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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

3 de junio de 2019

El General MANUEL BELGRANO RECIBE DEL CABILDO DE BUENOS AIRES DOS PISTOLAS EN RECONOCIMIENTO DEL TRIUNFO EN SALTA (21/08/1814).

Foto Gentileza de Christies Images LTDA 2012

General MANUEL BELGRANO
Belgrano se hallaba retirado en el pueblo de San Isidro y el Cabildo de Buenos Aires, le remitió, con oficio de 21 de agosto de 1814, un par de riquísimas pistolas de arzón
“con los emblemas e inscripciones que realzan su mérito”; en justo reconocimiento, le decía, del triunfo de Salta; pidiéndole que las aceptase “como una fineza de un padre para con un hijo a quien ama tiernamente.”
Se evidencia el reconocimiento del Cabildo a los méritos de Belgrano a poco que había sido sobreseído del proceso que se le había seguido en virtud de sus derrotas en Vilcapugio y Ayohuma; alejado temporariamente el prócer de la escena política, restableciendo su salud en la quinta de Perdriel, propiedad familiar.
En el Acuerdo del Extinguido Cabildo de Buenos Aires del 25 de noviembre de 1814 se registra la cuenta del costo de las pistolas encargadas a Londres para obsequiar al Gral. Belgrano por ser “Vencedor en Tucumán y Salta”, ascendiendo a 637 pesos 7 reales (abonada por el Ayuntamiento en pagos sucesivos).
Con respecto a la cuestión de las características de las pistolas en sí, y en cuanto a detalles de su manufactura se conoce, pues, que 
fueron hechas por Henry Tatham & Joseph Eggs, de Londres, el fabricante más destacado del momento. Llevan el sello de los plateros de Londres correspondiente al año 1813 y están montadas en plata. Como podrá observarse en las fotografías, todas las incrustaciones de plata están doradas. El encendido es a chispa y las colas de disparador “al pelo”. Las cazoletas y los oídos están dorados y los cañones son de 10 ½ pulgadas. 
Incrustadas en oro en las caras visibles de los octógonos de los cañones se lee:
"la Ciudad de Buenos Ayres al General Belgrano, vencedor de Tucumán y Salta. La libertad de la patria establecida"
las pistolas presentan incrustaciones de oro y plata cincelado, y vienen en un estuche de madera, en cuya tapa aparece grabado el nombre de Manuel Belgrano.
En las empuñaduras aparece grabado el escudo de la Asamblea del año 1813 y la inscripción Provincias Unidas del Río de la Plata. Los ornamentos de las pistolas de presentación de Belgrano poseen lujosa artesanía (de plata incrustada en el arma) con detalles tales como diseños de viñas y trigos (representando la riqueza agraria de las Provincias Unidas del Río de la Plata). Consisten en hojas de parra y enredaderas y los guardamontes están ricamente decorados. Las pistolas están contenidas en la caja original de palo de rosa, con todos los accesorios, las balas y el equipo originales. El estuche tiene un anillo externo para transportarlo y en la tapa de caoba se lee la siguiente inscripción: 
“A su amigo Jn. Ml. de Rozas, J. N. Terrero”.
Tras el deceso de Belgrano en 1820, las armas pasaron a manos de su albacea, Juan Nepomuceno Terrero, quien en 1834 se las regaló a su consuegro y ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.
Años más tarde, el ex gobernador se las legó a su hija Manuelita Rosas y Terrero, quien las pasó a sus descendientes.
Tras un viaje que duró más de un siglo, las pistolas reaparecieron en manos de William Simon, secretario del Tesoro de Estados Unidos durante la presidencia de Gerald Ford (1974-1977).
Fue el propio Simon quien se las vendió al propietario que las puso en subasta, un estadounidense de la costa este de EE.UU., del que sólo se sabe que es coleccionista de autos y un gran conocedor de la historia latinoamericana.
En 2006, feron subastadas por US$ 374.400 en Christie´s, en Nueva York. Lamentablemente el Estado argentino no las adquirió y por el momento se desconoce el nombre y la nacionalidad del comprador.
LAS PISTOLAS DEL GENERAL - LA OTRA CARA DE BELGRANO, “EL ARMERO DE LA PATRIA”.
