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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

7 de julio de 2019

BATALLA DE RINCÓN DE VALLADARES 06 de Julio de 1827 - Tucumán, Argentina.

Batalla de Rincón de Valladares (Tucumán, Argentina, 6 de julio de 1827)


Juan Facundo Quiroga - Gregorio Aráoz de Lamadrid o Gregorio Aráoz de La Madrid
Batalla de Rincón de Valladares
Fecha6 de julio de 1827
LugarEntre Famaillá y TucumánArgentina
ResultadoVictoria de los federales
Beligerantes
Bandera regimientos federales.png Ejército Federal
Black 30x30.png La Rioja
Black 30x30.png Santiago del Estero
Flag of Unitarian Party (exiled).svg Ejército Unitario
Black 30x30.png Tucumán
Black 30x30.png Mercenarios llanerosvenezolanos
Comandantes
Juan Facundo Quiroga
Juan Felipe Ibarra
Gregorio Aráoz de Lamadrid
Domingo López Matute
Fuerzas en combate
Total: 800 jinetes
200 riojanos1
600 santiagueños2
Total: 1.2003​-1.7004
2004​-3003​ infantes
80 artilleros3
>4003​-1.5004​ montados (desertores, milicianos y voluntarios mendocinos)
(incluyendo 200 jinetes llaneros)5
4 cañones4
Bajas
Desconocidas>200 muertos,6​ incluidos la mayoría de los llaneros7
La Batalla de Rincón de Valladares (Tucumán, Argentina, 6 de julio de 1827) fue un combate entre las fuerzas federales de Facundo Quiroga y las del gobernador unitario Lamadrid, en las cercanías de la ciudad de Tucumán. La victoria fue de Quiroga, que obligó a Lamadrid a renunciar y exiliarse en Bolivia, dejando el gobierno de la provincia de Tucumán en manos del partido federal.
ANTECEDENTES
Después de la victoria de Facundo Quiroga en la batalla de El Tala, en 1826, creyendo muerto a Lamadrid, el caudillo riojano se marchó a Cuyo, donde aseguró el triunfo del partido federal. Mientras tanto, el herido gobernador tucumano recibió apoyos desde Buenos Aires, donde el presidente Rivadavialo instaba a derrocar a los gobiernos provinciales opuestos a su mando. Lamadrid alcanzó a invadir, ya por tercera vez, la provincia de Catamarca, donde volvió a reponer al gobernador unitario.
Por eso regresó Facundo Quiroga a enfrentarlo, apoyado por el gobernador de Santiago del Estero, Juan Felipe Ibarra. Avanzó hasta las cercanías de la capital tucumana y lo atacó en el Rincón del Manantial o de Valladares el 6 de julio.
LA BATALLA
La batalla comenzó con una ventaja de la caballería unitaria, que desplazó completamente a la federal. Pero la infantería, comandada por el coronel Bargas, resistió el embate enemigo y avanzó sobre el centro de la línea de Lamadrid. Parte de las fuerzas de Lamadrid se dedicaron a perseguir a los santiagueños, que habían abandonado el campo de batalla, y en ese momento, la reserva de Quiroga destrozó el resto de las líneas enemigas.
Cuando regresaron los tucumanos, ya la infantería había perdido tres cuartas partes de sus soldados, y se retiraron también. Las bajas fueron muy importantes en ambos bandos. Y aumentaron cuando, días más tarde, Quiroga hizo fusilar a varios oficiales prisioneros.
CONSECUENCIAS
Lamadrid huyó a la provincia de Salta, donde el gobernador Gorriti se negó a auxiliarlo, por lo que debió exiliarse en Bolivia. Quiroga, por su parte, aseguró el dominio de la provincia de Tucumán por el más prestigioso de los políticos federales de esa provincia, Nicolás Laguna.
Esta batalla significó el final de la primera guerra entre unitarios y federales en el interior; a lo largo de ésta, se habían enfrentado fuerzas de no más de tres provincias en cada campaña, de modo que tuvo un alcance limitado. El ciclo de las guerras civiles argentinas registraría un cambio sustancial a partir de 1828, cuando una nueva guerra civil enfrentaría fuerzas de muchas provincias y dividiría al país en dos mitades mutuamente enfrentadas. Esta situación volvería a repetirse dos veces al menos, en 1840 y en 1861.
Gregorio Aráoz de Lamadrid
Aráoz de Lamadrid Gregorio.jpg

