El 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón zarpó de Puerto de Palos con las tres naves La Pinta, La Niña y la Santa María. el 12 de octubre, ...
- "En efecto, este evento es por sí mismo el más grande y hermoso de todos los que tiempo alguno haya visto jamás; y aquél que lo realizó es comparable con pocos hombres por la magnitud de su valor e ingenio. Por obra suya emergió de la inexplorada profundidad del océano un nuevo mundo: cientos de miles de mortales fueron restituidos del olvido y las tinieblas a la comunidad del género humano, fueron trasladados de un culto salvaje a la mansedumbre y a la humanidad, y lo que es muchísimo más, fueron llamados nuevamente de la muerte a la vida eterna por la participación en los bienes que nos trajo Jesucristo." S.S. León XIII, Quarto abeunte saeculo.
León XIII Papa de la Iglesia católica 20 de febrero de 1878–20 de julio de 1903 Ordenación 31 de diciembre de 1837
por Carlo Odescalchi S.I.Consagración episcopal 19 de febrero de 1843
por Luigi Emmanuele LambruschiniProclamación cardenalicia 19 de diciembre de 1853
por Pío IXPredecesor Pío IX Sucesor Pío X Cardenales creados Véase categoría Información personal Nombre secular Vincenzo Gioacchino Raffaele Luigi Pecci Nacimiento 2 de marzo de 1810
Carpineto Romano,
Estados PontificiosFallecimiento 20 de julio de 1903
(93 años)
Roma, Reino de Italia
Firma
Lumen in coelo - "Admirable, en efecto, es Dios sobre todo en sus santos; no obstante, su divino poder deja también huellas en aquellos en quienes brilla una fuerza extraordinaria en el alma y en la mente, pues no de otro lugar viene a los hombres la luz del ingenio y la grandeza del alma, sino tan sólo de Dios, su Creador." "[Colón] fue un hombre providencial, un hombre ùnico."
- "Una característica distingue principalmente a Colón: al recorrer una y otra vez los inmensos espacios del océano iba tras algo mucho más grande y elevado que todos los demás." ¡Que viva la paloma portadora de Cristo (Christo Ferens Colombus)!
¡Que viva la hispanidad!
La conquista de América no fue la empresa comercial de un grupo de buscadores de oro, sino la empresa de la redención espiritual de un pueblo de héroes que necesitaba de una nueva Cruzada para dar rienda suelta a su vocación de heroísmo; de un pueblo que, como ningún otro pueblo, necesitaba del azote de la guerra para librarse del azote de la paz.
LA PAZ es el receso de los héroes y es la perdición de los pueblos heroicos porque:
LOS HÉROES necesitan de la gloria
LOS PUEBLOS HEROICOS necesitan de las calamidades que acompañan a la gloria.
NECESITAN DE LA VICTORIA: porque la victoria es una consecuencia natural del heroísmo. La victoria es un premio
NECESITAN DE LA DERROTA: porque la derrota es una consecuencia natural de la humanidad. La derrota es una lección.
LA PAZ es el receso de los héroes y es la perdición de los pueblos heroicos porque:
LOS HÉROES necesitan de la gloria
A la izquierda se ve la firma de Colón anterior a 1492; a la derecha su firma como "Almirante".
Los pueblos necesitan de la victoria y necesitan de la derrota.
NECESITAN DE LA DERROTA: porque la derrota es una consecuencia natural de la humanidad. La derrota es una lección.
Réplica de la Santa María, nave capitana en la empresa colombina.
El descubrimiento de América fue una empresa santa. Colón, desde la miseria de su vida, aspiraba a la reconquista del Santo Sepulcro, mientras los reyes reconquistaban España para la Cristiandad.
Los conquistadores españoles, desde la miseria de su vida, aspiraban a la conquista de América para la Cristiandad.
LA EMPRESA DEL DESCUBRIMIENTO Y LA EMPRESA DE LA CONQUISTAEran empresas ordenadas por Dios, y el Almirante lleno de pecados y los conquistadores llenos de pecados eran los instrumentos de Dios, porque Él había juzgado que eran suficientemente hombres para llevar a Dios al conocimiento de los hombres.
Una de las muchas representaciones idealizadas, del aspecto que tenía el marinero genovés. Lo cierto es que no se puede determinar con exactitud su aspecto real.
Fue la conquista de las espadas ennegrecidas en la sangre de la reconquista de España y los uniformes quemados por la sal mordiente de la travesía.
Fue el barullo de los corazones y las espadas, cuando las espadas y los corazones se movían en las manos de los hombres y redoblaban en los pechos de los hombres.
Fue la empresa de heroísmo de los tiempos en que la vida servía para la muerte.
Era la empresa de los hombres que renunciaban a la vida en la demanda de una vida nueva y de una nueva muerte.
Eran los navíos que cabeceaban con el vaivén pensativo y solemne que traían de los amaneceres solos y los crepúsculos tendidos.
Eran los soldados de la guerra y los misioneros de la Cruz.
Era la empresa de los hombres que renunciaban a la vida en la demanda de una vida nueva y de una nueva muerte.
Eran los navíos que cabeceaban con el vaivén pensativo y solemne que traían de los amaneceres solos y los crepúsculos tendidos.
Eran los soldados de la guerra y los misioneros de la Cruz.
Colón ante la reina, imaginado por Emanuel Gottlieb Leutze, 1843
Venían todos los que tenían una esperanza de salvación en América. Venían a América para fundar en ella el Reinado de Cristo. Traían su vida para darla por la vida de América y traían su muerte para darla también por la vida de América, y traían su vida y su muerte para darlas en la conquista de Dios.
Fuente: Ignacio B. Anzoátegui. Mendoza o el Héroe. Tres ensayos españoles. Sol y Luna. Bs. As. 1938.
SENTIDO HISTÓRICO DE LA LABOR EVANGELIZADORA
La impotencia de los penates (En la mitología romana, dioses del hogar. "los penates protegían a las familias contra la pobreza") de la historiografía americana para comprender la esencia misma de la conquista espiritual del continente, es el resultado de considerar a la religión como un hecho separado de la vida.
Para aquellos escritores, la labor misionera pudo ser considerada como un hecho desprendible de la realidad integral de la conquista, y ésta pudo ser exactamente lo que fue, y la colonización no otra cosa que lo que alcanzó a ser, con evangelizadores, o sin ellos.
A lo sumo, para alguno más “progresista”, lo misional no fue sino expresión del secular “atraso de España”, cuando no un medio de sojuzgamiento de imaginarios propósitos libertadores.
Para aquellos escritores, la labor misionera pudo ser considerada como un hecho desprendible de la realidad integral de la conquista, y ésta pudo ser exactamente lo que fue, y la colonización no otra cosa que lo que alcanzó a ser, con evangelizadores, o sin ellos.
A lo sumo, para alguno más “progresista”, lo misional no fue sino expresión del secular “atraso de España”, cuando no un medio de sojuzgamiento de imaginarios propósitos libertadores.
No cayeron en tal punto de vista por aceptar que las superestructuras sociales, éticas e intelectuales son reflejo de los movimientos de la estructura económica, especie de supremo hacedor sin alma, ni sentidos ni conciencia.
¡No! para desprestigiar y poner en evidencia lo sagrado y lo tradicional en la historia no hubieron de caer en las redes de la dialéctica marxista pues, hijos del pensamiento francés de los siglos anteriores, les bastó con actuar como apóstoles de una supuesta ley del progreso, en virtud de cuya presencia todo el proceso histórico consistiría en destruir lo que existe para colocar en su lugar algo nuevo.
- “El progreso, desde el punto de vista positivo, consiste en que, a través del hombre, una generación cede su sitio a otra, elevando la Humanidad hasta unas alturas extrañas que yo en vano trato de concebir; la Humanidad avanza, avanza siempre, hacia un estado superior con respecto al cual todas las generaciones presentes son siempre eslabones sin ninguna finalidad propia. El progreso transforma a cada generación humana, a cada individuo y cada época histórica en un medio, en un instrumento para alcanzar un fin que consiste en la perfección y la bienaventuranza del hombre futuro, en la que ninguno de nosotros tendrá participación alguna”. Nikolái Aleksándrovich Berdiáyev
Nikolái Berdiáyev | |
---|---|
Nombre de nacimiento | Nikolái Aleksándrovich Berdiáyev |
Nacimiento | 6 de marzo de 1874 , Kiev, Imperio ruso |
Defunción | 24 de marzo de 1948 (74 años) , París |
Nacionalidad | Rusia |
Ocupación | filósofo, escritor |
PROGRESISMO Y PROGRESISTA: son términos ideológicos de aplicación genérica, que agrupan doctrinas filosóficas, éticas y políticas identificables de un modo amplio con la Revolución francesa de1789 y los movimientos sociales en Estados Unidos y Europa a inicios del siglo XIX. En términos sociales, el progresismo tiende a ser identificado con la lucha por las libertades individuales y homologado al concepto liberal. No obstante, el término varía mucho según los países y respecto a los ideales progresistas históricos. Actualmente, se entiende al progresismo en general como una ideología opuesta al conservadurismo.