Su figura está por siempre asociada a la creación de nuestra Bandera pero su relación con las armas es una historia que pocos conocen… y que muchos merecerían conocer. Sin estudios militares, fue un autodidacta de las armas. Un repaso por las alternativas de la prolífica vida del primer Legítimo Usuario de nuestro país. 
Pocos próceres tienen una vida tan prolífica como la suya. Sin embargo, Manuel Belgrano será por siempre recordado como el creador de la Bandera. Abogado, economista, impulsor como pocos del progreso de la patria, su nombre se asocia inexorablemente a nuestra insignia… Sin embargo, hay una arista fundamental en su vida de la que, paradójicamente, conocemos poco y es una usina de datos interesantes. Pasen aquí a conocer al Belgrano menos conocido: el armero de la Patria.
Su propia frase alcanza para ilustrar sus desvelos. 
“No es lo mismo vestir el uniforme militar, que serlo”, dijo. 
Si bien fue un autodidacta de las armas que responsablemente pidió capacitarse en esas lides, podría también decirse que aprendió el arte de la guerra… en el mismísimo campo de batalla.
Si hasta el Registro Nacional de Armas y Explosivos (Renar) instituyó en su honor al 20 de junio, día de su fallecimiento, como el Día del Legítimo Usuario de Armas de Fuego. 
“Como ajeno a las armas que era tomó lecciones en el manejo de las mismas e inició así el camino –con aciertos, errores y una gran vocación por la patria– hacia nuestra independencia”, explica la disposición 164/03 del Renar en sus considerandos.
“En el marco de la Segunda Invasión Inglesa es que se organiza el Regimiento 1 Patricios –orgullo de esta ciudad-. Sus integrante eligen a los jefes y entre los elegidos se encuentra un civil, Secretario del Consulado, abogado, don Manuel Belgrano, que pasa a transformarse así en el primer Legítimo Usuario de Armas de Fuego”, destaca la resolución del Renar.
La disposición subraya lo mejor de su figura: 
“el General Belgrano por su espíritu de grandeza, valor y aporte a la causa nacional tiene un perfil que nos honraría emular instaurando el Día Nacional del Legitimo Usuario de Armas de Fuego en coincidencia con el día en que él mismo pasó a la inmortalidad”.
“No fue un militar profesional pero tampoco un ignorante de la vida castrense”, aseguró a Aire libre Miguel Angel De Marco, presidente de la Academia Nacional de la Historia y autor del libro “Belgrano. Artífice de la Nación. Soldado de la libertad”, por editorial Emecé.
Otros historiadores van mucho más allá: 
“Es el armero de la Patria”, aseguró Jorge González Crespo, director del Museo de Cera Exhibición Buenos Aires y curador del Museo Perón de Buenos Aires. 
Y subrayó: 
“Fue el primer conductor militar de la Nación, antes de José de San Martín, en nuestra independencia. Es el primer líder que reúne el comando, que tiene armas e instruye a la tropa”.
AUNQUE SÓLO VIVIÓ 50 AÑOS, MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO TUVO UNA VIDA TAN FRUCTÍFERA COMO SU EXTENSO NOMBRE - LAS PISTOLAS DEL GENERAL.
Nunca trascendió si a Belgrano le gustaba disparar, si era un fanático de las armas. Pero sí se sabe que las que tuvo tienen una interesante historia.
“El Cabildo de Buenos Aires le entrega dos pistolas como premio en 1816. Ya estaba enfermo y retirado –contó González Crespo–. Las hacen en Inglaterra. Son dos pistolas de arzón de plata con incrustaciones de oro, con motivos nacionales, como espigas, y el escudo nacional en las cachas.”
Probablemente sean las únicas que se conservan de Belgrano. Estas dos armas antiguas fueron subastadas en noviembre de 2006 en Christie’s por un valor de 374.400 dólares.
Los historiadores no saben a ciencia cierta el destino de las pistolas. Aunque se esperaba que fueran compradas por algún argentino y volver al país 150 años después de haberse ido, se desconoce el origen del comprador.
Fueron fabricadas en el Reino Unido por Henry Tatham & Joseph Egg, alrededor de 1814. Con una inscripción en oro que dice “la Ciudad de Buenos Ayres al General Belgrano, vencedor de Tucumán y Salta. La libertad de la patria establecida”, las pistolas presentan incrustaciones de oro y plata cincelado, y vienen en un estuche de madera, en cuya tapa aparece grabado el nombre de Manuel Belgrano.
