Luego de la Declaración de la Independencia en Julio de 1816, el Congreso de Tucumán decreto nueve días después que las “Provincias Unidas de Sudamérica” tendrán como “peculiar distintivo la bandera celeste y blanca que se ha usado hasta el presente”, haciendo alusión al símbolo que había creado Manuel Belgrano en 1812 al calor de la primera etapa de la lucha anticolonial.
En ese marco, San Martín, quien esperaba la declaración de la independencia para legitimar su marcha contra los españoles en otros territorios de la región, consideró la necesidad de contar con un estandarte propio.
Así fue como encomendó la tarea de confeccionar una bandera a un grupo de mujeres y niñas mendocinas, Laureana Ferrari de Olazabal, Mercedes Álvarez de Segura, Margarita Corvalán de Anzorena y la chilena Dolores Prats de Huisi, mas la esposa del general, Remedios de Escalada de San Martín, quienes la bordaron en menos de 10 días.
A los nombres conocidos de las Patricias Argentinas que participaron se ha incluido a Narcisa Santander, a Manuela Corvalán de Segura y a tres monjas del monasterio de la Buena Enseñanza (antiguo nombre de la Compañía de María), las reverendas madres María de las Nieves Godoy, Andrea de los Dolores Espínola y María del Carmen del Niño Dios y Correas, quienes juntamente con otras damas recorrieron la ciudad en busca de la tela necesaria hasta que por casualidad hallaron la que consideraron adecuada en un comercio de los arrabales de Mendoza, en una callejuela que llamaban “Del cariño botao”, en la actual ciudad de Godoy Cruz.
En la mañana del 5 de enero de 1817, el Ejército de los Andes entró en la ciudad de Mendoza con sus 4.000 hombres, en medio de campanadas y manifestaciones de apoyo y esperanza por parte de del puieblo que acompañó los preparativos de la misión libertadora.
Luego de la misa y Tedeum que se celebraron ese día en la Catedral de la ciudad, San Martín, se dirigió a la plaza para presentar la bandera a la tropa y al pueblo, la enarboló y dijo: “¡Soldados, esta es la primera bandera independiente que se ha levantado en América! ¡¿Jurad sostenerla, muriendo en su defensa, como yo lo juro?!. ¡Lo juramos!, fue la efusiva respuesta del ejército, antecediendo la inminente partida hacia Chile.
La bandera está formada por un paño de 1,20 mts. de ancho por 1,40 mts. de largo, mitad blanco y mitad azul cielo, en dos fajas unidas verticalmente y lleva los siguientes emblemas: un escudo central de forma oval con los atributos del sello aceptado oficialmente por la Asamblea General Constituyente el 12 de marzo de 1813: las manos unidas, la pica asentada sobre una pirca de piedras y el gorro de la libertad, coronado por un sol figurado en la parte superior adornado con ramas de laureles.
Su significado heráldico es el siguiente: Las manos entrelazadas simbolizan la unión fraternal y la pica, el trabajo. El gorro, es emblema de redención y Libertad. El sol representa la unidad nacional. Los laureles son emblema de la victoria.
El campo azul representa el cielo sin nubes y el campo blanco la nieve de las montañas, símbolo de pureza. La pirca de piedra, representa a la cordillera de los Andes.
En 1823 fue colocada en el templo San Francisco y después del terremoto que azotó a la ciudad de Mendoza en 1861, la bandera fue rescatada de entre las ruinas para ser reubicada en un salón del Palacio de Gobierno denominado “Salón de la Bandera”.
Posteriormente fue resguardada en una vitrina de vidrio templado enmarcado de mármol blanco sobre un basamento de granito negro ubicado en la planta baja de la Casa de Gobierno de la provincia de Mendoza, y quedó bajo la custodia de los granaderos del Regimiento de Infantería de Montaña 11 que tiene base en Tupungato.
Luego de una reciente restauración a cargo de especialistas argentinas en tareas de conservación textil fue depositada en forma definitiva en un espacio denominado “Memorial de la Bandera” , ubicado dentro del Paseo del Bicentenario, parque aledaño a la Casa de Gobierno de la ciudad de Mendoza.
NOTA. Se deja constancia del reconocimiento que merecen a juicio del titular de este espacio los comentarios y aportes de las compatriotas MERCEDES SORIA y ESTHER CRISTINA ARAYA en torno a la actual ubicación y estado de este emblema.
Fuente: Eduardo Mario Sanchez Seijo
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