Escudo de la Provincia de Tucumán.svg
10 de enero de 1841-23 de mayo de 1841
PredecesorJavier López
SucesorManuel Berdía

5 de diciembre de 1826-12 de julio de 1827
PredecesorJuan Venancio Laguna
SucesorNicolás Laguna

26 de noviembre de 1825-4 de noviembre de 1826
PredecesorJavier López
SucesorManuel Berdía

Coat of arms of La Rioja province.png
junio de 1830-febrero de 1831
PredecesorGaspar Julián Villafañe
SucesorTomás Brizuela

Mendoza province COA.png
5 de septiembre de 1841-24 de noviembre de 1841
PredecesorJosé María Reina
SucesorJosé Félix Aldao

Información personal
Nombre en españolGregorio Aráoz de La Madrid Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento21 de noviembre de 1795 Ver y modificar los datos en Wikidata
San Miguel de TucumánArgentina Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento5 de enero de 1857 Ver y modificar los datos en Wikidata (61 años)
Buenos Aires, Argentina Ver y modificar los datos en Wikidata
NacionalidadArgentina Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido políticoUnitario
Familia
CónyugeMaría Luisa Díaz Vélez
Información profesional
OcupaciónMilitar y Político
Rango
Participó enGuerras civiles argentinas 
Referencias
  1. Volver arriba↑ Páez de la Torre, Carlos (1987). Historia de Tucumán. Plus Ultra, pp. 342.
  2. Volver arriba↑ Newton, 1965: 54
  3. Saltar a:a b c d De Lamadrid, Gregorio Aráoz (1953). Memorias. Tomo IV. Buenos Aires: W.M. Jackson, pp. 159; Newton, Jorge (1965). Ángel Vicente Peñaloza. El Chacho. Buenos Aires: Plus Ultra, pp. 39.
  4. Saltar a:a b c d La Gazeta. Batalla del Rincón de Valladares (6 de julio de 1827).
  5. Volver arriba↑ Achával, José Néstor (1988). Historia de Santiago del Estero: siglos XVI-XIX. Santiago del Estero: Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero, pp. 292. ISBN 978-950-31-0001-1.
  6. Volver arriba↑ Aguirre, Gisela (1999). Facundo Quiroga. Buenos Aires: Planeta. Edición de Félix Luna, pp. 65.
  7. Volver arriba↑ Rosa, 1972: 64
Bibliografía
De Paoli, Pedro (1952). Facundo: vida del brigadier general don Juan Facundo Quiroga, víctima suprema de la impostura. Buenos Aires: Ciordia & Rodríguez.
Rosa, José María (1972). Historia argentina: Unitarios y federales (1826-1841). Tomo IV. Buenos Aires: Editorial Oriente.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Rinc%C3%B3n_de_Valladares
Juan Facundo Quiroga
RINCÓN DE VALLADARES 06 de Julio de 1827 - Tucumán, Argentina
Un violento entrevero de vanguardias, producido en la madrugada del 4 de junio de 1827, cerca de Vinará, anuncia que los ejércitos de Quiroga y Lamadrid se aproximan para librar combate.
En este lugar, una avanzada unitaria a las órdenes del coronel Helguera permanece desprevenidamente a la espera de que sus bombeadores le anuncien la proximidad del enemigo, cuando caen sobre ella los jinetes de la vanguardia riojana, encabezados por el comandante Frontanel. El ataque es tan sorpresivo y tan violento que las tropas de Helguera se desbandan y huyen hacia Tucumán, abandonando todos sus elementos.
Al tener conocimiento de este primer éxito, Facundo, que avanza con el grueso de sus fuerzas, acompañado por el gobernador Ibarra, acelera su marcha. Mientras tanto, en Tucumán, el coronel Lamadrid, aún convaleciente de una operación de cirugía menor, mantiene todas sus tropas en disposición de dirigirse al lugar en que las necesite, con la sola excepción de una fuerte división destinada para ocupar la retaguardia de los enemigos.
Quiroga cruza el río Chico el 5 de julio, y al día siguiente se encuentra sobre el pueblo de Santa Bárbara, al frente de 200 hombres de caballería. Enterado de este movimiento, Lamadrid abandona la ciudad para ir a esperarlo en las inmediaciones del campo de la Ciudadela, con 1.500 hombres de caballería, 200 cívicos y 4 piezas de artillería. El jefe unitario está aún débil, debido a la extracción de un pequeño tumor, y deben ayudarlo para que monte a caballo. No obstante, reina gran optimismo entre la población tucumana. Cuando se reciben informes de que Quiroga está en Rincón de Valladares, junto al rancherío de Concepción, ese optimismo es tal, entre los unitarios, que el propio Lamadrid dice, años más tarde, al recordarlo:
"Todos los individuos del comercio, representantes y vecinos de Tucumán, salieron a presenciar nuestro triunfo, que yo consideraba seguro; se colocaron a espaldas de mi línea, de espectadores"
Quiroga forma su línea de batalla, colocando sobre su ala izquierda los 600 santiagueños con que Ibarra concurre a la pelea, y permanece a la expectativa, sin hacer un solo movimiento, dispuesto a sacar provecho de la rapidez con que puede desplazarse, tan pronto como las circunstancias se lo aconsejen.
Lamadrid, cuyo principal enemigo es la enfermedad que padece, ordena que el coronel Matute, con sus granaderos colombianos, cargue sobre las tropas de Ibarra, después de que su artillería "ablande el frente enemigo", recomendándole no perseguir a los dispersos, sino hacer alto y esperar nuevas órdenes. Facundo, al ver llegar la carga de los colombianos, le ordena a Ibarra que no ofrezca lucha y que se retire violentamente, tratando de que Matute se empeñe en una persecución indiscríminada. Lo que el riojano busca es alejar del centro del combate a las tropas más aguerridas de Lamadrid. Y lo consigue, porque Matute cae en. la trampa.