Fue ese progresismo el que trató de eliminar de la historia americana todos los elementos tradicionales, sin los cuales “lo histórico” deja de existir, pues el “progreso” —no sabemos por qué curiosas secreciones mentales— es enemigo de Dios, o Dios enemigo del progreso.
El hacer historia se transformó en informar, periodísticamente, de lo que había sucedido antes de nosotros, mediante una selección crítica cuyos mayores éxitos se lograban cada vez que se podía exhibir algún acto contrario a la religión, y, por consiguiente, destinado a acelerar el proceso progresista de esto pueblos.
El hacer historia se transformó en informar, periodísticamente, de lo que había sucedido antes de nosotros, mediante una selección crítica cuyos mayores éxitos se lograban cada vez que se podía exhibir algún acto contrario a la religión, y, por consiguiente, destinado a acelerar el proceso progresista de esto pueblos.
La concepción cristiana, que vive de la esperanza de una felicidad común a todas las generaciones, puesto que todos pueden ser salvados, es diametralmente opuesta al progresismo. Todavía se pueden leer las obras de aquel Padre Vitoria, defensor ejemplar de América, en las que se lo advierte afanado en buscar la conciliación entre la predestinación divina y los méritos del hombre, porque no creía que sus semejantes hubieran sido concebidos para el mal, y convencido de que la salvación —próxima o remota—, había de llegar a todos, sobre todos volcó la dulzura de la esperanza con su doctrina de la gracia.
Francisco de Vitoria (Burgos, Castilla; 1483/14861 - Salamanca, España; 12 de agosto de 1546) fue un fraile dominico español, escritor y catedrático de la Escuela de Salamanca, quien se destacó por sus ideas y contribuciones al derecho internacional y la economía moral basados en el pensamiento humanista del realismo aristotélicotomista.
Y es, justamente, el sello característico de la conquista de América el que sus misioneros trajeran esa doctrina. Si los españoles de la conquista hubieran creído que las generaciones sólo son medios instrumentales para realizar, en un futuro incierto, incomprensible e inimaginable, la felicidad de unos hombres que no podemos determinar, no habría sido por cierto lo que fue; no habría habido problemas de conciencia en el ánimo de sus reyes.
Sólo porque creían en que la salvación está al alcance de todos, es porque dieron un sentido misional a la tarea que la Providencia puso en sus manos.
Probable retrato de Cristóbal Colón. Detalle de la pintura "Virgen de los Navegantes" pintado por Alejo Fernández entre 1505 y 1536, se expone en la "Sala de los Almirantes" del Real Alcázar, Sevilla.
Si hacer historia de América no tiende a conocer las realidades espirituales de los hombres de América, es que se trata de una labor inútil y sin objeto.
Conocer la forma de la nariz de Cleopatra podrá ser un elemento de curiosidad, nunca de juicio.
Si el hombre es inseparable de la historia, es porque la historia se mueve alrededor de hechos concretos desarrollados dentro de los marcos de la tradición.
Lo que a la tradición escapa deja de ser histórico.
Conocer la forma de la nariz de Cleopatra podrá ser un elemento de curiosidad, nunca de juicio.
Si el hombre es inseparable de la historia, es porque la historia se mueve alrededor de hechos concretos desarrollados dentro de los marcos de la tradición.
Lo que a la tradición escapa deja de ser histórico.
El misionero que llega a América trae algo más que la materialidad del catecismo; algo más que las ceremonias sacramentales; trae, a un mundo estático, con un sentido inmanente de la vida, los elementos liberadores que habrán de darle conciencia histórica. Porque esa conciencia surge en los pueblos con el cristianismo, pues es con él que los hombres adquieren la posibilidad de concebir horizontes trascendentales y se libran de la sumisión a la naturaleza circundante.
Ciudad prehispánica de Chichén Itzá | ||
---|---|---|
Nombre descrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad. | ||
El Templo de Kukulcán en la zona arqueológica de Chichén Itzá. | ||
Coordenadas | 20°40′58.2″N88°34′7.3″OCoordenadas: 20°40′58.2″N 88°34′7.3″O (mapa) | |
País | México | |
Tipo | Cultural | |
Criterios | I, II, III | |
N.° identificación | 483 | |
Región | Latinoamérica y Caribe | |
Cenote Xtoloc en Chichén Itzá. En este cenote llamado sagrado, se realizaban ofrendas al dios Chaac, señor de las lluvias, que consistían en objetos valiosos y la tradición dice que también sacrificios humanos, generalmente de doncellas nobles, ataviadas con ropas ceremoniales y enjoyadas. En el cenote también se sacrificaban prisioneros de alto rango, también como ofrenda religiosa.
Cuando el cristianismo, por la Redención, libera al hombre en la resolución libre del destino humano, lo histórico aparece; porque recién el hombre es librado de la naturaleza. Por eso, la labor misional no es un episodio religioso, aislado del resto de las realidades pasadas, presentes y futuras de América, para comenzar por ser, en cuanto a las razas aborígenes del continente, un adquirir el sello del alto origen divino del hombre.
Un colocarlo en el centro de la creación. Tarea que sólo es posible cuando se tiene en alta estima al espíritu humano.
La Virgen de los Reyes Católicos, pintada entre 1491 y 1493. A la derecha de la Virgen María, el rey Fernando II de Aragón y el príncipe de Asturias, Juan de Aragón (con el inquisidor); a la izquierda, la reina Isabel I de Castilla, con la infantaIsabel. De pie, se hallan santo Tomás de Aquino, sosteniendo a la Iglesia, y santoDomingo de Guzmán, con un libro y una palma.
Esa manera de ver y de sentir está encarnada en aquellas reales cédulas por las que los reyes de España estimaban que perder el alma era más grave que perder la conquista misma; lo está en aquella respuesta de Felipe II a los consejeros que le hablaban del mucho dinero que constaba la conquista de Filipinas, diciéndoles que lo que se debía tener en cuenta no era el interesse sino los universales, es decir, los principios mismos de la fe que ordenaban salvar el alma de los semejantes en peligro de perderla.
El catolicismo, en su acción contra los elementos humanos puramente naturales, rebasó siempre, y ello era lógico, lo estrictamente humano. Las prácticas del culto son sólo una faz de su acción. Emprendió, además, la inmensa labor de construir una cultura con sentido universal que respondiera a su dinamismo liberador.
Y es así como tiene una posición ante todos los problemas de la vida, y porque la tiene es la suya una postura de evidente sentido ético. El misionero no se conforma con bautizar a los naturales, ni con que crean en el misterio de la Eucaristía, sino que, además, los habilita para enfrentar la vida, y les da normas para vivirla; no hacen cultivar los sacramentos como una imposición, sino como un acto de libertad, determinado y controlado por la propia conciencia.
Los obispos no cuidan sólo del ornamento de las iglesias o de la grandiosidad de los actos religiosos, sino que intervienen en la vida civil y crean, cada uno a su alrededor, núcleos de vida social propia.
Catolicismo | |
---|---|
Creyente haciendo oración en un templo católico de la Ciudad de México. | |
Fundador(es) | Jesucristo |
Deidad o Deidades principales | Santísima Trinidad |
Tipo | Monoteísta |
Número de seguidores estimado | 1 229 millones1 |
Seguidores conocidos como | Católicos |
Escrituras sagradas | Biblia |
Lengua litúrgica | Latín, lenguas vernáculas |
País o región de origen | Israel |
Lugares sagrados | Jerusalén |
País con mayor cantidad de seguidores | Brasil |
Organización internacional | Iglesia católica apostólica romana |
Símbolo | Cruz |
Templos | Basílica de San Pedro, Archibasílica de San Juan de Letrán, Santo Sepulcro |
Clero | Obispo, sacerdote,diácono. |
Los obispos no cuidan sólo del ornamento de las iglesias o de la grandiosidad de los actos religiosos, sino que intervienen en la vida civil y crean, cada uno a su alrededor, núcleos de vida social propia.
Por eso no hay un hecho económico, social, político o intelectual en la vida de la colonia, en el cual la Iglesia no se encuentre presente. Y los alcances reales de esa presencia no pueden ser valorados cuando se considera al hombre como un mero instrumento en el proceso de la formación de nuevos fundamentos sociales; no puede entenderse a través de humanismos que en el afán de superar al hombre lo niegan, o de él reniegan; no pueden comprenderse sino cuando se percibe el verdadero significado histórico del cristianismo, que no es otro que el de ser una doctrina de amor a los hombres, porque es un Dios-hombre el que muere en la cruz para redimir a sus semejantes, y en su sangre redentora la que devuelve al hombre la libertad, lo libra de las potencias naturales inferiores y le da la conciencia de su grandioso origen.
La llegada de los españoles al Caribe en 1492, abrió el camino para que algunas potencias europeas conquistaran amplios territorios del continente americano.
Pintura de Dióscoro Puebla, (Exposición Nacional (1862), Medalla de Primera clase)
Cuando todo eso se percibe y se comprende, se advierte que la verdadera historia de América es la de su conquista espiritual; y cómo ella no fue un mero episodio religioso o el aspecto religioso de un hecho más importante, sino la formación misma de lo que la historia de América tiene de tradicional y, por consiguiente, de irrenunciable.
