"Aunque es verdad que todos mis anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar que la honrada conducta de ésta y el constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado han recompensado con usura todos mis esmeros, haciendo mi vejez feliz."
(San Martín, 1844).
En Francia, el 28 de febrero de 1875, fallecía Mercedes San Martín de Balcarce. Blanca ya su cabeza, mostrábase aún como la evocara un compatriota tras visitarla en su residencia de Brunoy:
"Tengo todavía presente su alta e imponente figura, aquella su gracia seductora y súbita simpatía que a las primeras palabras inspiraba ".
Cuando le llegó la muerte, estaba por cumplir 59 años de edad. En el otro extremo de su existencia, el nacimiento había sido así anunciado por su padre a Tomas Guido, el gran amigo:
"Sepa usted que desde anteayer soy padre de una infanta mendocina".
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