"Ablandada" la línea quirogana por la artillería de los cívicos de Tucumán, y aparentemente puestos en fuga los santiagueños de Ibarra, el combate está resuelto a favor de los unitarios. Pero Quiroga, que en este momento aciago, lejos de perder la calma observa atentamente las alternativas del campo de batalla, advierte cierta vacilación en el ala izquierda de Lamadrid y carga violentamente sobre ella. Es un golpe aconsejado por la desesperación, un golpe de audacia. Mas este golpe de audacia basta para cambiar la suerte de la lucha, al acobardarse los jefes tucumanos, como el propio Lamadrid lo reconoce: 
"Paz, que ve correrse por entre el monte a la izquierda la caballería de Quiroga, vuelve caras; síguele Helguera con todas sus milicias y llévanme por delante mi reserva y me dejan solo con los infantes y mi artillería".
A pesar de este desastre, Lamadrid reúne un pequeño número de jinetes y logra pasar por entre las líneas enemigas, para ir a reunirse con Matute. No lo encuentra, le envía propios con la orden de que regrese y éstos lo informan de una novedad que no espera: Matute ha sido derrotado por Quiroga. Pero, ¿cómo pudo ser derrotado el hombre cuyas tropas acaban de desaparecer persiguiendo a los santiagueños de Ibarra? ¿Qué ha ocurrido en el campo de batalla? 
Algo muy simple, y muy adecuado a la genialidad de Facundo, que permanece quieto en sus posiciones, a la espera de que regresen los colombianos a quienes ha jurado escarmentar. Es el propio enemigo de Quiroga quien así lo manifiesta y reconoce:
"Cerrada ya la oración había regresado Matute al campo de batalla, dando vivas a la patria y a mí, juzgándose dueño del campo, y lo reciben los infantes de Quiroga con una descarga, pues mis cívicos habían acabado las municiones de sus dos piezas de artillería y perdido más de las tres cuartas partes de su fuerza, y sólo así se le habían entregado poco antes de que llegase Matute. Tuvo, pues, que repasar el Manantial y dirigirse al punto con algunas pérdidas".
Al caer la noche, la situación se mantiene indecisa. Facundo, al ver que el enemigo se concentra a cierta distancia de él, con el propósito de reorganizarse, forma su nueva línea de batalla en la ceja de un monte, reúne a los prisioneros que ha tomado y ordena que uno de ellos se desnude, colocándose un taparrabos. Lo mantiene así durante la noche, y al amanecer, cuando Lamadrid comienza a formar nuevamente su línea de batalla frente a él, le envía el prisionero con la siguiente orden:
"Marche usted y diga a su gobernador, que si da un simple paso adelante o me dispara un solo tiro, fusilo a todos los prisíoneros, que usted ve cómo quedan".
LA RESPUESTA DE LAMADRID NO SE HACE ESPERAR
"Puse a Quiroga un oficio diciéndole que si él atentaba contra la vida de uno solo de mis prisioneros, no daría yo cuartel a más de cientode los suyos, entre oficiales y tropas que yo tenía en mi poder".
Lamadrid cuenta con poder reorganizar sus tropas sobre los colombianos de Matute, pero éstos se niegan a volver a la carga después de haber sufrido el rigor de los llaneros de Quiroga. Por fin, convencido de que acaba de ser nuevamente derrotado por Quiroga en el Rincón de Valladares, Lamadrid huye hacia el norte. Mientras, seguro de su triunfo, Facundo entra en Tucumán, donde reúne a la Junta de Representantes, para hablar de cuestiones económicas, a las que siempre se muestra afecto. Se trata de establecer el monto de las reparaciones y de deslindar responsabilidades. En realidad, el provocador es él, que llega procedente de La Rioja a invadir la provincia de Tucumán. Pero desde que el enemigo está inerme, le exige que pague, mediante la acusación de haber iniciado la contienda, por lo menos parte de los gastos de su ejército, "que en manera alguna deben soportar ni el pueblo ni el gobierno de La Rioja". El mismo fija esas reparaciones en la suma de 24.000 pesos. La exigencia es aceptada en principio, pero no se cumple con ella. Entonces Facundo se dirige a la Junta en términos conminatorios:
"He sabido por varios miembros de la Honorable Junta, que Vuestra Excelencia ha hecho comprender al pueblo, que no debe contribuir en nada para cubrir los 24.000 pesos que reclamé como parte de los gastos que me ocasionó la injusta guerra declarada contra mí por esta provincia, por el órgano de sus representantes, y que, con este motivo, algunos que habían subscripto se han retraído; de lo que resulta que V. E. con su genio activo ha podido, a poca costa, oponerse a que yo me reembolse de la pequeña parte que les pido de los grandes gastos y perjuicios que he experimentado, pero ¡por Dios vivo!, si no me satisface antes de las dos horas de este día, me haré pagar, no la suma de 24.000, pesos, sino todos los gastos que he hecho y todas las pérdidas que he sufrido en mis negocios. Cuidado, pues, no haya equivocación. Las generosidades tienen sus límites, y no me falta disposición para castigar del modo más ejemplar el orgullo y osadía de este país rebelde, que mira con desprecio la generosa tolerancia con que ha sido tratado, aunque sin merecer la más mínima consideración. V. E. puede, si lo considera conveniente, hacer saber esto a la Junta, en la inteligencia de que, pasada la hora ya mencionada, sin haber recibido la pequeña suma que pido, empezaré a hacer sent':r inmediatamente los estragos de la guerra. Dios guarde a V. E. muchos años. Juan Facundo Quiroga".
Tucumán paga en el acto. Y huelgan los comentarios.
Fuente:
http://www.lagazeta.com.ar/rincon_de_valladares.htm