Fuente: Vicente D. Sierra. El sentido misional de la Conquista de América. Ed. Orientación Española. Bs. As. 1942.
I. RECUPERAR UN OLVIDADO SENTIDO DE LA HISTORIOGRAFÍA CRISTIANA
LA PERCEPCIÓN SACRAMENTAL DE LA HISTORIA.
LA INTERPRETACIÓN CRISTIANA DE NUESTROS ORÍGENESLA PERCEPCIÓN SACRAMENTAL DE LA HISTORIA.
La historia de los hombres que pasan en vistas de un fin que no pasará. Como nos ha enseñado Antonio Caponnetto la verdadera cognitio histórica cristiana consiste en mirar hacia y desde lo Alto, con la razón iluminada por la Fe, «para descubrir no sólo la humana gesta -los res gestae hominum- sino también los divinitus gesta» que nos muestra que en la historia obran causas humanas pero también que sobre las causas segundas, está la Causa Primera e increada, la Causa Ejemplar de cuanto existe, la Causa Eficiente y Rectora de la Historia[1]. Esto implica comprender el sentido providencial de la Historia, detrás de los hechos humanos está la Providencia Divina.
Implica también tener una actitud de contemplación de la realidad objetiva. Uno de los caracteres del pensamiento moderno es al decir del escritor inglés Chesterton «sustituir las cosas por las teorías», implica contemplar la realidad objetiva y sabernos criaturas de un Creador.
G. K. Chesterton | |
---|---|
Nombre de nacimiento | Gilbert Keith Chesterton |
Nacimiento | 29 de mayo de 1874 Londres, Reino Unido |
Defunción | 14 de junio de 1936 (62 años) Beaconsfield, Reino Unido |
Nacionalidad | Británica |
Seudónimo | G. K. C. |
Ocupación | Periodista, escritor |
Período | Siglo XX |
Género | Novelas, cuentos, relatos,ensayos, poesía. |
Cónyuge | Frances Blogg |
Descendencia | Dorothy Collins (adoptiva) |
Implica también partir de la idea de la existencia de una tradición primordial, adánica, las semillas del verbo.
El Papa Juan Pablo II en la encíclica Fides et Ratio habla de la existencia de esta tradición que tiene un contenido filosófico y religioso. Dios habla al hombre a través del orden natural y en la interioridad de la conciencia.
La razón puede alcanzar la verdad. El encuentro entre razón y fe debe partir de la tradición primordial.
Esta tradición da unidad y sentido a la historia y nos permite seguir sus hilos desde los pueblos más antiguos: tradiciones, relatos, creencias de los sumerios, egipcios hablan de la verdad de la religación, religión, de la criatura con el Creador.
El descubrimiento incorporó a América a la larga tradición Occidental.
El Papa Juan Pablo II en la encíclica Fides et Ratio habla de la existencia de esta tradición que tiene un contenido filosófico y religioso. Dios habla al hombre a través del orden natural y en la interioridad de la conciencia.
Fides et Ratio (latín: Fe y Razón) Carta encíclica del papa Juan Pablo II | ||||
---|---|---|---|---|
| ||||
Fecha | 14 de septiembre de 1998 | |||
Argumento | Sobre las relaciones entre Fe yRazón | |||
Encíclica número | 13 de 14 del pontífice | |||
Texto | en latín en español |
Esta tradición da unidad y sentido a la historia y nos permite seguir sus hilos desde los pueblos más antiguos: tradiciones, relatos, creencias de los sumerios, egipcios hablan de la verdad de la religación, religión, de la criatura con el Creador.
Esta tradición pasando por Israel y Grecia, se consolida en el Imperio Romano Cristiano y en los 1000 años de Cristiandad.
Esto que es la mejor herencia de Occidente es lo que llega a América con el descubrimiento.El descubrimiento incorporó a América a la larga tradición Occidental.
Porque descubrir no es lo mismo que encontrar.
ENCONTRAR es chocarse, topar con algo por casualidad.
DESCUBRIR, en cambio, es develar, es sacar a luz el ser. Y eso es lo que hizo España en América[2].
Como enseña Alberto Caturelli, el descubrimiento de América no fue un hallazgo, porque hallar, que proviene de afflare, soplar, significa en nuestra lengua, dar con algo sin haberlo buscado.
En tanto que descubrir supone cierta intención «que puede ser subsiguiente al mero hallazgo» y es el acto de poner de manifiesto, de hacer patente, «de de-velar lo cubierto cuando se toma conciencia de la novedad de lo hallado».
Descubrir es pues un acto reflexivo, consciente, eminentemente espiritual, de develar el sentido oculto de algo que permanece indescifrado[3].
ENCONTRAR es chocarse, topar con algo por casualidad.
DESCUBRIR, en cambio, es develar, es sacar a luz el ser. Y eso es lo que hizo España en América[2].
Como enseña Alberto Caturelli, el descubrimiento de América no fue un hallazgo, porque hallar, que proviene de afflare, soplar, significa en nuestra lengua, dar con algo sin haberlo buscado.
En tanto que descubrir supone cierta intención «que puede ser subsiguiente al mero hallazgo» y es el acto de poner de manifiesto, de hacer patente, «de de-velar lo cubierto cuando se toma conciencia de la novedad de lo hallado».
Descubrir es pues un acto reflexivo, consciente, eminentemente espiritual, de develar el sentido oculto de algo que permanece indescifrado[3].
Alberto Caturelli
Sólo la conciencia crítica puede develar el ser porque sólo ella puede conocer el objeto, y por ello hace emerger la novedad y originalidad de lo hallado.
Tal como lo señala Ramiro de Maeztu en su Defensa de la Hispanidad, lo que da valor y sentido a la epopeya de Colón, lo que hace que la hazaña de un grupo de navegantes guiados por Colón fuera un hecho trascendental, lo que constituye el ser de la empresa colombina no es sólo el descubrimiento.
Si al regresar del primer viaje Colón no hubiera encontrado a España, una España dispuesta a llevar la cultura, la fe, la civilización, si al volver Colón no hubiera encontrado ese espíritu decidido a explorar, poblar y transmitir todos esos valores al Nuevo Mundo, el viaje de Colón ocuparía en la historia el mismo lugar que les cabe a los supuestos viajes de los vikingos que mucho antes que Colón habrían desembarcado en estas tierras: lugar de anécdotas, curiosas, interesantes pero desprovistas de sentido.
Ramiro de Maeztu y Whitney Conde de Maeztu | |
---|---|
Ramiro de Maeztu, retrato de Ramón Casas | |
Nacimiento | 4 de mayo de 1875 Vitoria, España |
Defunción | 29 de septiembre de 1936 (61 años) Madrid, España |
Nacionalidad | Español |
Ocupación | Escritor, diplomático |
Movimientos | Generación del 98 |
Felipe Ximénez de Sandoval
Lo que otorga a la empresa colombina sentido y ser es que, tras la ruta que señala, todo un pueblo se lanza a trasplantar consigo su cultura y civilización. Ese sentido de conciencia descubridora es el que el escritor español Ximénez de Sandoval pone en boca de Colón:
- «La gloria no puede pertenecer a quien la encuentra sin buscarla, sino a quien la alcanza después de mucho desearla».
Cristóbal Colón | |
---|---|
Cristóbal Colón, en la pintura Virgen de los Navegantes porAlejo Fernández entre 1505 y 1536 (Sala de los Almirantes, Reales Alcázares de Sevilla).
| |
Nacimiento | c. 1436-1456 República de Génova.1 2 |
Fallecimiento | 20 de mayo de 1506 Valladolid, Corona de Castilla |
Ocupación | Navegante y cartógrafo. Almirante,virrey y gobernador general de lasIndias |
Cónyuge | Felipa Moniz; amante: Beatriz Enríquez de Arana |
Hijos | Diego Colón y Hernando Colón |
Firma |
III. COMPRENDER AL DESCUBRIMIENTO EN SU CONTEXTO: LA CRUZADA CONTRA EL ISLAM
Cuando pensamos en el descubrimiento la primera imagen es la de las 3 carabelas con sus velas blancas y sus cruces rojas surcando el Atlántico.
No la bandera blanca con cuadrícula verde de Castilla ni la de Aragón con sus rayas verticales.
Sino el signo de la cruzada.
Las cruzadas fueron las guerras exteriores de la Cristiandad, sus guerras justas, para recuperar los Santos Lugares, donde los caballeros que tomaban la cruz roja combatían por Cristo y para ganar el cielo defendiendo la fe.
Sino el signo de la cruzada.
Las cruzadas fueron las guerras exteriores de la Cristiandad, sus guerras justas, para recuperar los Santos Lugares, donde los caballeros que tomaban la cruz roja combatían por Cristo y para ganar el cielo defendiendo la fe.
Luego de la caída de Constantinopla en 1453 los otomanos inician una nueva expansión hacia Occidente. El Papado llama a una nueva cruzada.
El príncipe portugués Enrique el Navegante con su Escuela de Sagres, retoma la idea de Cruzada Naval del siglo XIV, la cual con los adelantos náuticos y técnicos del siglo XV cobra nuevo sentido y actualidad.
Sagres y el Cabo de San Vicente
Sagres ocupa una posición inigualable en la historia de Portugal.