Tienen una larga historia de exilios y muchos cambios de manos. 
“La familia de Belgrano se las obsequia a Juan Nepumuceno Terrero, colaborador y albacea de Belgrano, y futuro consuegro de Rosas. El hijo de Terrero se casa con Manuelita. Cuando muere la hija de Rosas, las compra un coleccionista de Inglaterra, luego las adquiere otro y luego pasan a un americano…”, enumeró González Crespo.
Luego las pistolas reaparecieron en manos de William Simon, secretario del Tesoro de Estados Unidos durante la presidencia de Gerald Ford. Fue él quien se las vendió a su anterior propietario, un norteamericano de la costa este de los Estados Unidos, del que sólo se supo que era coleccionista de autos y gran conocedor de la historia latinoamericana. Hoy, seis años después, se desconoce su paradero.
Las pistolas no son el único regalo que recibe el general. El Cabildo le obsequió 40.000 pesos que él dona en el Norte para la construcción de cuatro escuelas y un sable.
“Ese sable que quedó en la familia de Belgrano y después pasó a manos de Güemes. La copia del sable, como lo usó Güemes que es el padre de la Gendarmería Nacional, hoy es el sable que tienen los oficiales superiores de la Gendarmería”, señaló el historiador González Crespo.
“Alrededor de este sable hay una leyenda. Se supone que lo mandaron a hacer a París y como el Cabildo lo quería inmediatamente, los armeros franceses aprovecharon un modelo que tenían preparado, y que había ordenado Napoléon para entregarlo como premio a todos los investigadores que llevó en su campaña a Egipto en 1790 y trajo un bagaje cultural sobre las Pirámides” Por eso tiene motivos de Egipto, pirámides, camellos, tan extraños para estas latitudes.
UN PROFESOR PARA LAS PISTOLAS DE METEORITO
Lo suyo son las anécdotas. Daniel Balmaceda pone el foco en aquellas curiosidades que también son parte de la historia argentina. Pero casi nunca trascienden. Echemos un vistazo a las curiosidades de nuestro prócer que nos acerca el historiador.
“Durante la Primera Invasión Inglesa, en 1806, se fue a lo que era la Banda Oriental del Uruguay. Al volver, pasó a ser capitán de un regimiento que recién se creaba: el de Patricios –relata Balmaceda, miembro de la Sociedad Argentina de Historiadores–. El aceptó ser el capitán sin saber empuñar un arma pero se contrató un profesor de tiro para que le enseñara a disparar.”
“Se sabe que la fábrica de armas de Buenos Aires que funcionaba en San Telmo, y estaba a cargo del poeta Esteban de Luca, se generó un problema grave con la falta de hierro”, cuenta Balmaceda. Fue después de 1817.
“No había hierro y los países que nos podían vender eran aliados de España. Como durante la época de la colonia se hicieron expediciones para recuperar un meteorito que se había caído en el Chaco, se trajo un fragmento de dos toneladas con el que se hicieron armas. Consta que a Belgrano se le regaló una pistola construida con este meteorito”, ilustra el periodista.
Sin dudas, aquel Belgrano autodidacta en asuntos militares nunca imaginó que tantos años después sería instituido en su honor el Día del Legítimo Usuario de Armas de Fuego. Sus valores, la responsabilidad para encarar esta tarea que la Patria le demandaba y su permanente inquietud por mejorar lo hicieron merecedor de este título del que aquel joven Belgrano estaría orgulloso.