PANORAMA DE SALTA. En 1854, Carlo Penuti pintó esta vista de la ciudad que fue escenario del casamiento y de la ejecución de Matute.
LÓPEZ MATUTE, COLOMBIANO PELIGROSO 
DE 1826 A 1827 ACTUÓ EN TUCUMÁN Y EN EL NORTE UN SINGULAR PERSONAJE, QUE TERMINARÍA FUSILADO EN SALTA.
Durante la década de 1820, convulsionaron a Tucumán y al norte argentino los sangrientos episodios de la guerra civil. Por esos tiempos recorría la zona el viajero inglés Edmundo Temple. Capítulos de su libro de viajes, “Travels in various parts of Perú” (1930) tradujo y editó la Universidad (provincial todavía) de Tucumán, en 1920, con el título “Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy en 1826”. En esas páginas, Temple relata su encuentro con el coronel colombiano Domingo López Matute.
“Vi un hombre de aspecto militar, bien montado, galopando hacia nosotros”, narra. Matute se detuvo y “saltó de su silla con un salto activo, lo que no le impidió un gran sable de dragones que, resonante, colgaba de una larga correa sujeta al cinto”. Sostuvo sus riendas un soldado de “fastuoso uniforme”, integrante de sus “Guardias Granaderos a Caballo de Colombia” Era el coronel “un hombrecito de unos 28 años de edad, regulares facciones y agudos ojos negros, vestido de una casaca militar azul”. Había comprado una “finquita distante algunas millas y se había establecido en ella recientemente”.
Granadero de Matute - En el libro de viajes de Edmundo Temple, este dibujo registró a uno de los soldados colombianos 
Llegada a Salta
No se sabe mucho de los orígenes de Matute. Las obras de referencia se limitan a informar que era un llanero de Colombia, oriundo del pueblo de Guardatinajas, en Guárico, y que había luchado en la guerra de la Independencia. Lo que sí se sabe es que en 1826 se presentó en Salta al frente de un escuadrón de 190 granaderos, según algunos, o de 100, según otros. Venían de Cochabamba. Disgustado porque lo postergaron en un ascenso, había resuelto abandonar su país y ofrecer sus servicios militares a las Provincias Unidas. Considerándolo desertor, el coronel colombiano Francisco Burdett O’Connor se internó en Salta para perseguirlo; pero Matute lo emboscó y lo derrotó completamente frente a Rosario de Lerma.
Ante ello, Burdett O’Connor se presentó al gobernador de Salta, general Juan Antonio Álvarez de Arenales, y requirió la entrega de Matute. Pero el gobernador se negó. Por el contario, recriminó a Burdett O’Connor por haber ingresado con tropas extranjeras, y dispuso que Matute se uniera a las fuerzas unitarias de Gregorio Aráoz de La Madrid, que luchaban contra el rosista Juan Felipe Ibarra, caudillo de Santiago del Estero.
Boda a la fuerza
Entretanto, en Salta, pronto un escándalo social rodeó al recién llegado. Según cuenta La Madrid en sus “Memorias”, el colombiano se había “casado violentamente” allí con Lucía Ibazeta. Se enamoraron “repentinamente” en un baile. Tan repentinamente, que de inmediato Matute la pidió en matrimonio a sus padres, don Pedro José Ibazeta y doña Vicenta Figueroa, gente acaudalada y de relieve.
Estos se negaron a autorizar la boda, por considerar al llanero de inferior posición social (apunta La Madrid que era hombre de color, “un pardo de pasas”). Entonces, Matute sacó a la niña del baile y obligó a un sacerdote a que los casara, ante el estupor y la furia de los Ibazeta.
Cuando Temple lo conoció, ya quedaban a Matute muy pocos granaderos: “la mayor parte habían sido muertos o heridos en las varias batallas o escaramuzas en que se habían ocupado después de dejar Cochabamba, y los escasos sobrevivientes se habían dispersado”.
Esposa triste
Cuenta que Matute residía en la que fue Posta de Yatasto. Invitó a comer allí al inglés y a sus compañeros, y les presentó a su esposa. Temple narra que “la dama era regular y agradable en su persona”, y que contaba “unos veinte años”. Pero lo asombró que en nada se notase que era recién casada. No había “ninguna manifestación de esa ligereza de espíritu que los corazones nuevos muestran en los primeros transportes del amor nupcial, cuando todo el mundo es un Edén de felicidad”.
Nada de eso. Luisa Ibazeta permanecía “sentada en silencio y aparte, envuelta en su chal, con sus largas trenzas negras cayendo sobre sus hombros y contrastando con su rostro pálido”. Temple comenta que “podía adivinar en ella a la víctima desventurada, no a la alegre partidaria del amor”. A causa de su marido, se hallaba “rechazada por padres, familia y amigos”, y “parecía suspirar desde el fondo de su corazón”. En suma, se percibía “una sombra de desgracia en la escena, cuya influencia era imposible dejar de sentir…”
Poco confiable
Antes de despedirse, Matute pidió a Temple que le enviara algunos libros de Derecho y de Economía Política, en castellano o en francés. El inglés le preguntó si no le interesaba alguna obra sobre táctica militar. Matute respondió: “no. Sé demasiado de la guerra, prácticamente, para tener el menor deseo de molestarme con su teoría; además, estoy perfectamente convencido de que, en la guerra, la valentía determinada triunfa en nueve casos de cada diez”. En su opinión, “los libros no pueden enseñarnos nada sobre el particular”. Tal fue la respuesta que recibió Temple de este personaje, a quien calificaría en su libro como “espíritu galante, inquieto e intrigante”.