El cabo es un lugar agreste por naturaleza y permanente aislado por fuertes vientos, es un peñasco aplanado que se adentra en el océano y se eleva sobre el casi 50 metros.
Hace 600 años los hombres que aquí llegaban pensaban que este territorio era como un finis térrea, sin otra orilla en el Poniente que sirviese de destino para un viaje.
Las murallas encierran el lugar escogido por Enrique el Navegante para fundar su escuela de Navegación en 1433, a la entrada del recinto una gigantesca rosa de los vientos de 43 metros de diámetro está dibujada en el espacio central del patio de armas.
Rosa de los vientos
Desde allí se puede apreciar el paso de los barcos que transitan entre el Mediterráneo y el norte de Europa.
Allí se inicia pues la historia de América. Por Sagres pasaron los mayores navegantes: Magallanes, Colón.
Fernando de Magallanes | |
---|---|
Primera persona en intentar dar la vuelta al mundo
| |
Nacimiento | 1480/1481 Sabrosa, Región Norte, Reino de Portugal |
Fallecimiento | 27 de abril de 1521 Mactán, Islas Filipinas |
Nacionalidad | Portugués |
Ocupación | Navegante, Explorador |
Firma |
Surge esta idea ante la imposibilidad de ir por tierra o por el Mediterráneo, pues por mar comunicándose con los indios, caerían por la espalda al Islam. De allí el proyecto del descubrimiento de las Indias orientales con Vasco Da Gamma y Occidentales con Colón.
Vasco da Gama | |
---|---|
Vasco da Gama, retrato de Gregorio Lopes
| |
Nacimiento | Hacia 1469 Sines, Portugal |
Fallecimiento | 24 de diciembre de 1524 Cochín, India |
Causa de muerte | malaria |
Ocupación | Navegante y explorador |
Conocido por | Descubrimiento de la ruta marítima a la India |
Título | Conde de Vidigueira (desde 1519) Virrey de la India portuguesa (1524) |
Hijos | Esteban de Gama, Cristóbal de Gama |
Firma |
SENTIDO DE CRUZADA
Ni el oro, ni especias, ni los Viajes de Marco Polo; era una empresa religiosa.
El sentido de cruzada que impregna la epopeya, como cuando uno lee el diario de Colón y ve:
Ni el oro, ni especias, ni los Viajes de Marco Polo; era una empresa religiosa.
Marco Polo | |
---|---|
Retrato de Marco Polo
| |
Nombre | Marco Polo |
Nacimiento | c. 15 de septiembre de 12541 República de Venecia |
Fallecimiento | 8 o 9 de enero de 1324 (69 años)1 República de Venecia |
Ocupación | Comerciante |
Cónyuge | Donata Badoer |
Hijos | Fantina, Bellela y Moretta |
Padres | Niccolò Polo Nicole Anna Defuseh |
Obras | Los viajes de Marco Polo |
- «Hay que darse prisa para predicar el Evangelio por las tierras de infieles. Hay que darse prisa para liberar el sepulcro de Cristo, antes de que la tierra vuelva a ser la nada de que el Señor la creara. Hace falta llevar a cabo la última y más grandiosa cruzada».
- los Santos Lugares de Tierra Santa
- el Santo Sepulcro
- la Jerusalén terrena.
Tumba de Cristóbal Colón. Catedral de Sevilla.
[1] A. Caponnetto, Poesía e Historia, una significativa vinculación, Nueva Hispanidad, Buenos Aires 2002.
[2] R. de Maeztu, Defensa de la Hispanidad, Madrid 1934.
[3] A. Caturelli, El sentido de América (seis ensayos en busca de nuestra identidad), Nuestro Tiempo, Buenos Aires 1990.
Que Enrique Díaz Araujo, sintetiza en tres aspectos esenciales:
- hombre superior
- hombre religioso
- hombre medieval[1].
COLÓN: HOMBRE SUPERIOR
Un hombre con muchos defectos y miserias pero con ciertas virtudes realmente sobre-humanas y una conciencia de tener una misión que cumplir. Esta es la razón por la cual Colón firma «Xto. Ferens», abreviatura de Christo ferens que significa portador de Cristo.
Un hombre al que, como dice Taviani,
«no le abandonó jamás la certeza de ser instrumento de la Divina Providencia».
Un hombre al que suceden cosas extraordinarias que a los hombres comunes no nos suelen pasar y tal vez por ello, no atinamos a comprender.
Como señala Díaz Araujo, es sabido que hay cierto tipo de profesionales de las artes históricas que entienden que «humanizar» a un héroe o un santo es rebajarlo a los niveles más bajos de la escala humana. Niveles que son, obviamente, a los únicos que ellos tienen acceso por experiencia personal. Y creen que la historia se escribe con «alcahuetería de alcoba o diretes de mucamos».
Mapa de Juan de la Cosa, de 1500
COLÓN: HOMBRE RELIGIOSO
Como dijera el Papa León XIII con ocasión de la Celebración IV Centenario del Descubrimiento de América en la Encíclica Quarta abeunte saeculo, de 1892,
- «No es que Colón dejase de ser impulsado por el muy legítimo deseo de saber y de hacerse benemérito de la sociedad humana; ni es que despreciase la gloria, ni renunciase a la esperanza de su provecho particular, sino que, por encima de todas esas razones humanas prevaleció el motivo de la religión de sus mayores: porque ella fue la que le inspiró aquel propósito y voluntad, y la que frecuentemente, en medio de las mayores dificultades, le proporcionó consuelo y constancia».
La Isabela o Villa Isabela, fue fundada el 6 de enero de 1494, por Cristóbal Colón durante el transcurso de su segundo viaje, tras haber conocido la destrucción por los taínos de un primer asentamiento, el llamado Fuerte de La Navidad.
Este último fue un fuerte construido con los restos del naufragio de la Santa María en la costa noroccidental de la isla de La Española, donde Colón había dejado treinta y nueve hombres al mando del cordobés Diego de Arana. Su destrucción en 1493 por los aborígenes de la isla, comandados por el cacique Caonabo llevó al Almirante a preferir establecerse en otro lugar de la misma costa, pero muchas millas al este. Aquel fue el origen de La Isabela.
COLÓN: HOMBRE MEDIEVAL
Un hombre urgido por valores e ideas medievales, el ideal de Cruzada, de Reconquista, de liberación del Santo Sepulcro. El «último de los viajeros medievales» como dijera Weckmann.
Su objetivo final es medieval y significaba, como ha observado el colombista Paolo Taviani,
Paolo Taviani director de cine
«reconstruir la unidad del mundo» quebrada por el Islam.
Este ángulo de visión para comprender al Almirante es de gran importancia, dadas las consecuencias que implica entender que sus afanes obedecían solamente a un interés científico, a una curiosidad repentina surgida en el Renacimiento, en hombres a los que el mundo había quedado estrecho.
O entender que detrás de estos nuevos afanes laten ideales o preocupaciones muy antiguas de cuño medieval[2].
Así lo han interpretado grandes historiadores como Ballesteros Beretta, Manzano y Manzano, Elliot, Ramos Pérez, Pereyra, Besaunde, Bertrand, Todorov, Wassermann, Humboldt, de Madariaga, Irving.
Antonio Ballesteros Beretta (Roma, 19 de marzo de 1880 - Pamplona, 15 de junio de 1949) fue un historiador y americanista español. Estudió con los jesuitas de Chamartín y se licenció en Derecho.
Sir John Huxtable Elliott (Reading, Inglaterra, 6 de junio de 1930), que firma y es habitualmente citado como John Elliott o John H. Elliott, es un eminente historiador e hispanista británico, que ostenta los cargos de Regius Professor Emeritus en la Universidad de Oxford y Honorary Fellow del Oriel College, Oxford y del Trinity College, Cambridge.
Vicente Ramos Pérez (Guardamar del Segura, provincia de Alicante, España, 7 de septiembre de 1919 - 2 de junio de 2011)1 fue un filósofo, historiador y político español.
Carlos Hilario Pereyra Gómez (Saltillo, Coahuila 1871 - Madrid, España 1942) fue un abogado, diplomático, escritor e historiador mexicano
Tzvetan Tódorov | |
---|---|
Nacimiento | 1 de marzo de 1939 Sofía, Bulgaria |
Nacionalidad | francesa |
Ocupación | filósofo, lingüista, historiador, crítico literario |
Premios | Premio Príncipe de Asturias Orden de las Artes y las Letras |
Historiador argentino Fabio Wasserman nació en Buenos Aires, en 1968. Se graduó de doctor en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Alexander von Humboldt | |
---|---|
Alexander von Humboldt, pintado por Joseph Stieler, 1843 | |
Nacimiento | 14 de septiembre de 1769 Berlín, Sacro Imperio Romano Germánico |
Fallecimiento | 6 de mayo de 1859 Berlín, Reino de Prusia |
Nacionalidad | Prusia |
Campo | Botánica |
Alma máter | Universidad Friedrich-Wilhelm de Berlín Escuela de Minas de Freiberg |
Conocido por | Padre de la Geografía Moderna Universal |
Salvador de Madariaga y Rojo (La Coruña, 23 de julio de 1886 – Locarno (Suiza), 14 de diciembre de 1978) fue un diplomático, escritor, historiador y pacifista español
Como se ve, historiadores de toda nacionalidad y diversos por su formación intelectual han llegado a la misma conclusión que Taviani sintetiza en esta expresión:
- «medieval en su planteamiento teórico, la visión filosófica y teológica, y los mismos enunciados de sus concepciones científicas. Renacentista en su fervor investigativo».
