puertas se le abrían. El prestigio de un viaje al Viejo Mundo, su instrucción variada, sus conocimientos de música, su título de abogado, sus maneras afables y cultas, le dieron un lugar distinguido en la sociedad. Se relacionó con los jóvenes más inteligentes de la época. Especialmente con Castelli, a quien transmitió su gusto por los estudios económicos".
El prestigio de un viaje al Viejo Mundo, su instrucción variada, sus conocimientos de música, su título de abogado, sus maneras afables y cultas, le dieron un lugar distinguido en la sociedad
En los años subsiguientes, Belgrano será funcionario de la Corona Española (en el Consulado, donde llegó a ser secretario) y llorará de impotencia al producirse las Invasión Inglesa de 1806. Sus quince años en el Consulado le permitieron trazar un perfil estadístico y económico del Virreinato. Estudió y publicó en el Anuario las características de la educación, la agricultura, la producción pecuaria, las fronteras, el comercio. Hacia 1806-1807, ya había realizado un amplio examen técnico del Río de la Plata y un pre-programa de gobierno.
Por lo general, se conoce que Belgrano participó del movimiento de 1810, que integró los distintos gobiernos iniciales, y que debió improvisarse como militar. En estos tiempos, mantuvo un exquisito diálogo con el general San Martín, a quien Belgrano sugería suavemente que respetara las formas de la religión católica y las creencias del pueblo, muy especialmente la devoción por la Virgen.
Belgrano fue un católico profundo, a la vez que testigo de la Revolución Francesa con su guillotina y sus desbordes, y lector extasiado de Adam Smith en la "Riqueza de las Naciones".
Uno de los momentos más dramáticos, en la vida de Belgrano, se produce cuando llegan a Buenos Aires las noticias de una conspiración tramada en Córdoba por algunas personalidades de orientación monárquica. Las encabeza, nada menos, Santiago Liniers, el ex virrey, que se encontraba teóricamente retirado y atendiendo un campo de su propiedad, junto al gobernador Juan Gutiérrez de la Concha y el obispo Rodrigo Antonio de Orellana, más otros vecinos destacados. Se proponían resistir a la revolución, con ayuda de unos mil milicianos, a los que habían convocado junto a distintos jefes militares y políticos: el coronel Santiago Allende, el teniente de gobernador Victorino Rodríguez y el secretario Joaquín Moreno, entre otros.
Corría el año 1810. Era el momento de consolidar el movimiento revolucionario o dejarlo languidecer. La reacción ante el "cabildazo" de Buenos Aires era muy desabrida en ciudades como Córdoba, Montevideo, Asunción del Paraguay...¡Y ni hablar de la rica y monárquica Lima, la ciudad del oro, los marqueses y la inquisición!
La Primera Junta, con la firma de todos sus miembros, excepto Alberti por su condición de sacerdote, resuelve que todos los contrarrevolucionarios sean "arcabuceados". Saavedra, como Belgrano y Castelli, había compartido con Liniers la Reconquista de Buenos Aires. Todos ellos le tenían gran aprecio. Seguramente, fue un momento terrible. Tal vez lo fue menos para Moreno, Larrea y Matheu, que venían del partido de Alzaga. Este último, en realidad, también moriría ejecutado poco después. El caso es que la decisión se tomó, y constituyó el punto de no retorno de los revolucionarios.
La ejecución de Liniers y los suyos, para colmo, fue tortuosa. Al recibir la orden, el 10 de agosto, el coronel Antonio Ortiz de Ocampo se negó a cumplirla. Mandó los prisioneros a Buenos Aires, para que Moreno se hiciera cargo. Este recibió la noticia y, furioso, repitió la orden de "arcabucearlos". El 26 de agosto, cuando asistían a la misa que celebraba Monseñor Orellana (otro conjurado) en la capilla de Cruz Alta, fueron prendidos y trasladados a Chañar de los Loros. Allí, el miembro de la Junta Juan José Castelli les leyó la sentencia.
Moreno había escrito a Castelli: "Espero que no incurrirá en la misma debilidad que nuestro general; si todavía no cumpliese la determinación, irá Larrea, y por último iré yo mismo si fuese necesario".
Dicen algunos contemporáneos que ningún soldado criollo aceptó integrar el pelotón de fusilamiento, por la sencilla razón de que Liniers era el héroe de la Reconquista, amado en todo el país. Fue preciso convocar a desertores irlandeses, de los muchos que se habían alistado en 1806-1807, y que siendo gringos no trepidaban ante el prestigio de Liniers. Colofón: todos fusilados, salvo el obispo, quien fue remitido preso a Luján. Agregan los testigos que el tiro de gracia -triste privilegio- lo efectuó el coronel Domingo French.
En este episodio, muchos historiadores han visto la mano de Moreno, el integrante más "jacobino" o "arrebatado" de la Junta, porteño de sólo 31 años. Los otros integrantes eran: el coronel Miguel de Azcuénaga (56) porteño; don Cornelio Saavedra (50) nacido en Potosí, a quien frecuentemente se supone militar, pero era doctor en Filosofía y Teología; el doctor Juan José Paso (52) porteño; el presbítero doctor Manuel Alberti (47) porteño, el comerciante Domingo Matheu (44) español de Cataluña; el bachiller Manuel Belgrano (39), porteño y luego los dos más jóvenes: el doctor en Leyes y periodista Mariano Moreno (31), porteño, y el comerciante Juan Larrea (28), también catalán. Es decir: había dos españoles y un cura en aquella comisión.
Los distintos miembros del organismo colectivo representaban a varios sectores de interés y opinión. Entre el conservadorismo de Saavedra, que sólo había aceptado el cargo para "contribuir a la tranquilidad pública", pidiendo respeto y aprecio por el expulsado Virrey Cisneros, y el fuego autoritario de Moreno, funcionaba como moderador y articulador el bachiller Belgrano, secundado por su pariente Juan José Castelli.
Las cosas se iban a poner más difíciles para los españoles europeos en los meses siguientes. Se leen, por ejemplo, en un pliego de órdenes las siguientes instrucciones: "En todo el territorio que recorra, todo europeo que no reúna las cualidades de casado, con hijos y bienes raíces, será trasladado inmediatamente a Santa Fé". Otra orden jacobina de Moreno: "Es necesario purgar el territorio de todo europeo".
El 4 de septiembre de 1810, la junta designa a Belgrano general en jefe de las tropas que debían cruzar a la banda oriental, para doblegar la resistencia de Montevideo, y termina encabezando la expedición al Paraguay, cuando en su vida no había hecho otra cosa que estudiar leyes o economía política, y redactar artículos sobre negocios y educación en el Correo de Comercio.
Soltero, hijo de ricos, talentoso, soldado de fortuna, triunfador, todavía joven...murió pobre e ignorado por sus compatriotas
Las cenizas de Manuel Belgrano en el Convento de Santo Domingo, luego de exhumadas del atrio, septiembre de 1902. Documento Fotográfico. Inventario 167152. Archivo General de la Nación Argentina
Una linda estampa de Belgrano: "El general era de regular estatura, pelo rubio, cara y nariz fina, color muy blanco, algo rosado, sin barba. Tenía una fístula bajo un ojo, que no lo desfiguraba, pues era casi imperceptible. Su cara era más bien de alemán que de porteño. No se lo podía acompañar por la calle, porque su andar era casi corriendo. No dormía más que tres o cuatro horas. A medianoche montaba a caballo y salía de ronda, a observar su ejército, acompañado sólo de un ordenanza. Era tal la abnegación con que este hombre extraordinario se entregó a la libertad de su patria, que no tenía un momento de reposo. Nunca buscaba su comodidad; con el mismo placer se acostaba en el suelo o en una mullida cama".
Y después: "Honrado, desinteresado, recto, perseguía el robo y el juego en el Ejército. No permitía que se le robara un solo peso al Estado". (José Celedonio Balbín, "Documentos del Archivo de Belgrano").
Evidentemente, el alma de este hombre había cambiado vertiginosamente. En su juventud, aquel chico que lo tenía todo, fue idealista, desordenado, soñador. En la madurez, un fanático del orden y la seriedad.
Belgrano murió el 20 de junio de 1820 (año de caos) y al entrar en agonía pagó sus honorarios al médico inglés Joseph Redhead, con un reloj de oro de su propiedad. Otro médico, también británico, el Dr. John Sullivan, ayudó a amortajar el cuerpo, que fue enterrado en el atrio de la Iglesia de Santo Domingo.
Hay muchas otras cosas que contar. Por ejemplo, la vida y filiación de don Pedro Rosas y Belgrano. Pero para conocer mejor a este extraordinario "tano" (¡El primero!) mejor será acudir a la obra de Mitre, la del doctor Miguel de Marco (miembro honorario del Instituto Nacional Belgraniano) o el periodista e historiador Daniel Balmaceda. Y quedan sin contarse las historias de Vilcapugio y Ayohuma, el éxodo jujeño, las destituciones ingratas que sufrió don Manuel, sus gestiones diplomáticas en Europa, la creación de la bandera, la constante donación de sus sueldos, libros y bienes personales.
 