Matute, en realidad, no era para nada confiable. A pesar de que Arenales lo había protegido, cuando iba rumbo a Tucumán para unirse a La Madrid, se encontró en Pozo Verde con Manuel Puch. Este lo convenció de que retrocediera y se uniese a las fuerzas de José Francisco “Pachi” Gorriti, que marchaban a poner sitio a Salta y derrocar a Arenales. Así lo hizo y el 7 de febrero de 1827, Gorriti y Matute deshicieron, en el sangriento combate de Chicoana, a las tropas de Francisco Bedoya, que venían en auxilio de Arenales. Durante la acción, los colombianos degollaron a varios oficiales en la iglesia del lugar.
Con La Madrid
Ya apoderado del gobierno de Salta, Gorriti volvió a enviar a Matute y sus granaderos para reforzar a La Madrid. El tucumano se entusiasmó un tiempo con el llanero, como que lo designó jefe de su Estado Mayor. Pero, iniciada la marcha sobre Ibarra, tuvo frecuentes problemas con los colombianos. Eran soldados sanguinarios, que se alcoholizaban con frecuencia y estaban acostumbrados a saquear viviendas y violar mujeres, atropellos que La Madrid tuvo que indemnizar. Y como si fuera poco, le llegaron versiones de que su jefe intentaba comunicarse con el enemigo.
De todos modos, Matute atacó, con sus granaderos y 50 “cívicos” tucumanos, el campamento de Ibarra en Los Robles, con gran éxito. Esto permitió a La Madrid (convaleciente aún de las serias heridas recibidas meses atrás en El Tala) ocupar la ciudad de Santiago del Estero.
De pronto, se supo que las fuerzas de Juan Facundo Quiroga llegaban en apoyo de Ibarra. Con el fin de aprestarse para el inminente combate, La Madrid retrocedió hasta Tucumán.
Gregorio Aráoz de Lamadrid o Gregorio Aráoz de La Madrid - Al principio confoó en Matute pero luego desconfió de su lealtad.
El Rincón
El 6 de julio de 1827 tuvo lugar la batalla de El Rincón del Manantial, donde el “Tigre de los Llanos” derrotó al ejército de La Madrid. Durante la larga y cruenta acción, los colombianos de Matute lancearon exitosamente al ala izquierda enemiga; pero la batalla se perdió -según La Madrid- porque retrocedieron de pronto los escuadrones que mandaban Gregorio Paz y José Ignacio Helguero.
En la retirada, por una infidencia del capitán colombiano Pereda, se enteró La Madrid de que Matute tenía intenciones de entregarlo a Quiroga. Entonces, le mintió que él se adelantaría hasta Trancas para buscar caballos y carne, y que lo siguiera. Pero ni bien lo perdió de vista, torció presurosamente el rumbo y, por el valle de San Carlos, se internó en Bolivia. No se volverían a ver La Madrid y el voluble colombiano.
Matute regresó semanas después a Salta. Al poco tiempo, ideó una revolución contra el gobernador Gorriti, su antiguo amigo. Pero llegaron a poder de este, antes de que se organizara el movimiento, cartas que Matute había enviado a sus oficiales instándolos a traicionarlo.
José Francisco Gorriti, el gobernador de Salta que ordenó fusilar al "Condottiero" colombiano
El fin de Matute
El colombiano quiso darle explicaciones, pero Gorriti lo hizo arrestar y formó un consejo de guerra que condenó a muerte al “condottiero”. Narra el historiador Antonio Zinny que, por consideración a Luisa Ibazeta, que estaba embarazada, Gorriti dispuso que el fusilamiento no se ejecutaría en la plaza, sino en la vecina chacra de Las Costas. En ese lugar, el guardián de San Francisco quiso oficiar previamente una misa. De pronto, Matute se abalanzó sobre el altar y arrebató el cáliz, amenazando con tirar las hostias si no lo indultaban. Esto alborotó al pueblo, hasta que Matute, viendo que no conseguiría el perdón, se sometió a la sentencia.
Otros dicen que obró así al saber que Gorriti había ordenado: “fusílenlo con el cáliz”. La versión que oyó Temple es que se trabó en lucha con sus guardianes y, en la confusión, quiso escapar en el caballo que le tenía listo un cómplice. Pero los soldados lo ultimaron a tiros antes de que pudiese montar.
De acuerdo a Zinny, a las once y media de la mañana del 17 de setiembre de 1827, enfrentó el pelotón el coronel Domingo López Matute. Este historiador añade que, para enterrarlo, como los grillos estaban demasiado ajustados, “fue necesario cortarle los pies”.
Fuente: https://www.lagaceta.com.ar/nota/754587/actualidad/lopez-matute-colombiano-peligroso.html#&gid=1&pid=1
NOTA:
El Combate del Rincón fue un enfrentamiento ocurrido el 8 de mayo de 1812 entre una partida de Blandengues de la Frontera de Santa Fe, pertenecientes a las Provincias Unidas del Río de la Plata, y un grupo de corsarios realistas españoles desembarcados de un barco procedente de Montevideo.
El combate se produjo en el sitio entonces conocido como El Rincón, al este de la Ciudad de Santa Fe, probablemente en la actual La Guardia, Provincia de Santa Fe, Argentina. Finalizó con el triunfo de las fuerzas patriotas.
Combate del Rincón
Guerra de Independencia de la Argentina
Fecha8 de mayo de 1812
LugarLa GuardiaProvincia de Santa FeArgentina
ResultadoVictoria patriota.
Beligerantes
Provincias Unidas del Río de la PlataFlag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg España
Comandantes
subteniente Juan Pablo Videlacapitán realista de origen portugués no identificado
Fuerzas en combate
25 soldados de la 1° Compañía de Blandengues de Santa Fe17 corsarios realistas
Bajas
ninguna10 ahogados y 3 fusilados,
4 prisioneros