En suma, un hombre a caballo de dos edades. Decíamos que las consecuencias de este concepto son múltiples ya que hasta el afán de oro se explica de modo diverso según las derivaciones que supone esta concepción.
El hombre medieval busca el oro para la Cruzada, para la reconquista de Jerusalén como escribe Colón en su diario. Por ello sostiene Díaz Araujo
- «la lectura atenta de Colón nos ha trasmutado, por alquimia, el oro renacentista en acero medieval».
O dicho en la expresión de Ignacio Anzoátegui
- «La sed de oro basta para conquistar a una viuda millonaria y necesitada; pero no basta para conquistar un Imperio y además fundar sobre él otro Imperio»[3].
Sin embargo, la avaricia y la sed de oro siguen siendo la causa, sentido y fin del Descubrimiento y la Conquista para la difundida Leyenda Negra que entre nosotros ha sido estudiada por Rómulo Carbia[4], que ha desentrañado las motivos políticos de ella.
Rómulo D. Carbia en una foto de 1917, publicada en la revista Caras y Caretas.
Rómulo D. Carbia (Buenos Aires, 15 de septiembre de 1885 - íbid, 1 de junio de 1944) fue un historiador argentino
Contrariamente a estos difundidos tópicos de la Leyenda, sostenemos que el descubrimiento y la conquista de América no tuvo como causa principal motivos mercantilistas
Ignacio Braulio Anzoátegui fue una personalidad de la Argentina, que se dedicó al campo de las letras, el Derecho y la docencia. Ferviente nacionalista y católico, sus escritos ensayísticos y periodísticos se caracterizaron por su mordacidad y el abundante uso de exabruptos con los que atacaba duramente a sus opositores.
(«la razón de los Rostchild» como dice Anzoátegui) o el descarnado poder autosuficiente, sino
- profundas «razones metafísicas, espirituales y religiosas, más allá de los pecados y perversidades de los hombres encargados de llevarlas a cabo»
como dice Caturelli. Por eso España fue la única nación que se autocuestionó la justicia de la Conquista.
Por eso España fue la única nación que mantuvo poblaciones y fundó ciudades en sitios donde no había oro pero había almas.
Por eso España fue la única nación que sembró de escuelas y universidades las tierras colonizadas apenas veinte años después de poner pie en suelo americano.
Por eso el gran poeta español José María Pemán escribió esos versos que rezan:
Cuando hay que consumar la maravilla
de alguna nueva hazaña,
los ángeles que están junto a Su Silla
miran a Dios… y piensan en España.
José María Pemán y Pemartín (Cádiz, 8 de mayo de 1897 – ídem, 19 de julio de 1981) fue un escritor español que se significó por su conservadurismo católico
V. LA GRANDEZA HISPÁNICA CUANDO LOS AUSTRIAS
Enrique Díaz Araujo, escribe su artículo «La Grandeza hispánica cuando los Austrias» dirigido especialmente a todos los iberoamericanos que se admiran de la grandeza de EEUU, para que sepan qué grande y cuán justo fue el imperio al cual pertenecimos.
El Imperio español fue un Imperio enorme, con la enormidad no sólo de su tamaño sino fundamentalmente de la idea que lo alentaba.
Es la idea de un Imperio que restaura en sus dominios la Cristiandad que se ha perdido para siempre en la Europa moderna.
Es una idea imperial tan vasta, dice el historiador austríaco Alexander Randa,
Es la idea de un Imperio que restaura en sus dominios la Cristiandad que se ha perdido para siempre en la Europa moderna.
Es una idea imperial tan vasta, dice el historiador austríaco Alexander Randa,
- «que sólo pocos contemporáneos fueron capaces de comprenderla. Creció hasta alcanzar magnitudes de aventura planetaria y encontró un ocaso en el materialismo de una edad de hierro»[5].
- «Yo me he decidido a sacrificar a Dios mi carne y mi sangre, pues sitúo lo tocante a su servicio y al bien común por encima de toda consideración humana».
Felipe II de España | |
---|---|
Rey de España, Portugal, Nápoles, Sicilia,Cerdeña, Duque de Milán, soberano de los Países Bajos y Duque de Borgoña, rey de Inglaterra e Irlanda jure uxoris | |
Felipe II por Sofonisba Anguissola, 1565 (Museo del Prado, Madrid, España). | |
Rey de España, Sicilia y Cerdeña | |
16 de enero de 1556 - 13 de septiembre de 1598 | |
Predecesor | Carlos I |
Sucesor | Felipe III |
El imperio de los Austrias fue el que nos trajo el idioma, nuestra lengua castellana, española, que es el indiscutible aglutinante de la formidable unidad de los pueblos hispánicos.
Esa lengua que nos une y nos hermana, que nos fortalece y cohesiona, que nos identifica hacia dentro y nos distingue hacia afuera.
La lengua que -como dice Humbold-
Esa lengua que nos une y nos hermana, que nos fortalece y cohesiona, que nos identifica hacia dentro y nos distingue hacia afuera.
La lengua que -como dice Humbold-
- «es la manifestación exterior del espíritu de los pueblos»; nuestra lengua es nuestro espíritu,
- «la sangre de mi espíritu es mi lengua».
- La lengua castellana, fundamento de nuestra unidad cultural, fue «nuestro principal escudo contra el imperialismo norteamericano, porque impidió nuestra total desintegración, y el aislamiento espiritual de nuestros pueblos» que nos dio un sentimiento de unidad para defender nuestra soberanía y personalidad histórica[6].
Creemos sin dudarlo, que hoy en un momento en que cunde la lírica destructiva, el arte de lo feo y lo abyecto, se hace imperioso, como nunca, levantar la poesía promisoria del bien y la belleza.
Porque hacerlo es enriquecer esta hermosa lengua que nos hermana culturalmente. Es repetir el acto fundacional de nombrar las cosas por su nombre.
Como cuando América se bautizó como misterio al oír por vez primera decir en la voz de Rodrigo de Triana: Tierra.
Como cuando los marinos descubridores incorporaron
«el oro de las palabras nuevas para el idioma de Castilla» y el vendaval recibió el nombre indiano de huracán. Como dice Agustín de Foxá
Porque hacerlo es enriquecer esta hermosa lengua que nos hermana culturalmente. Es repetir el acto fundacional de nombrar las cosas por su nombre.
Como cuando América se bautizó como misterio al oír por vez primera decir en la voz de Rodrigo de Triana: Tierra.
Como cuando los marinos descubridores incorporaron
«el oro de las palabras nuevas para el idioma de Castilla» y el vendaval recibió el nombre indiano de huracán. Como dice Agustín de Foxá
Dieron nombre a las cosas, como el Día Primero,
cuando Dios dijo rosa, y mujer, y marfil;
todo el año cristiano bautizó el derrotero,
cada virgen de España tuvo su isla de añil.
El soneto en la selva y entre serpientes, Cristo,
tendrá un «Octavo día» desde hoy la Creación,
pues navegó la Historia por un mar imprevisto,
y al azar de tres velas van Fray Luis y Platón.
Agustín de Foxá Torroba, III conde de Foxá y IV marqués de Armendáriz, (Madrid, 28 de febrero de 19061 – 30 de junio de 1959), poeta, novelista, periodista y diplomático español.
Esa idea Imperial es la
- que erige en 1538 la primera Universidad americana
- que establece el 20-12-1593 la jornada laboral de 8 hs.
- la que descubre y funda ciudades y misiones en 16 de los actuales estados de EEUU.
- Que descubre y conquista Nueva Guinea y las Filipinas, Japón, Manila, Camboya, Laos, Siam, Hawai, Las Marianas.
- «Una América cristiana, una África cristiana, una Asia cristiana en el Imperio que al decir de Quevedo “no limitó ni el día ni la noche”»[7].
| ||||
Lema nacional: Plus Ultra (latín: ‘Más allá’) | ||||
Capital | Toledo (1492-1561) Madrid (1561-1601) Valladolid (1601-06) Madrid (desde 1606) |
Un imperio unido que restaura en sus dominios la Cristiandad que se ha perdido para siempre en la Europa moderna. Las aves, las golondrinas que migran anualmente desde las antiguas misiones católicas hispánicas del oeste estadounidense, desde San Juan Capistrano a San Ignacio, en nuestras misiones jesuíticas en la mesopotamia argentina son testigos y protagonistas de ese sentido providencial de la historia, en una epifanía sistemática de la unidad cósmica de la Hispanidad.
Lo que las aves saben, los hombres a veces lo negamos.
Lo que las aves saben, los hombres a veces lo negamos.
___________________________________________________
[1] E. Díaz Araujo, «Colón, medieval portador de Cristo», en: V Centenario del Descubrimiento de América, Mendoza (1992), Facultad de Filosofía y letras, U.N.Cuyo. E. Díaz Araujo, Don José y los chatarreros, Diké, Mendoza 2001.