ARTÍCULO COMPLETO- INFORME ESPECIAL Por Cynthia Palacios
LA OTRA CARA DE BELGRANO
La otra cara de Belgrano, Pocos próceres tuvieron una vida tan prolífica como la suya. Sin embargo, Manuel Belgrano será por siempre recordado como el creador de la bandera argentina. Abogado, economista, impulsor como pocos del progreso de la patria, su nombre se asocia inexorablemente a nuestra insignia. Sin embargo, hay una arista fundamental en su vida de la que, paradójicamente, conocemos poco y es una usina de datos interesantes. Pasen aquí a conocer al Belgrano menos conocido: el armero de la Patria. Su propia frase alcanza para ilustrar sus desvelos. “No es lo mismo vestir el uniforme militar, que serlo”, dijo. Si bien fue un autodidacta de las armas que responsablemente pidió capacitarse en esas lides, podría también decirse que aprendió el arte de la guerra… en el mismísimo campo de batalla. Si hasta el Registro Nacional de Armas y Explosivos (RENAR) instituyó en su honor al 20 de junio, día de su fallecimiento, como el Día del Legítimo Usuario de Armas de Fuego. “Como ajeno a las armas que era tomó lecciones en el manejo de las mis mas e inició así el camino —con aciertos, errores y una gran vocación por la patria— hacia nuestra independencia”, explica la disposición 164/03 del RENAR en sus considerandos. “En el marco de la Segunda Invasión Inglesa es que se organiza el Regimiento 1 Patricios —orgullo de esta ciudad—. Sus integrantes eligen a los jefes y entre los elegidos se encuentra un civil, secretario del Consulado, abogado, don Manuel Belgrano, que pasa a transformarse así en el primer Legítimo Usuario de Armas de Fuego”, destaca la resolución del RENAR. La disposición subraya lo mejor de su figura: “el General Belgrano por su espíritu de grandeza, valor y aporte a la causa nacional tiene un perfil que nos honraría emular instaurando el Día Nacional del Legitimo Usuario de Armas de Fuego en coincidencia con el día en que él mismo pasó a la inmortalidad”. “No fue un militar profesional, pero tampoco un ignorante de la vida castrense”, aseguró a AIRE LIBRE Miguel Ángel De Marco, presidente de la Academia Nacional de la Historia y autor del libro Belgrano. Artífice de la Nación. Soldado de la libertad, publicado por editorial Emecé. Otros historiadores van mucho más allá: “Es el armero de la Patria”, aseguró Jorge González Crespo, director del Museo de Cera Exhibición Buenos Aires y curador del Museo Perón de Buenos Aires. Y subrayó: “Fue el primer conductor militar de la nación, antes de José de San Martín, en nuestra independencia. Es el primer líder que reúne el comando, que tiene armas e instruye a la tropa”. Aunque sólo vivió 50 años, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano tuvo una vida tan fructífera como su extenso nombre. “Todo el mundo dice que Belgrano no fue de carrera militar, pero aunque era abogado, científico, secretario del Consulado, prácticamente hizo una carrera militar. Era un civil, pero todos los países que se emancipan obligan al ciudadano a empuñar el sable para dedicarse a liberar a su patria —agregó González Crespo—. Belgrano tuvo que ser militar a la fuerza”. El licenciado y profesor de historia Matías Dib, investigador desde hace una década del Instituto Nacional Belgraniano, sostuvo: “Los que pelearon bajo las órdenes de Belgrano, como Tomás Iriarte, José María Paz y Gregorio Aráoz de Lamadrid coinciden en algo: en el reconocimiento de que, aunque sus conocimientos de asuntos militares eran cortos, en la actuación demostró sobreponer esa falta de preparación. Contraponen esas falencias con sus virtudes morales y cívicas, que todos rescatan”. Y para reafirmar sus palabras, Dib leyó una frase de Belgrano: “Por casualidad o porque Dios ha querido me hallo de general sin saber en qué esfera estoy. No ha sido ésta mi carrera y ahora tengo que estudiar para medio desempeñarme”. “Lo que tiene de bueno es su modestia, que le permite pedir autorización y consejos a sus oficiales y esto vale mucho. La modestia de Belgrano es su grandeza”, destacó el ex director del Museo Histórico Nacional a AIRE LIBRE, Juan José Cresto. “San Martín, a diferencia de Belgrano que era abogado y economista, es un soldado profesional que ve la falta de conocimientos que tienen los oficiales y les da clase. Belgrano le dice humildemente a San Martín: «¿No me autoriza usted a que sea alumno suyo?». Esa frase lo eleva”, añadió Cresto. Es por esta sincera humildad que no sólo sus subordinados elogiaron su empeño cuando estuvo al frente de las tropas sin ninguna formación para hacerlo. Tanto se esmeró que el Libertador José de San Martín lo elogió: “Belgrano es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural. No tendrá los conocimiento de un Moreau o un Bonaparte en punto milicia, pero es lo mejor que tenemos en la América del Sur”. Apelando a la ironía, Belgrano dijo: “Mucho me falta para ser un verdadero Padre de la Patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella”. 