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Combate_del_Rinc%C3%B3n
La Batalla del Rincón, del Rincón de las Gallinas o del Rincón de Haedo (Departamento de Río Negro, Uruguay, 24 de septiembre de 1825) fue el primer encuentro militar entre las tropas revolucionarias comandadas por Fructuoso Rivera y las tropas de origen portugués fieles al Imperio del Brasil del comandante João Propício Mena Barreto, siendo vencedor Rivera y los revolucionarios.
Batalla del Rincón de las Gallinas
Guerra del Brasil
Fructuoso Rivera.jpg
Acción de Rincón, según el artista plástico uruguayo Esteban Garino.

Fecha24 de septiembre de 1825
LugarRincón de las GallinasDepartamento de Soriano,
Flag of Uruguay.svg Uruguay
ResultadoVictoria de los orientales
Beligerantes
Flag of the Treinta y Tres.svg Milicias OrientalesFlag of Brazil (1822–1870).svg Ejército Imperial de Brasil
Comandantes
Fructuoso RiveraJoão Propício Mena Barreto
Fuerzas en combate
270700
Bajas
7 muertos
16 heridos
140 muertos
300 prisioneros
Cronología
Puntas del ÁguilaBatalla del Rincón de las GallinasSarandí
Juan Facundo Quiroga
Facundo Quiroga por Fermepin.JPG