[2] P. E. Taviani, Cristóbal Colón, genio del mar, Instituto Poligráfico e Zecca dello Statu, Roma 1991.
[3] I. B. Anzoátegui, Tres ensayos españoles, Nueva Hispanidad, Buenos Aires 2000.
[4] R. Carbia, Historia de la Leyenda negra hispanoamericana, Nueva Hispanidad, Buenos Aires 2000.
[5] A. Randa Cit. en: E. Díaz Araujo, «La Grandeza hispánica cuando los Austrias», en: Nuestra Gente, México, (sábado 13 de noviembre de 1999), 3, c. 1-2.
[6] J. Ycaza Tigerino, La cultura hispánica y la crisis de Occidente, Ministerio de Cultura, Madrid 1981.
[7] E. Díaz Araujo, «La Grandeza hispánica…», 3, c. 3-4.
Europa, atónita por el milagro y la novedad de este súbito suceso, ha conocido después, poco a poco, cuánto le debe a Colón, cuando debido al establecimiento de colonias en América, los asiduos viajes, los intercambios comerciales, los negocios marítimos, se abrió increíblemente el acceso al conocimiento de la naturaleza, y al bien común, y creció con ello de modo admirable el prestigio del nombre de Europa.
Así pues, en tan grandiosa manifestación de honor, y entre tal sinfonía de voces agradecidas, la Iglesia ciertamente no ha de permanecer en silencio, sobre todo cuando ha tenido por costumbre e institución suya aprobar gustosamente y tratar de fomentar todo cuanto haya visto de honesto y laudable. Ésta conserva los singulares y mayores honores a las virtudes más destacadas y que conducen a la salvación eterna del alma. No por ello, sin embargo, desdeña o estima en poco a las demás; más aún, con gran voluntad ha solido siempre promover y honrar de modo especial los méritos obtenidos por la sociedad civil de los hombres, también si han alcanzado la inmortalidad en la historia. Admirable, en efecto, es Dios sobre todo en sus santos; no obstante, su divino poder deja también huellas en aquellos en quienes brilla una fuerza extraordinaria en el alma y en la mente, pues no de otro lugar viene a los hombres la luz del ingenio y la grandeza del alma, sino tan sólo de Dios, su Creador.
Hay además otra causa, ciertamente singular, por la que creemos que se ha de recordar con grata memoria este hecho inmortal: Colón es de los nuestros. Si por un momento se examina cuál habría sido la causa principal que lo llevó a decidir conquistar el mar tenebroso, y por qué motivo se esforzó en obtenerlo, no se puede poner en duda la gran importancia de la fe católica en el inicio y realización de este evento, al punto que también por esto es no poco lo que debe a la Iglesia el género humano.
En efecto, no son pocos los hombres fuertes y experimentados que tanto antes como después de Colón buscaron con esfuerzo pertinaz tales tierras ignotas y tales aún más ignotos mares. Su memoria es y será justamente predicada por su fama y el recuerdo de sus beneficios, ya que propagaron los fines de las ciencias y de la humanidad, e incrementaron la común prosperidad, no fácilmente, sino con gran esfuerzo, y no raramente a través de inmensos peligros.
Ocurre, sin embargo, que hay una gran diferencia entre aquéllos y aquel de quien hablamos en esta ocasión. Una característica distingue principalmente a Colón: al recorrer una y otra vez los inmensos espacios del océano iba tras algo mucho más grande y elevado que todos los demás. Esto no quiere decir que no lo moviese en nada el honestísimo deseo de conocer o de ser bien apreciado por la sociedad humana, o que desdeñase la gloria, cuyas penas más ásperas suelen estar en los hombres más valerosos, o que despreciase del todo la esperanza de obtener riquezas. No obstante, mucho más decisiva que todas estas razones humanas fue para él la religión de sus padres, que ciertamente le dio mente y voluntad indubitables, y lo proveyó a menudo de constancia y solaz en las mayores dificultades. Consta, pues, que esta idea y este propósito residían en su ánimo: acercar y hacer patente el Evangelio en nuevas tierras y mares.
Esto podrá parecer poco verosímil para quien reduzca su pensamiento y sus intereses a esta naturaleza que se percibe con los sentidos, y se niegue a mirar realidades más altas. Por el contrario, suele suceder que los más grandes ingenios desean elevarse cada vez más, y así están preparados mejor que nadie para acoger el influjo y la inspiración de la fe divina. Ciertamente Colón unió el estudio de la naturaleza al de la religión, y conformó su mente a los preceptos que emanan de la íntima fe católica. Por ello, al descubrir por medio de la astronomía y el estudio de los antiguos la existencia hacia el occidente de un gran espacio de tierra más allá de los límites del orbe conocido, pensaba en la inmensa multitud que estaría aún confusa en miserables tinieblas, crueles ritos y supersticiones de dioses vanos. Triste es vivir un culto agreste y costumbres salvajes; más triste es carecer de noticia de mayores realidades, y permanecer en la ignorancia del único Dios verdadero. Así pues, agitándose esto en su ánimo, fue el primero en emprender la tarea de extender al occidente el nombre cristiano y los beneficios de la caridad cristiana. Y esto se puede comprobar en la entera historia de su proeza.
Cuando se dirigió por primera vez a Fernando e Isabel, reyes de España, por miedo a que rechazasen emprender esta tarea, les expuso con claridad su objetivo: para que creciera su gloria hasta la inmortalidad, si determinasen llevar el nombre y la doctrina de Jesucristo a regiones tan lejanas. Y habiendo alcanzado no mucho después sus deseos, dio testimonio de que pidió a Dios que con su gracia y auxilios quieran los reyes continuar en su deseo de imbuir estas nuevas costas con el Evangelio. Se apresuró entonces a dirigir una carta al Sumo Pontífice Alejandro VI pidiéndole hombres apostólicos. Allí le dice: confío, con la ayuda de Dios, en poder algún día propagar lo más ampliamente posible el sacrosanto nombre de Jesucristo y su Evangelio. Juzgamos que también debe haberse visto transportado por el gozo cuando al retornar por primera vez de la India escribió desde Lisboa a Rafael Sánchez que había dado inmortales gracias a Dios por haberle concedido benignamente tan prósperos éxitos, y que había que alegrarse y vitorear a Jesucristo en la tierra y en el cielo por estar la salvación ya próxima a innumerables gentes que estaban antes perdidas en la muerte. Y para mover a Fernando e Isabel para que sólo dejasen que cristianos católicos llegaran hasta el Nuevo Mundo e iniciaran las relaciones con los indígenas, les dio como motivo el que no buscaba nada más que el incremento y la honra de la religión cristiana. Esto fue comprendido excelentemente por Isabel, que entendió mejor que nadie el propósito de este gran varón. Más aún, se sabe que esta piadosísima mujer, de viril ingenio y gran alma, no tuvo sino el mismo propósito. De Colón afirmó que con gusto se dirigiría al vasto océano para realizar esta empresa tan insigne para gloria de Dios. Y cuando retornó por segunda vez escribió a Colón que habían sido óptimamente empleados los aportes que había dado a las expediciones a las Indias, y que habría de mantenerlos, pues con ellos habría de conseguir la difusión del catolicismo.
De otro modo, si no hubiese sido por esta causa mayor que toda causa humana, ¿de dónde podría haber obtenido la constancia y la fortaleza de ánimo para soportar, incluso hasta el extremo, cuando tuvo que soportar y sufrir? Sabemos que le eran contrarias las opiniones de los eruditos, los rechazos de los hombres más importantes, las tempestades del furioso océano, las continuas vigilias, por las que más de una vez perdió el uso de la vista. Experimentó guerras con los bárbaros, la infidelidad de sus amigos y compañeros, infames conspiraciones, la perfidia de los envidiosos, las calumnias de sus detractores, los grillos que le impusieron siendo inocente. Por necesidad tendría que haber sucumbido ante tan grandes sufrimientos y ataques, si no lo hubiese sostenido la conciencia de la hermosísima tarea, gloriosa para el nombre cristiano y saludable para una infinita multitud, que sabía que iba a realizar.
Que esto sucedió así lo ilustra admirablemente cuanto sucedió en aquel tiempo, pues Colón abrió el camino a América en un momento en que estaba cercana a iniciarse una gran tempestad en la Iglesia. Por eso, en cuanto sea lícito considerar los caminos de la Providencia a partir de los eventos acontecidos, parece que este adorno de la Liguria nació por un designio verdaderamente singular de Dios, para reparar los daños que en Europa se infligirían al nombre católico.