EJÉRCITOS SIN ARMAS 
Basta remontarse mentalmente a aquellos primeros años de la patria para tropezar pronto con una de las más grandes carencias de Belgrano al frente de las tropas: la escasez de armamento. Aunque una ordenanza de 1782 estableció que era competencia de los intendentes establecer talleres para la recomposición y fabricación de armas, la medida nunca se aplicó. La irrupción de la Revolución de Mayo puso en foco la enorme necesidad de armas. A pesar de que el Fuerte contaba con el taller de reparaciones de la Real Armería, donde también se guardaban las armas de los armeros y de algunos artesanos particulares, no existía dependencia alguna que pudiera ocuparse de la fabricación de armas. ¿Qué hacer entonces? Se crearon dos fábricas de fusiles: una en la ciudad de Buenos Aires y otra en Tucumán, que estuvo muy ligada a las actividades de Belgrano como jefe del Ejército del Norte. Fundada en noviembre o diciembre de 1810, el primer director de la fábrica fue Clemente Zavaleta, alcalde del cabildo tucumano. Además de su cercanía con los ejércitos del norte, la provincia contaba con las materias primas necesarias: maderas y metales. La fábrica de Tucumán produjo también armas blancas, espadas y sables, y funcionó probablemente hasta 1819, poco antes de que Belgrano se retirara del ejército para volver a Buenos Aires, donde murió el 20 de junio de 1820. La falta de recursos económicos fue el más grande obstáculo de estas épocas y es en estas enormes necesidades cuando se puede apreciar a Belgrano como gran organizador de sus tropas. Cuenta la historia que la dotación de campaña era bien escasa. Belgrano contaba con unos 1.500 hombres, de los cuales dos tercios eran de caballería y sólo poco más de 600 contaban con armas de fuego. “Escaseaban asimismo las bayonetas, con lo que debieron improvisarse lanzas como armamento para la mayor parte de la tropa”, explican los libros. La necesidad obligó a Belgrano a la más estricta organización: destinó los primeros meses de su mando en montar un hospital, un tribunal militar, además de preocuparse de la fabricación de municiones y vestuario. “Lo que Belgrano hace es muy limitado por el presupuesto escaso que tenía —afirmó Cresto—. Las cosas cambian después de la batalla de Tucumán y sobre todo después de la de Salta, porque todos los prisioneros que él libera le dejan las armas. Hay que entender que no había expertos y nuestro país no producía acero; además el hierro que se traía era de España”. 
General MANUEL BELGRANO
TROPAS DE LA NADA
Las urgencias fueron las que empujaron a Belgrano a las armas. “La primera actuación militar ocurrió ante el temor de la Invasión Inglesa, en 1806, pero ya había tenido varios nombramientos —explicó Dib—. En marzo de 1797, el virrey Pedro Melo de Portugal lo nombró capitán de las milicias urbanas, así que para 1806 ya hacía diez años que era capitán de las milicias, más por capricho que por afición a la milicia”. “Al producirse las Invasiones Inglesas fue designado mayor del Regimiento de Patricios y estuvo en puestos de peligro —relató De Marco—. Cuando ocurrió la Revolución de Mayo era vocal del Primer Gobierno Patrio y aceptó comandar la expedición al Paraguay que tuvo por objeto impulsar la incorporación de aquella provincia del antiguo Virreinato a la nueva entidad política surgida el 25 de mayo de 1810. Si bien la suerte de las armas le fue adversa, poco después los paraguayos declararon su independencia de España”. Y siguió con detalle la carrera militar de nuestro prócer: “Luego de comandar el ejército de la Banda Oriental, Belgrano, que ostentaba el mando de general y el empleo de coronel de Patricios, fue designado jefe del Ejército del Alto Perú. Pero antes de marchar a ese destino, tuvo a su cargo acelerar la construcción de las baterías Libertad e Independencia, en Rosario, donde el 27 de febrero de 1812 creó la bandera argentina. Para entonces, Belgrano se había mostrado como un jefe capaz de organizar tropas de la nada; de insuflarles disciplina y espíritu de lucha”. Ese día marcaría su vida para la posteridad. “El 27 de febrero de 1812 hace jurar a su tropa uniformada. Sin indicación de la Junta de Buenos Aires, se le ocurre crear —para identificarse ante un enemigo que estaba combatiendo y como pueblo libertado—, una escarapela celeste con un botón blanco en el medio y una bandera que suponemos tenía dos franjas, una blanca arriba y una celeste abajo. En medio de la incertidumbre internacional, le prohíben usar la divisa, pero va al norte y hace la campaña del Alto Perú con esa bandera”, reconoció González Crespo. Él sí que sabe de Belgrano: lo construyó con sus manos. Además de ser junio “su” mes, “éste es un año muy especial para Belgrano. Se cumple el bicentenario de la creación de la Bandera, del Éxodo Jujeño y de la batalla de Tucumán, todos logros del general”, destacó el licenciado Manuel Belgrano, descendiente del prócer y vicepresidente del Instituto Nacional Belgraniano. 