5.° Gobernador (provisional) de la
28 de mayo de 1823-22 de julio de 1823
PredecesorNicolás Dávila
SucesorBaltasar Agüero

Información personal
ApodoEl Tigre de los Llanos
Nacimiento27 de noviembre de 1788
San AntonioLa RiojaIntendencia de Córdoba del TucumánVirreinato del Río de la Plata
Fallecimiento16 de febrero de 1835
(46 años)
Barranca YacoCórdobaArgentina
Lugar de sepulturaCementerio de la Recoleta Ver y modificar los datos en Wikidata
NacionalidadArgentina Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido políticoFederal
Familia
PadresJosé Prudencio Quiroga y Rosa Argañaraz
CónyugeDolores Fernández Cabezas
Información profesional
OcupaciónGanaderominero y militar
Rango
Participó enGuerras civiles argentinas Ver y modificar los datos en Wikidata
Brigadier General
Años de servicio1814 - 1835
LealtadFlag of the Argentine Confederation.svgConfederación ArgentinaBandera de Provincia de La Rioja (Argentina) La Rioja
MandosEjército Federal
Participó enCampaña de Rosas al DesiertoGuerras civiles argentinas: batallas de La RiojaEl PuestoEl TalaRincón de ValladaresCórdobaLa TabladaOncativoRodeo de ChacónLa Ciudadela.
Información

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