Llamar al género de los Indios a la vida cristiana era ciertamente tarea y misión de la Iglesia. Y ciertamente la emprendió en seguida desde el inicio, y sigue haciéndolo, habiendo llegado recientemente hasta la más lejana Patagonia. Por su parte, Colón orientó todo su esfuerzo con su pensamiento profundamente arraigado en la tarea de preparar y disponer los caminos al Evangelio, y no hizo casi nada sin tener como guía a la religión y a la piedad como compañera. Conmemoramos realidades muy conocidas, pero que han de ser declaradas por ser insignes en la mente y el ánimo de aquél hombre. A saber, obligado por los portugueses y por los genoveses a partir sin ver cumplida su tarea, se dirigió a España y maduró al interior de las paredes de una casa religiosa su gran decisión de meditada exploración, teniendo como compañero y confesor a un religioso discípulo de San Francisco de Asís. Siete años después, cuando iba a partir al océano, atendió a cuanto era preciso para la expiación de su alma. Rezó a la Reina del Cielo para que esté presente en los inicios y dirija su recorrido. Y ordenó que no se soltase vela alguna antes de ser implorado el nombre de la Trinidad. Luego, estando en aguas profundas, ante un cruel mar y las vociferaciones de la tripulación, era amparado por una tranquila constancia de ánimo, pues Dios era su apoyo.
El propósito de este hombre se ve también en los nombres mismos que puso a las nuevas islas. Al llegar a cada una, adoraba suplicante a Dios omnipotente, y tomaba posesión siempre en el nombre de Jesucristo. Al pisar cada orilla, lo primero que hizo fue fijar en la costa el sacrosanto estandarte de la Cruz; y fue el primero en pronunciar en las nuevas islas el divino nombre del Redentor, que a menudo había cantado en mar abierto ante el sonido de las murmurantes olas. También por esta causa empezó a edificar en la Española sobre las ruinas del templo, y hacía preceder las celebraciones populares por las santísimas ceremonias.
He aquí, pues, adónde miraba y qué hizo Colón al explorar tan grandes extensiones de mar y tierra, inaccesibles e incultas hasta esa fecha, pero cuya humanidad, nombre y riqueza habría luego de crecer rápidamente a tanta amplitud como vemos hoy. Por todo ello, la magnitud del hecho, así como la importancia y la variedad de los beneficios que le siguieron, demandan ciertamente que sea celebrada con grato recuerdo y todo honor; pero ante todo habrá que reconocer y venerar de modo singular la voluntad y el designio de la Eterna Sabiduría, a quien abiertamente obedeció y sirvió el descubridor del Nuevo Mundo.
Así pues, para que el aniversario de Colón se realice dignamente y de acuerdo a la verdad, ha de añadirse la santidad al decoro de las celebraciones civiles. Y por ello, tal como cuando se recibió la noticia del descubrimiento se dio públicamente gracias a Dios inmortal y providentísimo por indicación del Sumo Pontífice, así también ahora consideramos que se haga lo mismo para renovar la memoria de este feliz evento. Decretamos por ello que el día 12 de octubre, o el siguiente día domingo, si así lo juzga apropiado el Ordinario del lugar, se celebre después del Oficio del día el solemne rito de la Misa de la Santísima Trinidad en las iglesias Catedrales y conventuales de España, Italia y de ambas Américas. Confiamos asimismo en que, además de las naciones arriba mencionadas, las demás realicen lo mismo por consejo sus Obispos, pues cuanto fue un bien para todos conviene que sea piadosa y gratamente celebrado por todos.
Entre tanto, deseándoles los bienes divinos y como testimonio de Nuestra paternal benevolencia, os impartimos de corazón, a vosotros Venerables Hermanos, lo mismo que a vuestro clero y pueblo, la bendición apostólica en el Señor.
Dado en Roma, en San Pedro, el día 16 de julio del año 1892, decimoquinto de Nuestro Pontificado.
León PP. XIII
Américo Vespucio (en italiano Amerigo Vespucci1 /ameˈriɡo vesˈputtʃi/) (9 de marzo de 1454,2 Florencia - 22 de febrero de 1512, Sevilla) fue un comerciante y cosmógrafo florentino, naturalizado castellano en 1505, que participó en al menos dos viajes de exploración al Nuevo Mundo, continente que hoy en día se llama América en su honor.
Desempeñó cargos importantes en la Casa de Contratación de Sevilla, de la que fue nombrado piloto mayor en 1508; pero su fama universal se debe a dos obras publicadas bajo su nombre entre 1503 y 1505: el Mundus Novus y la Carta a Soderini, que le atribuyen un papel protagonista en el Descubrimiento de América y su identificación como un nuevo continente. Por esta razón el cartógrafo Martín Waldseemüller en su mapa de 1507 acuñó el nombre de "América" en su honor como designación para el Nuevo Mundo. El relato a menudo fantasioso y contradictorio de sus viajes lo han ubicado como una de las figuras más controvertidas de la era de los descubrimientos.
Fuente:
CARTA “QUARTO ABEUNTE SAECULO”
DE S.S. LEÓN XIII
A LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE ESPAÑA, DE ITALIA
Y DE AMÉRICA SOBRE CRISTÓBAL COLÓN
Al cumplirse cuatrocientos años desde que un hombre ligur, con el auspicio de Dios, llegó por primera vez a las ignotas costas que se encuentran al otro lado del Océano Atlántico, los hombres desean con ansias celebrar la memoria de este evento de grato recuerdo, así como ensalzar a su autor. Y ciertamente no se encontrará fácilmente causa más digna de mover los ánimos e inflamar las voluntades. En efecto, este evento es por sí mismo el más grande y hermoso de todos los que tiempo alguno haya visto jamás; y aquél que lo realizó es comparable con pocos hombres por la magnitud de su valor e ingenio. Por obra suya emergió de la inexplorada profundidad del océano un nuevo mundo: cientos de miles de mortales fueron restituidos del olvido y las tinieblas a la comunidad del género humano, fueron trasladados de un culto salvaje a la mansedumbre y a la humanidad, y lo que es muchísimo más, fueron llamados nuevamente de la muerte a la vida eterna por la participación en los bienes que nos trajo Jesucristo.
Así pues, en tan grandiosa manifestación de honor, y entre tal sinfonía de voces agradecidas, la Iglesia ciertamente no ha de permanecer en silencio, sobre todo cuando ha tenido por costumbre e institución suya aprobar gustosamente y tratar de fomentar todo cuanto haya visto de honesto y laudable. Ésta conserva los singulares y mayores honores a las virtudes más destacadas y que conducen a la salvación eterna del alma. No por ello, sin embargo, desdeña o estima en poco a las demás; más aún, con gran voluntad ha solido siempre promover y honrar de modo especial los méritos obtenidos por la sociedad civil de los hombres, también si han alcanzado la inmortalidad en la historia. Admirable, en efecto, es Dios sobre todo en sus santos; no obstante, su divino poder deja también huellas en aquellos en quienes brilla una fuerza extraordinaria en el alma y en la mente, pues no de otro lugar viene a los hombres la luz del ingenio y la grandeza del alma, sino tan sólo de Dios, su Creador.
Hay además otra causa, ciertamente singular, por la que creemos que se ha de recordar con grata memoria este hecho inmortal: Colón es de los nuestros. Si por un momento se examina cuál habría sido la causa principal que lo llevó a decidir conquistar el mar tenebroso, y por qué motivo se esforzó en obtenerlo, no se puede poner en duda la gran importancia de la fe católica en el inicio y realización de este evento, al punto que también por esto es no poco lo que debe a la Iglesia el género humano.
En efecto, no son pocos los hombres fuertes y experimentados que tanto antes como después de Colón buscaron con esfuerzo pertinaz tales tierras ignotas y tales aún más ignotos mares. Su memoria es y será justamente predicada por su fama y el recuerdo de sus beneficios, ya que propagaron los fines de las ciencias y de la humanidad, e incrementaron la común prosperidad, no fácilmente, sino con gran esfuerzo, y no raramente a través de inmensos peligros.
Ocurre, sin embargo, que hay una gran diferencia entre aquéllos y aquel de quien hablamos en esta ocasión. Una característica distingue principalmente a Colón: al recorrer una y otra vez los inmensos espacios del océano iba tras algo mucho más grande y elevado que todos los demás. Esto no quiere decir que no lo moviese en nada el honestísimo deseo de conocer o de ser bien apreciado por la sociedad humana, o que desdeñase la gloria, cuyas penas más ásperas suelen estar en los hombres más valerosos, o que despreciase del todo la esperanza de obtener riquezas. No obstante, mucho más decisiva que todas estas razones humanas fue para él la religión de sus padres, que ciertamente le dio mente y voluntad indubitables, y lo proveyó a menudo de constancia y solaz en las mayores dificultades. Consta, pues, que esta idea y este propósito residían en su ánimo: acercar y hacer patente el Evangelio en nuevas tierras y mares.
Esto podrá parecer poco verosímil para quien reduzca su pensamiento y sus intereses a esta naturaleza que se percibe con los sentidos, y se niegue a mirar realidades más altas. Por el contrario, suele suceder que los más grandes ingenios desean elevarse cada vez más, y así están preparados mejor que nadie para acoger el influjo y la inspiración de la fe divina. Ciertamente Colón unió el estudio de la naturaleza al de la religión, y conformó su mente a los preceptos que emanan de la íntima fe católica. Por ello, al descubrir por medio de la astronomía y el estudio de los antiguos la existencia hacia el occidente de un gran espacio de tierra más allá de los límites del orbe conocido, pensaba en la inmensa multitud que estaría aún confusa en miserables tinieblas, crueles ritos y supersticiones de dioses vanos. Triste es vivir un culto agreste y costumbres salvajes; más triste es carecer de noticia de mayores realidades, y permanecer en la ignorancia del único Dios verdadero. Así pues, agitándose esto en su ánimo, fue el primero en emprender la tarea de extender al occidente el nombre cristiano y los beneficios de la caridad cristiana. Y esto se puede comprobar en la entera historia de su proeza.