General MANUEL BELGRANO
CURIOSO Y ORGANIZADO
“La historiografía muestra a Belgrano como el creador de la Bandera, como activo partícipe de la Revolución de Mayo y se destaca su labor en las guerras de la Independencia. Eso hizo que fuera lento el descubrimiento de otro Manuel Belgrano, un hombre interesado en otras ramas del saber cuyo estudio iba a traer el desarrollo para las provincias del Río de la Plata”, lo recuerda Dib. Si en algo coinciden todos los expertos consultados es en dos aspectos del prócer: sus capacidades intelectuales y sus virtudes morales. “Conocía cinco idiomas, era un personaje ilustrado y decididamente formado para labores intelectuales”, afirmó Dib. En materia de armas, muchas de sus virtudes resultan esenciales. “La mayoría de las cualidades que lo destacan como jefe en cuanto a la tarea de conducción y organización son su constancia de trabajo, ser diligente, la firmeza de su carácter, su austeridad con subalternos y una profunda religiosidad que vale la pena destacar”, señaló el estudioso de Belgrano. Y citó otra de sus frases: “No hay religión más rígida que la del militar, el que se dedica al arte de la guerra tiene grandes dificultades que vencer. Su vida es penosa, pero se llena de crédito, sirve de modelo a los demás y despierta en ellos la noble emulación de imitar las virtudes”, fueron palabras de Belgrano. “Podría haber tenido una vida más cómoda y comparte con otros generales las fatigas y las privaciones de la batalla, una vida agitada, las incomodidades. A los 24 años empieza a experimentar los primeros achaques de salud —recordó Dib—. Belgrano tuvo valor cívico, disciplina, actitud concentrada y silenciosa en el combate. Más cerca del final de su vida, en 1819, dijo que podía ser enterrado como un simple soldado”. Hoy sus restos descansan en el mausoleo levantado en el atrio de la basílica de Nuestra Señora del Rosario, en la esquina de Belgrano y Defensa, a pocos metros de la casa donde medio siglo antes había nacido. 