 Buenos Aires. El Prior de Santo Domingo sosteniendo los restos de Manuel Belgrano, extraídos de la bóveda en el atrio del Convento de Santo Domingo, 1902.
Los restos se colocaban en una bandeja de plata, sostenida por el prior de Santo Domingo.
Pero sobre todo, ese misterio desconcertante: soltero, hijo de ricos, talentoso, soldado de fortuna, triunfador, todavía joven...murió pobre e ignorado por sus compatriotas. Lo dio todo por su país en una época de convulsiones.
Réplica del sable del general Manuel Belgrano










Rolando Hanglin 
Fuentes:
http://www.lanacion.com.ar/1483125-belgrano-el-primer-tano
Por Rolando Hanglin | Para LA NACION
- José Maria Rosa. Historia Argentina.
- Corvalán Mendhilarzu, Dardo: “Los Colores de la Bandera Nacional”. Hist. de la Nac. Arg.
- Ramallo, Jorge María: “Las Banderas de Rosas”. Rev. J. M. de Rosas, N' 17.
- Fernández Díaz, Augusto: “Origen de los Colores Nacionales”. Revista de Historia, Nº 11.
- Ramírez Juárez, Evaristo: “Las Banderas Cautivas”.
- La Gazeta Federal:
www.lagazeta.com.ar

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