Cuando se dirigió por primera vez a Fernando e Isabel, reyes de España, por miedo a que rechazasen emprender esta tarea, les expuso con claridad su objetivo: para que creciera su gloria hasta la inmortalidad, si determinasen llevar el nombre y la doctrina de Jesucristo a regiones tan lejanas. Y habiendo alcanzado no mucho después sus deseos, dio testimonio de que pidió a Dios que con su gracia y auxilios quieran los reyes continuar en su deseo de imbuir estas nuevas costas con el Evangelio. Se apresuró entonces a dirigir una carta al Sumo Pontífice Alejandro VI pidiéndole hombres apostólicos. Allí le dice: confío, con la ayuda de Dios, en poder algún día propagar lo más ampliamente posible el sacrosanto nombre de Jesucristo y su Evangelio. Juzgamos que también debe haberse visto transportado por el gozo cuando al retornar por primera vez de la India escribió desde Lisboa a Rafael Sánchez que había dado inmortales gracias a Dios por haberle concedido benignamente tan prósperos éxitos, y que había que alegrarse y vitorear a Jesucristo en la tierra y en el cielo por estar la salvación ya próxima a innumerables gentes que estaban antes perdidas en la muerte. Y para mover a Fernando e Isabel para que sólo dejasen que cristianos católicos llegaran hasta el Nuevo Mundo e iniciaran las relaciones con los indígenas, les dio como motivo el que no buscaba nada más que el incremento y la honra de la religión cristiana. Esto fue comprendido excelentemente por Isabel, que entendió mejor que nadie el propósito de este gran varón. Más aún, se sabe que esta piadosísima mujer, de viril ingenio y gran alma, no tuvo sino el mismo propósito. De Colón afirmó que con gusto se dirigiría al vasto océano para realizar esta empresa tan insigne para gloria de Dios. Y cuando retornó por segunda vez escribió a Colón que habían sido óptimamente empleados los aportes que había dado a las expediciones a las Indias, y que habría de mantenerlos, pues con ellos habría de conseguir la difusión del catolicismo.
De otro modo, si no hubiese sido por esta causa mayor que toda causa humana, ¿de dónde podría haber obtenido la constancia y la fortaleza de ánimo para soportar, incluso hasta el extremo, cuando tuvo que soportar y sufrir? Sabemos que le eran contrarias las opiniones de los eruditos, los rechazos de los hombres más importantes, las tempestades del furioso océano, las continuas vigilias, por las que más de una vez perdió el uso de la vista. Experimentó guerras con los bárbaros, la infidelidad de sus amigos y compañeros, infames conspiraciones, la perfidia de los envidiosos, las calumnias de sus detractores, los grillos que le impusieron siendo inocente. Por necesidad tendría que haber sucumbido ante tan grandes sufrimientos y ataques, si no lo hubiese sostenido la conciencia de la hermosísima tarea, gloriosa para el nombre cristiano y saludable para una infinita multitud, que sabía que iba a realizar.
Que esto sucedió así lo ilustra admirablemente cuanto sucedió en aquel tiempo, pues Colón abrió el camino a América en un momento en que estaba cercana a iniciarse una gran tempestad en la Iglesia. Por eso, en cuanto sea lícito considerar los caminos de la Providencia a partir de los eventos acontecidos, parece que este adorno de la Liguria nació por un designio verdaderamente singular de Dios, para reparar los daños que en Europa se infligirían al nombre católico.
Llamar al género de los Indios a la vida cristiana era ciertamente tarea y misión de la Iglesia. Y ciertamente la emprendió en seguida desde el inicio, y sigue haciéndolo, habiendo llegado recientemente hasta la más lejana Patagonia. Por su parte, Colón orientó todo su esfuerzo con su pensamiento profundamente arraigado en la tarea de preparar y disponer los caminos al Evangelio, y no hizo casi nada sin tener como guía a la religión y a la piedad como compañera. Conmemoramos realidades muy conocidas, pero que han de ser declaradas por ser insignes en la mente y el ánimo de aquél hombre. A saber, obligado por los portugueses y por los genoveses a partir sin ver cumplida su tarea, se dirigió a España y maduró al interior de las paredes de una casa religiosa su gran decisión de meditada exploración, teniendo como compañero y confesor a un religioso discípulo de San Francisco de Asís. Siete años después, cuando iba a partir al océano, atendió a cuanto era preciso para la expiación de su alma. Rezó a la Reina del Cielo para que esté presente en los inicios y dirija su recorrido. Y ordenó que no se soltase vela alguna antes de ser implorado el nombre de la Trinidad. Luego, estando en aguas profundas, ante un cruel mar y las vociferaciones de la tripulación, era amparado por una tranquila constancia de ánimo, pues Dios era su apoyo.
El propósito de este hombre se ve también en los nombres mismos que puso a las nuevas islas. Al llegar a cada una, adoraba suplicante a Dios omnipotente, y tomaba posesión siempre en el nombre de Jesucristo. Al pisar cada orilla, lo primero que hizo fue fijar en la costa el sacrosanto estandarte de la Cruz; y fue el primero en pronunciar en las nuevas islas el divino nombre del Redentor, que a menudo había cantado en mar abierto ante el sonido de las murmurantes olas. También por esta causa empezó a edificar en la Española sobre las ruinas del templo, y hacía preceder las celebraciones populares por las santísimas ceremonias.
He aquí, pues, adónde miraba y qué hizo Colón al explorar tan grandes extensiones de mar y tierra, inaccesibles e incultas hasta esa fecha, pero cuya humanidad, nombre y riqueza habría luego de crecer rápidamente a tanta amplitud como vemos hoy. Por todo ello, la magnitud del hecho, así como la importancia y la variedad de los beneficios que le siguieron, demandan ciertamente que sea celebrada con grato recuerdo y todo honor; pero ante todo habrá que reconocer y venerar de modo singular la voluntad y el designio de la Eterna Sabiduría, a quien abiertamente obedeció y sirvió el descubridor del Nuevo Mundo.
Así pues, para que el aniversario de Colón se realice dignamente y de acuerdo a la verdad, ha de añadirse la santidad al decoro de las celebraciones civiles. Y por ello, tal como cuando se recibió la noticia del descubrimiento se dio públicamente gracias a Dios inmortal y providentísimo por indicación del Sumo Pontífice, así también ahora consideramos que se haga lo mismo para renovar la memoria de este feliz evento. Decretamos por ello que el día 12 de octubre, o el siguiente día domingo, si así lo juzga apropiado el Ordinario del lugar, se celebre después del Oficio del día el solemne rito de la Misa de la Santísima Trinidad en las iglesias Catedrales y conventuales de España, Italia y de ambas Américas. Confiamos asimismo en que, además de las naciones arriba mencionadas, las demás realicen lo mismo por consejo sus Obispos, pues cuanto fue un bien para todos conviene que sea piadosa y gratamente celebrado por todos.
Entre tanto, deseándoles los bienes divinos y como testimonio de Nuestra paternal benevolencia, os impartimos de corazón, a vosotros Venerables Hermanos, lo mismo que a vuestro clero y pueblo, la bendición apostólica en el Señor.
Dado en Roma, en San Pedro, el día 16 de julio del año 1892, decimoquinto de Nuestro Pontificado.
León PP. XIII
Américo Vespucio (en italiano Amerigo Vespucci1 /ameˈriɡo vesˈputtʃi/) (9 de marzo de 1454,2 Florencia - 22 de febrero de 1512, Sevilla) fue un comerciante y cosmógrafo florentino, naturalizado castellano en 1505, que participó en al menos dos viajes de exploración al Nuevo Mundo, continente que hoy en día se llama América en su honor.
Amerigo Vespucci | ||
---|---|---|
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Amerigo Vespucci | |
Otros nombres | Amerigho Vespucci (registro de nacimiento) Américo Vespucio (español) Americus Vespucius (latín) Albericus Vespuccius (latín), etc | |
Nacimiento | 9 de marzo de 1454 Florencia, República de Florencia | |
Fallecimiento | 22 de febrero de 1512 (57 años) Sevilla, Corona de Castilla, España | |
Nacionalidad | Italiana | |
Información profesional | ||
Ocupación | Explorador, comerciante y cartógrafo | |
Firma |
Fuente:
“Diálogo”. Año 14. Segunda época. Nº 52. Diciembre 2009. Páginas 152 a 156. Prof. Andrea Greco de Álvarez.
http://peregrinodeloabsoluto.wordpress.com/2013/09/13/saber-de-donde-venimos-parte-1/
http://peregrinodeloabsoluto.wordpress.com/2013/09/16/saber-de-donde-venimos-parte-2/
He apreciado mucho su blog, contiene personajes célebres que vale la pena recordar. Actualmente trabajo sobre la tesis del Colón Galego. Cuaquier dato, me interesa.
ResponderBorrar