General MANUEL BELGRANO
LAS PISTOLAS DEL GENERAL  
Nunca trascendió si a Belgrano le gustaba disparar, si era un fanático de las armas. Pero sí se sabe que las que tuvo tienen una interesante historia. “El Cabildo de Buenos Aires le entrega dos pistolas como premio en 1816. Ya estaba enfermo y retirado —contó González Crespo—. Las hacen en Inglaterra. Son dos pistolas de arzón de plata con incrustaciones de oro, con motivos nacionales, como espigas, y el escudo nacional en las cachas”. Probablemente sean las únicas que se conservan de Bel - grano. Estas dos armas antiguas fueron subastadas en noviembre de 2006 en Christie’s por un valor de 374.400 dólares. Los historiadores no saben a ciencia cierta el destino de las pistolas. Aunque se esperaba que fueran compradas por algún argentino y volvieran al país 150 años después de haberse ido, se desconoce el ori - gen del comprador. Fueron fabricadas en el Reino Unido por Henry Tatham & Joseph Egg, alrededor de 1814. Con una inscripción en oro que dice “La Ciudad de Buenos Ay - res al General Belgrano, vencedor de Tucumán y Salta. La libertad de la patria establecida”, las pistolas presentan incrustaciones de oro y plata cincelado, y vienen en un estuche de madera, en cuya tapa aparece grabado el nombre de Manuel Belgrano. Tienen una larga historia de exilios y muchos cambios de manos. “La familia de Belgrano se las obsequia a Juan Nepomuceno Terrero, colaborador y albacea de Belgrano, y futuro consuegro de Rosas. El hijo de Terrero se casa con Manuelita. Cuando muere la hija de Rosas, las compra un coleccionista de Inglaterra; luego las adquiere otro y luego pasan a un americano”, enumeró González Crespo. Más tarde las pistolas reaparecieron en manos de William Simon, secretario del Tesoro de los Estados Unidos durante la presidencia de Gerald Ford. Fue él quien se las vendió a su anterior propietario, un norteamericano de la costa este de los EE.UU., del que sólo se supo que era coleccionista de autos y gran conocedor de la historia latinoamericana. Hoy, seis años después, se desconoce su paradero. Las pistolas no son el único regalo que recibe el general. El Cabildo le obsequió 40.000 pesos que él dona en el norte para la construcción de cuatro escuelas y un sable. “Ese sable que quedó en la familia de Belgrano y después pasó a manos de Güemes. La copia del sable, como lo usó Güemes, que es el padre de la Gendarmería Nacional, hoy es el sable que tienen los oficiales superiores de la Gendarmería”, señaló el historiador González Crespo. “Alrededor de este sable hay una leyenda. Se supone que lo mandaron a hacer a París; y como el Cabildo lo quería inmediatamente, los armeros franceses aprovecharon un modelo que tenían preparado y que había ordenado Napoleón para entregarlo como premio a todos los investigadores que llevó en su campaña a Egipto en 1790 y trajo un bagaje cultural sobre las Pirámides”. Por eso tiene motivos de Egipto, pirámides, camellos, tan extraños para estas latitudes. Sin dudas, aquel Belgrano autodidacta en asuntos militares nunca imaginó que tantos años después sería instituido en su honor el Día del Legítimo Usuario de Armas de Fuego. Sus valores, la responsabilidad para encarar esta tarea que la patria le demandaba y su permanente inquietud por mejorar lo hicieron merecedor de este título del que aquel joven Belgrano estaría orgulloso
Manuel Belgrano
Manuel Belgrano.JPG
Belgrano durante su estadía en Londres.nota 1

4.º General en Jefe del Ejército del Norte
PredecesorJuan Martín de Pueyrredón
SucesorJosé de San Martín

8.º General en Jefe del Ejército del Norte
7 de agosto de 1816-11 de diciembre de 1819
PredecesorJosé Rondeau
SucesorFrancisco Fernández de la Cruz

Seal of the Argentine Army.svg
Jefe del Regimiento de Patricios
1811-1814
PredecesorCornelio Saavedra
SucesorGregorio Perdriel

Información personal
Nombre completoManuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano
Nacimiento3 de junio de 1770
Buenos AiresVirreinato del Perú
Fallecimiento20 de junio de 1820 (50 años)
Buenos AiresProvincias Unidas del Río de la Plata
Causa de la muerteEdema Ver y modificar los datos en Wikidata
Lugar de sepulturaConvento de Santo Domingo (Buenos Aires) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidadargentina
ReligiónCatólico
Partido político
Familia
PadresDomenico Belgrano Peri
María Josefa González Casero
ParejaMaría Josefa Ezcurra
María Dolores Helguero y Liendo
Hijos
Familiares

  • Francisco Belgrano(hermano)
  • Joaquín Belgrano (hermano)
  • Educación
    Educado enUniversidad de ValladolidEspaña
    Información profesional
    Ocupaciónabogadoperiodistapolítico, diplomático, economista y militar
    Rama militarEjército
    RangoGeneral
    Participó enGuerra de Independencia de la Argentina Ver y modificar los datos en Wikidata
    FirmaFirma Manuel Belgrano.svg
    Fuente

    Asociación Belgraniana de Morón
    http://www.revista-airelibre.com/2014/06/04/las-pistolas-del-general/
    http://www.revistaairelibre.com.ar/airelibre_6/06.Belgrano.pdf

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